*Vandalismos Políticos
*Lo Obvio no se Oculta
10/12/2017 – Debemos analizar un nuevo modelo para la conducción del Estado: el vandalismo político, liberado de todo rasgo de humanismo y de justicia social. Lo tenemos a la vista cuando el Legislativo, por ejemplo, en su mayor parte se arroga la facultad de ponerle candados a la soberanía popular mediante métodos heterodoxos con miras a crear una inmensa confusión. ¿De dónde salen los radicales y anarquistas –nombrados así sin conocer la esencia de este movimiento revolucionario-, si nadie se atribuye, ningún partido o grupo mucho menos el gobierno, las acciones deplorables que siembran el caos urbano al final de las manifestaciones pacíficas de protesta? Tenemos, para contrarrestar las falacias oficiales, la posibilidad de analizar algunas de las posturas de los jefes policiacos o castrenses que, de plano, parecen llevar adelante una suerte de guerra fría contra la gran comunidad nacional. Esto es, considerando que la libre manifestación de las ideas tiende a golpear el “prestigio” de las instituciones cuando es evidente que éstas, hasta el momento, no han sido útiles para detener el flujo de una justa, explicable, crispación general consecuencia, precisamente, por la torpeza en el accionar de los mandos y la continuidad de los actos de barbarie que tienen atemorizados a los mexicanos y, de paso, sorprendidos a los extranjeros que insisten en cuestionar cómo pueden darse escenas tan dantescas como la narrada en el caso de los jóvenes de Ayotzinapa por el ex procurador, Jesús Murillo Karam, y continuada por su sucesora, la mediática Aracely Gómez a quien reemplazó, a su vez, Raúl Cervantes Andrade, con estudiadas poses de dolientes hastiados. Uno de ellos llegó a la ignominia luego de las marchas citadinas del primero de diciembre de 2015. Marco Tulio López Escamilla, coordinador regional de la zona centro de la Policía Federal, arguyó que los visitadores y miembros de las Comisiones de Derechos Humanos “protegieron” a los radicales formando un cordón humano para rescatarlos de la represión luego de algunos actos de pillaje perfectamente orquestados, esto es con idéntica mecánica a los suscitados el primero de diciembre de 2012, con motivo de la asunción presidencial de enrique peña nieto, cuando la exaltación de la izquierda creó el ámbito perfecto para que los bien adiestrados vándalos hicieran de las suyas para atribuirle los costos a quienes se negaban a aceptar los resultados comiciales por cuanto contaban con pruebas de distribuciones ilegales de monederos electrónicos y vales de despensas; cuando menos, las empresas que entraron al juego, Monex y Soriana, han sido señaladas por su ignominia, una y otra vez, pero no fuertemente castigadas por el mercado y la clientela que no aplica las sanciones sociales. BOICOT A ESTAS EMPRESAS QUE FORMARON PARTE DE LA CADENA DE MANIOBRAS ELECTORALES PARA ASEGURAR LA VICTORIA DE peña en 2012.
Sin embargo, hay testimonios fotográficos y fílmicos; en cierta medida, las redes sociales están desplazando a los informativos y convirtiéndose en un dolor inmenso de cabeza para quienes pretenden ocultarse detrás de bambalinas, difundiendo imágenes que no dejan lugar a dudas aun cuando los descubiertos buscan salidas burdas para evadirse de los señalamientos como la cuestión de las fechas, esto es si las imágenes corresponden a los hechos atribuidos a los agentes policiacos y militares vestidos como civiles. No cuentan, claro, que los testimonios directos y oculares de quienes recogieron las escenas y de los transeúntes y curiosos que los vieron, sorprendidos, mientras conducían sus automóviles o caminaban por las calles cercanas al Zócalo o al Campo Militar “Álvaro Obregón” –antes llamado Número Uno-. Como en 1968 o 1971.
Más pesará ahora la Ley de Seguridad Interior.
Por las Alcobas
Esto es, pese a la reiterada negativa en reconocerlo –igual sucedió al descubrirse la masacre de Tlatlaya perpetrada por una soldadesca incontrolable-, lo obvio no puede ocultarse; y es claro que, como en 1971, los grupos de supuestos radicales, infiltrados a las manifestaciones, provienen de campos de entrenamiento oficiales en donde se adiestra a los escogidos entre las tropas y los destacamentos para provocar el caos y culpar por ello a quienes exigen manifestarse “sin violencia”. Por eso las palabras del réprobo, indigno sujeto que coordina la zona central para la Policía Federal, confirman lo expresado líneas arribas: se atreve a juzgar, con prepotencia inaudita, a los visitadores de las Comisiones de Derechos Humanos, sin temblarle la mano, y señala a los reporteros en forma amenazante –obsérvese la fotografía de La Jornada del miércoles 3 de diciembre de 2014, página doce-, ¡porque evitaron la represión violenta de muchachos y adultos, al estilo de las anteriores sobre todo la del 20 de noviembre del pasado año, suponiendo que tales eran los anarcos listos a destrozar ventanas y apedrear restaurantes y hoteles a su paso, al final de la columna de miembros de la sociedad a los que, claro, pretende atemorizarse para que no salgan de sus casas! Una posición fascista que ya tiene apellido: peña nieto.