ORBE

Ma. Teresa Medina

23/12/16

La nave zozobra y el capitán descansa

Este lunes 26 el presidente Enrique Peña Nieto suspenderá por motivo de fin de año todas las actividades inherentes a su elevada responsabilidad, reanudando su agenda pública el miércoles 4 de enero.
La nota no tendría la trascendencia que hoy adquiere, mucho menos si el titular del Poder Ejecutivo Federal decidiera dedicar esos días al golf, su afición favorita.
Pero dadas las condiciones inciertas y sombrías por las que atraviesa la nación, su inestabilidad política y grave situación económica, agudizadas por la inminente llegada de Donald Trump (traducida como la mayor amenaza para México en su historia moderna) a la oficina más poderosa del mundo, las vacaciones del mandatario mexicano parecen irresponsables.
Algo semejante al caso de una nave que zozobra, mientras su capitán anuncia despreocupadamente su decisión de irse a descansar.
¿Estarán exagerando muchos al no reconocer y admitir que el Presidente de la República merece, como nunca, esas breves vacaciones? ¿Tiene sentido que el Jefe del Estado Mexicano permanezca trabajando cuando en estos días no hay mucho o nada qué hacer?
Todo depende, si se me permite, de sus compromisos y resultados alcanzados, los que nunca deberían confundirse con los discursos o buenas intenciones.
Tampoco son precisamente el problema los diez días de reposo o diversión a lo grande (él sabrá), cuando basta revisar el mensaje que don Enrique envió a la nación aquel 1 de diciembre de 2012, asumiendo que como presidente democrático trabajaría “en coordinación y corresponsabilidad con los otros órdenes de gobierno”.
Pasaron cuatro años y “el horizonte promisorio de la República” que contempló y juró llevar a cabo aún no aparece y ni aparecerá.
Y lo más grave de todas las gravedades: la sociedad está con el ánimo quebrado ante la ausencia de un líder que no pudo recuperar los espacios que han robado la inseguridad y la violencia en diversas regiones del territorio nacional.
El fenómeno de un México, decía entonces Peña Nieto, “donde pocos lo tienen todo, y la mayoría carece de condiciones para el goce efectivo de sus derechos”, sigue siendo un empeorado recuento de nuestros males históricos y de engaños producto de la corrupción y de la incompetencia de políticos y funcionarios.

“UN PRESIDENTE QUE CUMPLA”: EPN
Hablaba también ese día el nuevo Presidente de la República de “una nación que crece en dos velocidades: un México de progreso y desarrollo, pero otro que vive en el atraso y la pobreza”.
Era un discurso donde no se aludía (bajo ninguna circunstancia) a los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón. La fiesta de la alternancia debía (y debe) llevarse en paz.
Y la reingeniería política que encabezan PAN y PRI –como consigna– no debe ser fastidiada por nada ni por nadie.
Sólo se admiten, eso sí, los participativos a la causa de quienes engordan fabulosas cuentas bancarias en el extranjero.
Las culpas, en todo caso, se dirigían a un difícil entorno internacional que nos ha estado haciendo pedazos a todos, en contradicción a sus palabras de que la delincuencia organizada se ha robado los espacios públicos.
Motivos ahora sobran con la crisis energética y la especulación creída al 100 por ciento de que Trump es el Anticristo, y que la batalla del Armagedón está a unos cuantos días de estallar.
No se diga de otros culpables que se embolsaron todo el dinero que pudieron frente a las narices de los congresos locales, de la PGR y de la Auditoría Superior de la Federación, dejando a los nuevos gobernadores con la obligación de contratar deudas para medio llevar las cosas y pagar las deudas heredadas.
Decía Peña: “Hay un gran número de mexicanos que viven al día, preocupados por la falta de empleo y oportunidades, porque el país no ha crecido lo suficiente”.
Prometía que ese era el México que había que transformar, pues sus condiciones “nos agravian y nos duelen”. Imagínese ahorita. Sin embargo, las convicciones cambian con el vértigo del poder y su “obligación ineludible” falló, exactamente como el renglón donde afirmaba que “los mexicanos demandan un presidente que asuma su responsabilidad con la República y que cumpla a cabalidad con sus deberes”.
¡Feliz Navidad!

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