Ma. Teresa Medina Marroquín
10/10/16
Se renueva o se muere el nieto del dinosaurio
Algunos dicen que siendo presidente de la república Carlos Salinas de Gortari, habría sostenido una reunión con los principales líderes de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) y con el entonces rector José Manuel Adame Mier.
Las palabras que el Presidente dirigió a esos personajes que concentraban el poder real en la cúpula universitaria, tensaron el ambiente: “renovarse o morir”.
Gobernaba el ingeniero Américo Villarreal Guerra, a quien en voz baja se le achacaba su incuria para contener la ola de violencia desatada desde la máxima casa de estudios.
Eran tiempos donde el poder político lo controlaba absolutamente el inquilino de Los Pinos, informándosele de los desmanes cometidos por “porros” de diferentes grupos.
Fechorías que tejieron una historia de escándalos y tragedias, alterando la tranquilidad social.
Pese al supuesto regaño presidencial el ambiente de violencia continuó en la UAT, soslayando sus líderes políticos que a Salinas no le temblaba la mano para reprimir todo exceso de poder.
Tanto que enero de 1989, mediante una espectacular incursión militar fraguada desde la Ciudad de México y puesta en marcha en el aeropuerto de Tampico, se deshizo en unas cuantas horas de “La Quina” Joaquín Hernández Galicia y de su imperio criminal que (entre fogosos discursos nacionalistas) saqueó a manos llenas las arcas de Pemex, sembrando el terror en diferentes secciones petroleras del país.
Sería en el gobierno de Tomás Yarrington cuando los daños y la tensión causados por los dirigentes estudiantiles disminuyeron hasta casi desaparecer.
Hubo de transcurrir todo el sexenio de Ernesto Zedillo para que la UAT recuperara su ambiente de normalidad conculcado por los jefes de las mafias universitarias, que quizá ignoraron las advertencias del salinato convertido en una plaga de atentados, destacando los magnicidios de Luis Donaldo Colosio, José Francisco Ruiz Massieu y el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.
¿Con qué moral política viene a meter orden el Presidente de la República?, habrían argumentado los líderes uateños.
Pero, verdad o mentira la historia que describe la reunión de marras, ya se preveía de todas formas el fin de esa época estigmatizada por el crimen y la impunidad, como la caída del mismo cacique petrolero que igual -se asegura- patrocinó grupos porriles en el sur del Estado.
EL PRI, SÓLO UNA SALIDA
Muchos se preguntan si ese dramático desfile de corrupción prohijado por el PRI a lo largo de 86 años llegó a su fin irreversible, igual que sucedió en la UAT, y si el hijo o, mejor dicho, el nieto del dinosaurio, logrará instalar la democracia interna, combatiendo la inmoralidad política que ha convertido a Tamaulipas en tierra de nadie.
La lógica señala que así será. Pues lo que aún quedó del partido tricolor después de la catástrofe del 5 de junio, no le da ni la mínima capacidad de maniobra para volver hacer de las suyas.
Y no sólo porque los poderes ejecutivo y legislativo del estado, y próximamente el judicial (con el arribo de Horacio Ortiz Renán como magistrado de la Primera Sala), sean controlados por el PAN, sino que el pequeño y raquítico dinosaurio ya no tiene otra salida: se renueva o se muere.
Rehuirle al proceso de renovación llevaría a este partido al basurero político del estado, sino hasta que sus líderes emergentes se vean incapaces de remontar la desilusión de su abandonada estructura, explotada siempre en descomunales y cada vez menos ingeniosas empresas electorales.
Un ejemplo concreto de renovación política, acaso poco representativo de esa intención de limpiar a fondo la casa tricolor, pero al fin una especie de compensación al recuento de daños, sería que los amagos de los nuevos alcaldes priístas, recogiendo el de Magda Peraza de investigar a su antecesor Gustavo Torres Salinas, de llevarse a la realidad, y paralelo al de Carlos Morris Torre de desmarcarse del sexenio encabezado por su tío Egidio Torre Cantú, desplegarían fuertes reconocimientos de aliados y adversarios.
Finalmente la intención es que el PRI vaya más allá de sus acostumbrados recursos retóricos, suprimiéndolos desde el Congreso Local y aportando parte del cambio no propiamente al nuevo gobierno, sino a la sociedad agraviada por sus acciones arbitrarias.
¡Excelente inicio de semana!