Opinión
Veneno Puro
Rafael Loret de Mola
13/05/2018
«La envidia nos ha llevado al odio hacia cuanto se tiene fuera del alcance».
*Senda de Perdición
*La Ira sin Diálogo
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Hoy, las lesiones de la conciencia son otras. Si ayer se hablaba de la lujuria –ahora es un placer considerado legal y hasta necesario- hoy puede hablarse de la depravación hasta su último nivel en el cual cohabitan todo tipo de perversiones bajo el falaz argumento de que todos podemos hacer con nuestro “cuerpo” cuanto queramos, incluso incinerarlo como los otrora extremistas cuyas vidas cobraban forma con sus muertes.
¿Pereza? Muy superada ya por los miembros del gabinete aunque ahora la nombramos negligencia, extrema en todos los casos, sobre todo cuando llegan retrasados a las grandes catástrofes o ni siquiera se asoman a ellas. El señor de la madrid, situado ahora en el inframundo, no supo cómo reaccionar tras los sismos devastadores de 1985 y su criminal ausencia no puede ni siquiera cuantificarse en víctimas; los fox, como sabemos, no tuvieron arrestos siquiera para presentarse en Pasta de Conchos, Coahuila –subrayo el nombre de las entidades con la esperanza de que alguien se los lea al mandatario federal en funciones-, en febrero de 2006, donde murieron calcinados, casi al instante, 65 mineros víctimas de temperaturas superiores a las de los crematorios y engañando a los familiares sobre la posibilidad de hallarlos con vidas durante varios días; ni qué decir de los calderón, ella y él naturalmente –igual que marta y vicente, felipe y margarita quien busca ser candidata presidencial bajo el síndrome Hillary-, cuya apatía fue notable en torno a uno de los mayores dramas que recordamos: el incendio de la guardería ABC de Hermosillo en donde perdieron la vida cuarenta y nueve bebés y cuya concesión encabezaba Altagracia Gómez del Campo, prima de Margarita, la postulante, quien la protegió bajo el peso de la impunidad presidencial.
Si me hablan de la gula señalo, de inmediato, a Agustín Carstens Carstens –quien no está enfermo de la tiroides sino su volumen se debe a la glotonería-, quien contaba otrora en el Banco de México, en frente de los pobres, los dólares administrados como si se tratara de un cajero. Pero no deja de comer en espléndidos festines pantagruélicos, como sello de la casa. El viejo pecado ahora posee a los sibaritas quienes se acogen al término “gourmets”.
La envidia nos ha llevado al odio hacia cuanto se tiene fuera del alcance. Algunos misántropos, como los verdes con todo y la jauría de los “charritos” de plata –o churreros como me indicaron los verdaderos charros mexicanos quienes insisten en que para serlo se requiere un poco de gallardía-, proponen que los animales deben ser tratados como superiores en la escala zootécnica porque entre los seres humanos hay demasiado pederastas, por ejemplo, o sinvergüenzas como los del PRI… al que se aliaron para conservar un estatus que no merecen. La envida es ahora intolerancia.
Y en cuanto a la avaricia los prevaricadores del gobierno han roto los límites. JAMÁS había sido tan notoria la desvergüenza de la clase gobernante ni su insistencia en seguir cometiendo el delirio ansioso de la posesión de bienes muebles e inmuebles como signo de estatus. Nos están robando a manos llenas y no parece existir una fórmula para detener la cruzada, no contra el hambre sino a favor de la especulación miserable con el estímulo de los consorcios trasnacionales que mandan. De otra manera, como mínimo, se habrían confiscado las casitas blancas, supuestamente en donde fundó su nido la gaviota, o las mansiones de Videgaray, Murat, Osorio Chong y toda una parvada de delincuentes peñistas.
Por las Alcobas
La soberbia es hoy prepotencia inaudita con grandes dosis de xenofobia. Se maltrata a los humildes por considerarlos inferiores o “males necesarios” cuando ellos son quienes nos proveen de casi todo, desde alimentación –porque cosecha- hasta vivienda –partiéndose los lomos en la albañilería-.
Y no nos olvidemos de las joyas que surgen de la brutalidad de las condiciones infrahumanas de los mineros –mucho peor a la esclavitud de los africanos que encuentran diamantes-, bajo el flagelo de la complicidad: por esta razón las tres más grandes fortunas de México, incluyendo la de Carlos Slim Helú, provienen de las cuevas infernales un cuando los extranjeros dominan las escenas dantescas. Igualmente la soberbia, convertida en prepotencia, domina el ámbito político mediante la partidocracia absurda que ya dio muestras de su poderío al detener la reforma política para el Distrito Federal y dejar a la capital al aire. Sólo falta que se proponga una solución dantesca.
Y, finalmente, la ira se ha convertido en barbarie. Ya no es necesario llegar a los referentes de Tlatelolco o el Jueves de Corpus –como dolorosos tatuajes en la piel de México-, ante la secuencia de genocidios en los últimos meses: Tlatlaya, Tanhuato, Iguala, Vallarta y Apatzingán… más otras matanzas resguardadas de la curiosidad pública o tratadas con las pinzas de la subjetividad. Ahora, por desgracia, con Conan, el bárbaro de Nuevo León.