VENENO PURO

Rafael Loret de Mola

19/02/2017

*Es Peor el Remedio
*El Tópico Termina
*De los “Invasores”

En 1986, bajo el régimen del deplorable miguel de la madrid, tres hechos marcaron no sólo el año sino el periodo en general: el primer “boom” del narcotráfico con severas infiltraciones hacia los sectores gubernamentales, el deterioro sensible de las relaciones entre México y los Estados Unidos a partir del asesinato, en febrero de 1985, del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar y la consiguiente rispidez diplomática y la parálisis financiera como efecto de las políticas supuestamente “reordenadoras”, por cuanto a las deudas arrastradas, con el consiguiente debilitamiento de la planta productiva nacional. Las consecuencias fueron terribles.
Ese mismo año, las presiones de la Casa Blanca se recrudecieron. No se olvide que por esas fechas igualmente se incrementaron los asesinatos de periodistas célebres, entre ellos Carlos Loret de Mola Mediz y Manuel Buendía Tellezgirón, mientras se traslucían razones de Estado que ponían incluso en riesgo la estabilidad del gobierno delamadridiano. Y fue en ese entorno, cansado el entonces mandatario de los amagos diplomáticos, cuando se declaró “persona non grata”, nada menos, al embajador estadounidense John Gavin, émulo de quien ocupaba la Oficina Oval y quien también había sido actor mediocre durante sus años de juventud. El escándalo que debió producir el hecho, sin embargo fue matizado… a cambio de una especie de invasión oculta por parte de agentes estadounidenses que coparon la embajada y los consulados de su país en México.
Quizá el anterior sea el antecedente más notable sobre los diferendos de alto riesgo entre el poderoso vecino del norte y nuestro gobierno. Y no se olvide la manera cómo terminó aquel periodo sexenal: bajo el ominoso fraude electoral de 1988 y la consiguiente usurpación salinista del poder con el aval soterrado de la Casa Blanca a trueque de renegociaciones económicas muy a conveniencia de los financieros de Wall Street. Así se cerró el círculo del oprobio.
El retiro de Carlos Pascual en 2011 de la embajada estadounidense tuvo algunas similitudes con lo sucedido hace un cuarto de siglo: es evidente el nuevo “boom” del narcotráfico a pesar de las aprehensiones y ejecuciones de algunos capos conocidos mientras los padrinos políticos ni siquiera se inmutan; la ejecución de un agente norteamericano, Jaime Zapata, en la carretera entre San Luis Potosí y la frontera norte, prendió la mecha al grado de que la entonces secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, advirtió que no toleraría más violencia contra ciudadanos estadounidenses en México; y, finalmente, por el empeño de ahorrar divisas –todavía entonces en niveles récord en el Banco de México: 193 mil millones de dólares, casi treinta mil más que las actuales-, se percibe la parálisis del sector productivo. Un cuadro muy semejante que tiende, a no dudarlo, a acrecentar la injerencia estadounidense en la vida política de México igual que hace veinticinco años. Por ciclos.
Y mientras las interrelaciones oficiosas con la gran potencia del norte continúan, en cuanto a que impone órdenes y no sugerencias al estilo de Hillary, la percepción de inseguridad en este 2017 es verdaderamente alta: el 73 por ciento de los mexicanos estimó que no puede estar tranquilo a diferencia del 69 por ciento que pensaba lo mismo en 2011. La llegada de peña al poder, sin duda, no relajó el estado de ánimo de la población sino aumentó el agobio, la tensión, el horror, al grado de que muchos han modificado sus costumbres para pesar de la nación.
La realidad es muy simple: a los vecinos del norte les interesa que México permanezca entrampado por la violencia para así ejercer sobre nosotros una especie de tutoría con tal de que no sea señalado nuestro país, por obra y gracia de los malos gobiernos, un “estado fallido”. Esta amenaza es, digamos, la pieza angular del dominio de los norteamericanos sobre el gobierno mexicano. Si dejamos de ofrecer sangre, se desnivelarían los mercados de drogas en la Unión Americana y con ello los precios. A quienes no conviene esta situación son, precisamente, a los hijos del Tío Sam. No por casualidad, tras ciento cincuenta y siete mil muertes, en seis año, desde 2008, la guerra entre mafias no deja de producir fosas clandestinas sin que disminuyan las “exportaciones” de drogas hacia más allá del Bravo con el consentimiento de la CIA y las aduanas, puestas de acuerdo para permitir el paso de los tráileres en determinadas horas y por rutas preestablecidas día a día para intentar disimular lo inocultable. Es de esta realidad, inverosímil, de la que no podemos escaparnos.
