ORBE

Ma. Teresa Medina

24/10/16

2018, incredulidad y renovación nacional

“Sabemos quiénes somos pero no quiénes podemos ser.” Carlos Fuentes.
El 2018 viene cargado de un ambiente electoral exponencialmente escéptico.
Hablar del plano nacional no requiere grandes dotes de clarividencia para atisbar que MORENA con Andrés Manuel López Obrador, y el PAN, llevando presuntamente como abanderada a Margarita Zavala, tendrán las principales oportunidades de relevar a Enrique Peña Nieto en Los Pinos.
Un panorama semejante se pronostica en el Congreso de la Unión, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados.
Todas las fuerzas políticas llegarán a una competencia que si bien orbitará en torno al cambio del Ejecutivo federal, la realidad es que el juego político se dará en un piso democrático más parejo, soportando una exigencia social sin precedente en nuestra historia contemporánea.
Respecto al PRI, salvo que ocurra un verdadero milagro en el combate a la corrupción y resultados que disminuyan drásticamente la inseguridad, parece destinado a perder la Presidencia de la República y la mayoría en las dos cámaras federales.
En Tamaulipas la disputa por las 43 alcaldías y 22 diputaciones (de mayoría relativa) dependerá mucho, si hablamos del PAN y su inédita hegemonía política, de las soluciones desprendidas del primer tercio sexenal de Francisco García Cabeza de Vaca.
Rendimientos gubernamentales que reelegirían (inclusive incrementarían) las 20 curules y los actuales 24 ayuntamientos panistas que gobiernan 1,923,670 habitantes (55.9% de la población del estado), contra 11 diputados y 16 municipios en los que el priismo representa a 1,470,775 habitantes o 42.7%, según datos del INEGI y su encuesta intercensal de 2015.
Un trabajo monumentalmente épico le aguarda al gobernador Cabeza de Vaca, fundamentalmente en el rubro de seguridad, en el que por cierto el jueves pasado, en Altamira, se comprometió a dar resultados en un plazo de 18 meses.
Es decir, a más tardar en abril de 2018, los tamaulipecos veríamos sensiblemente disminuida la ola de criminalidad que azota al estado desde hace casi tres sexenios.
Una fecha que ratificaría las emociones ciudadanas del pasado 5 de junio electoral, regocijadas por un cambio ajeno a la mercadotecnia política y a su incertidumbre a la hora de cumplir compromisos pactados.
No obstante, el mandatario precisó que la situación de violencia es grave y no puede erradicarse de la noche a la mañana, aunque también señaló que con trabajo y dedicación, y con el apoyo de la sociedad, será posible extirparla.
En ese tenor, el primer objetivo de su gobierno sería recuperar todas las áreas prioritarias como la red carretera, permitiendo mejorar los flujos de mercancías, turismo y comercio en cada rincón de la entidad.
A propósito de los porcentajes referidos de gobiernos municipales que presiden PAN y PRI, faltarían sumar los ayuntamientos de Díaz Ordaz, Jaumave y Llera, que en conjunto suman 47 mil 249 habitantes o el 1.4% de la población de Tamaulipas, cuya totalidad es de 3 millones 441 mil 249.
El primero es gobernado por el Partido Encuentro Social, en tanto que los otros dos están en manos de alcaldes independientes.

¿GOBERNABILIDAD DEMOCRÁTICA?
Continuando con el tema, se prevé que en 2018 llegue a su fin el desastre que sufre el país suscitado por las radicalidades y desacuerdos entre las diferentes fuerzas políticas, así como la falta de legitimidad en las elecciones presidenciales.
Los expedientes de Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto han sido costosos ejercicios políticos que alentaron, mediante sus proyectos neoliberales, la concentración de poder, la inmensa corrupción y el enfrentamiento político, desactivando la movilización social, el progreso de millones de mexicanos en pobreza (cuya cifra real se oculta, pero se cree ronda los 70 millones y no los 55 oficiales) y provocando la espantosa violencia y sus secuelas de miedo y zozobra.
Hoy, prominentes políticos del PRI, PAN y PRD, proyectan la segunda vuelta electoral y gobiernos de coalición que estabilicen al país, destierren la radicalización, ofrezcan diálogos y acuerdos fructíferos en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República, extendiéndose la gobernabilidad a las 32 entidades federativas. Con todo, no creemos que los corruptos y demagogos se rindan fácilmente a esta genuina transición democrática, permitiendo que el electorado transforme el actual sistema político en un escenario de justicia. De ahí que la incredulidad de los movimientos sociales no baste para renovar a la nación.
¡Excelente inicio de semana!

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