Rosa Elena González
11/02/16
¿Qué pasa?
¿Qué clase de sociedad estamos formando?, ¿qué es lo que las nuevas generaciones viven en sus hogares?, ¿en qué momento se relajó tanto la disciplina familiar, la obligación de los padres en inculcar a sus hijos valores, enseñarles a respetarse y respetar a los demás?
Se tendría que hacer un estudio a conciencia para determinar que está pasando con esta sociedad, qué es en realidad lo que está sucediendo.
Porque excusas existen muchas, entre ellas que los tiempos son difíciles, que ya no se alcanza para el sustento diario razón por la que padre y madre tienen que ser proveedores y trabajar buena parte del día fuera de casa dejando solos a sus hijos y es el motivo de muchos muchachos desorientados, pero la verdad es que ni siquiera el trabajar buena parte del día lejos de la familia exime a los padreS el atender, educar, de hacer su tarea.
Cierto, a veces se llega cansado pero la atención de los hijos no se puede dejar a la deriva, cuando no se les puede dar tiempo en cantidad se deben hacer esfuerzos por brindarles tiempo de calidad, saber qué hacen, cuáles son sus aficiones, con quién se juntan, cómo van en la escuela, qué les preocupa, cuáles son sus ilusiones y sus decepciones, todo es importante para formar generaciones de hombres y mujeres de bien.
Todo esto viene a colación porque en los últimos tiempos se exhiben en las redes sociales un montón de videos de jovencitos agrediendo a compañeros, también de jovencitas liándose a golpes, usando palabras no muy apropiadas, en riñas callejeras con todo y el uniforme escolar puesto.
Lo peor es que sus compañeros no solo graban los hechos, lo disfrutan e incitan a sus compañeros a que se destrocen hasta la dignidad, se ve una sociedad llena de morbo, encarnizada, provocando violencia que generará más violencia.
Y mientras eso sucede con los jovencitos de secundaria, incluso de primaria, los adultos estamos en una posición relajada de ver y dejar pasar, sin darnos cuenta que lo que sucede hoy con esos muchachos les puede marcar negativamente para siempre, o cosa peor, terminar en fatalidades.
Ayer, precisamente en las redes sociales, circulaba un video de alumnas de una secundaria de la capital tamaulipeca peleando peor que pandilleras mientras los jóvenes las azuzaban a continuar, a que se golpearan sin piedad, querían ver sangre y para colmo las autoridades jamás se aparecieron, claro que no se trata de que les arresten, eso no sería bueno, esas niñas requieren atención psicológica, que los directivos escolares llamen a sus padres para en conjunto implementar acciones correctivas para estas jovencitas.
Lamentablemente en ocasiones, mientras los padres están ocupados en las redes sociales o viendo las telenovelas no se dan cuenta lo que está sucediendo con sus hijos, no entienden que ser padres es la mayor responsabilidad que debe existir, educar a nuestros hijos es una obligación.
Los valores se dan en casa, en las instituciones educativas se imparten asignaciones escolares, tristemente muchas veces el comportamiento de los niños y jóvenes es sólo el reflejo de lo que viven en el hogar.
Aquí es donde se tiene que actuar en conjunto padres de familia, instituciones educativas y la misma sociedad que no puede estar ajena a lo que hoy día sucede con muchos jóvenes, trabajar para evitar que los muchachos sean los violentos hombres y mujeres del mañana, hoy debemos encauzarlos para que, a su vez, cuando sea el momento ellos sepan educar a sus hijos y de esa manera se tengan sociedades más afables por el bien de todos.
Si continuamos con ese desinterés por la educación integral de nuestros niños y jóvenes, el enseñarles a respetarse y respetar a los de más, a defender sus derechos con argumentos no con violencia, mostrarles la belleza de una sonrisa, amar, que es importante prepararse profesionalmente, pero lo más trascendente, que aprendan a ser mejores seres humanos, en poco tiempo la situación estará peor que hoy y eso ya es mucho decir.
Es momento de que nos preguntemos ¿que pasa, que estamos haciendo como sociedad? y comencemos a preocuparnos y ocuparnos de los niños y jóvenes, propios o no, es por el bien de todos.