¿Leyes migratorias? Resultan el camuflaje ideal para que la Casa Blanca, la de la avenida Pensilvania en Washington para no confundir con otras residencias célebres de Las Lomas, mantenga igualmente la clandestinidad de los trabajadores mexicanos pagándoles a precios menores de los usuales. Y, ahora, van dirigidas a la propaganda mayor: la bienvenida a Cuba por parte del viejo “imperialismo” antes de la muerte de Fidel. Toda gloria se desvanece como la soberbia y la envidia.
México, como bien apuntó Luis Donaldo Colosio trece días antes de ser asesinado, ante el Monumento a la Revolución en marzo de 1994, ha sido y es agraviado. Nada se ha movido entre las corrientes diplomáticas que nos asfixian desde la embajada de los Estados Unidos. Allí se fraguó el golpe contra la democracia y la revolución en 1913; y allí mismo se han conjurado quienes desean apostar siempre por la inestabilidad para sacar rendimientos nauseabundos. Y esta realidad ya no puede negarse y, por desgracia, ni siquiera contrarrestarse.
Mirador
En abril de 2003, la delegación mexicana encabezaba el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y en este carácter se negó a avalar la invasión a Irak por parte del ejército estadounidense, sólo seguida por su gran aliada Gran Bretaña y el convenenciero gobierno español encabezado en esos días por el derechista José María Aznar. Como efecto de este breve rasgo de dignidad, quien se desempeñaba como embajador de Estados Unidos en México, Tony Garza, sacó a México del listado de “amigos” para refrendar, lo dicho por el presidente Bush junior: “quien no está con nosotros está contra nosotros”.
A partir de ese momento, el mandatario mexicano, fox claro, debió remar a contracorriente tratando de distender el evidente malestar de su colega de Washington con resultados amargos, esto es mediando condiciones francamente lesivas para la nación débil. Y, como en 1988, el continuismo político, con olor a fraude, se consumó en 2006 con el beneplácito norteamericano a cambio, claro, de manos libres en el campo financiero… y acaso también en el político. Los paralelismos asombran, sobre todo, porque seguimos tropezando con las mismas piedras.
A los ingenuos que aseguran que el rasgo “valeroso” de calderón –minúsculas- al señalar a Pascual como indeseable fue honra para la soberanía nacional, bien les valdría repasar la historia antes de sacar conclusiones arbitrarias y viscerales. Sobre todo después del proceso sucesorio de 2012 en el que el PAN se quedó perdido, desolado, en el monte de la ignominia.
Por las Alcobas
Trescientos aviones de combate estadounidenses se suman a los agentes y militares que vigilan la frontera entre México y los Estados Unidos, la más transitada en el mundo. Con ello, claro, caerá por su propio peso la torpe versión acerca de que los “invasores” son los mílites mexicanos que constantemente cruzan hacia los Estados Unidos protegiendo, de acuerdo a las versiones más alevosas, los cargamentos de drogas.
Así lo denunciaron en su libro “En la Línea” –Plaza y Janés, 2004-, los agentes al servicio de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, Erich Krauss y Alex Pacheco –el primero fue entrenador de combates cuerpo a cuerpo amén de informador-, indignados por la “pasividad” de las fuerzas estadounidenses ante la supuesta irrupción de tropas extranjeras. El diferendo siempre tiene dos caras aunque muchas veces una de ellas sea sencillamente absurda.
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LA ACTUAL EMBAJADORA DE ESTADOS UNIDOS EN MÉXICO, ROBERTA JACOBSON, TIENE ANTE SÍ LA MISIÓN MÁS RIESGOSA EN LA QUE SE HAYA INVOLUCRADO UN DIPLOMÁTICO EN NUESTRO PAÍS: MANTENER A LAS FUERZAS “DE APOYO” DEL SUYO, EN CUANTO A LA PERSECUCIÓN AL CRIMEN ORGANIZADO, CONTRARIANDO EL PERENTORIO Y ANULADO PROPÓSITO DE peña nieto DE RETIRARLOS PARA CONFIAR MÁS EN NUESTRAS FUERZAS ARMADAS Y LOS APOYOS SUDAMERICANOS –LÉASE EL GENERAL ÓSCAR NARANJO TRUJILLO, DE COLOMBIA-. DESDE LUEGO, peña CEDIÓ VERGONZOSAMENTE.
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