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ORBE
Ma. Teresa Medina
26/12/16
Traspasos de poder y herencias trágicas
A seis días de que el 2016 se extinga, uno de los peores flagelos que este año repitió fue la aberración cada vez más grave de gobiernos que traspasaron el poder mediante herencias trágicas.
Como bien se sabe, fueron doce gubernaturas las que este año cambiaron de titular, incluyendo la de Tamaulipas donde el priísta Egidio Torre Cantú entregó el bastón de mando al panista Francisco García Cabeza de Vaca.
Una cesión de poder, la de Torre-Cabeza, legitimada en términos inéditos por la voluntad popular.
Transferencia que rebasó todas las expectativas, seguramente por el hartazgo social, donde el PAN, ganador de la elección, abarcando alcaldías y la mayoría en el Congreso local, quizá pudo haber sido un participante más de la contienda que al igual que la base militante del PRI y, sobre todo, la ciudadanía, aprobaron y ratificaron que el entonces senador Cabeza de Vaca llegara al poder.
De súbito, esa enorme base del PRI se quitó la camiseta tricolor, dejando de lado al aspirante de su partido a la gubernatura, y recordando que el principal color político es el del pueblo, votando por un cambio que postulaba la justicia negada desde hace muchas décadas.
La gran lección del 2016 en Tamaulipas y en 11 entidades más del país fue la impresionante experiencia democrática que, demos por hecho, se replicará en 2018 en la elección presidencial, cuyo ungido no llegará por la influencia del mentiroso spot publicitario sino por la consagración de la verdad y la transparencia.
Si bien es cierto que el PAN llevaba al mejor de los candidatos al Gobierno de Tamaulipas (y por ende el más atacado), la realidad es que el PUEBLO se constituyó como el más poderoso partido político, llevando al poder a un personaje que llegó justo en el momento de ese cambio tan largamente anhelado.
Como en otras elecciones históricas celebradas en diversas partes del mundo, el partido, en este caso el PAN, fue rebasado por los votantes de todos los colores, mucho más, repito, por una sociedad apolítica, aunque el mérito del instituto que ahora preside Francisco “Kiko” Elizondo quedará registrado en la historia.
De lo demás, ya la misma historia se encargará de calificar la gestión, que apenas inicia, del gobernador Cabeza de Vaca, que a diferencia de sus predecesores su discurso valiente caló hondo en los sentimientos y realidad de los tamaulipecos.
Ahora lo inexplicable, absurdo, aberrante, que rompe toda lógica, es el ciclo interminable de historias donde una buena parte del presupuesto público parece haberse “evaporado”, descubriéndose semejante eventualidad aciaga precisamente en los traspasos de poder, y en algunos casos antes, ahí están las corruptísimas administraciones de los depredadores Duarte, Veracruz y Chihuahua, cuyos nuevos gobiernos, a cargo de Miguel Ángel Yunes y Javier Corral, igual que en las películas cómicas, continúan preguntándose “¿Y dónde quedó el dinero?”.
La gran interrogante es si los 12 nuevos gobiernos estatales (7 del PAN y 5 del PRI) lograrán derribar tamañas dictaduras locales donde la corrupción hacía y deshacía, orientando sus gestiones hacia una auténtica justicia social o si el cambio provocará fuertes desequilibrios sociales en todos los órdenes.
En ese sentido, la justicia deberá ir en dos direcciones, porque mezcladas serían una bomba peor que las detonadas por varios de los gobiernos anteriores.
Castigar con todo el rigor de la ley a quienes dispusieron para fines particulares de los recursos públicos, reinstalando al mismo tiempo la pacífica convivencia social que el pueblo se merece.
Una batalla que guarde las proporciones simétricas, recuperando los saqueos que extrañamente hasta el momento no hay autoridad alguna que defina -contablemente- el monto global, cuidando que la amnesia de la memoria histórica no decida cancelar la cifra descomunal de esos peculados con el “borrón y cuenta nueva”, y que el rescate de esos recursos compensen urgentemente y en la medida posible el agravio y la pérdida que los mexicanos sufrieron y sufren.
Cualquier otra condición que no clarifique plenamente estas herencias trágicas servirá de muy poco. Por cierto, las escaleras se barren de arriba hacia abajo. Y desde muy arriba.
P.D. Es apremiante que la justicia se haga cargo del país, antes de que la “clase política” lo pudra totalmente. Ahí va el más reciente desenfreno del poder:
El ex gobernador Humberto Moreira advierte que si el PRI lo expulsa, él expulsará al PRI de Coahuila. ¿Acaso este envalentonado sujeto (que se siente dueño de esa entidad) olvidó ya los lagrimones cobardes que derramó cuando la policía española lo capturó en Madrid?
¡Excelente inicio de semana!
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