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ORBE


Ma. Teresa Medina

29/07/16

La miserable condición humana

Las vacaciones dejaron de ser lo que eran.
Los días de tranquilidad, de esparcimiento o, según el gusto de cada quien, de relajo y hasta de excesos y locuras súbitamente se convierten en recuerdos.
Con el arribo de la nueva época política al México del Siglo XXI, las noticias, cada vez menos filtradas, nos tienen expectantes y al filo de la butaca.
De acuerdo al punto de vista de Enrique Krauze, de ganar Donald Trump la Presidencia de los Estados Unidos, nuestro país entraría a una nueva guerra con los vecinos del norte.
El notable historiador, distanciado de Televisa, aclara que un conflicto de semejante envergadura sería catastrófico en términos comerciales para este país atribulado por la inseguridad y la corrupción.
Pecados sociales que tienen a los mexicanos muy cerca de un estallido social.
De modo que la guerra se estaría gestando desde acá y no exactamente desde allá.
Favor de no enredar entonces don Enrique lo que ya está completamente enredado, complicado y trastornado y tiene a todo mundo metido en un laberinto maligno.
En el ámbito local, se sueltan los rumores de que todo un contingente de priístas (no de a pie, sino de avión) estarían ocupando infinidad de cargos públicos en el gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca.
Los ahora llamados apóstatas de la fe tricolor, recién convertidos al credo panista, no se anduvieron por las ramas y acostumbrados a enseñar el cobre se fueron a la cargada con el vencedor.
¡Muera el Rey, Viva el Rey!
¡Qué miserable es la condición humana!
Y yo no digo que ese gentío merezca un linchamiento político, pero la discreción de las crudas conveniencias también es cosa del pasado, ciertos de que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
O sea que la decencia y el honor son cualidades, dicen, muy “sobrevaloradas”.
Nuestro fuerte, se comprobaría cada vez más, son la traición y las puñaladas traperas, inconformes con la teoría de que los triunfos deban ser provisionales.
Tan sencillo y práctico como arrojar a la basura las camisetas verdes y rojas, quemarlas si es posible (recomiendan ampliamente) para que no quede huella de ese pasado, y enfundarse en la azul.
¿Dónde quedaron las buenas conciencias?
Pues lo que habían dicho de ellas eran sólo puras mentiras o de perdido verdades a medias: aquí siguen vivitas y coleando, pero adaptadas a los nuevos tiempos de los nuevos teatros.
Confirmándose como desde hace muchas décadas que la moral es un árbol que da moras.
Aunque también ahora ofrece generosamente unas “moreiras” grandototas.
En contraste, justo es reconocer que en la capital del Estado los patrullajes y los retenes militares anunciados por el Gobierno de Egidio Torre Cantú no sólo aparecen por todos lados apoyados por la Policía Federal y la Fuerza Tamaulipas, sino que arrojan resultados que recuperan la tranquilidad de la sociedad.
No faltan en ese sentido los suspicaces que digan que sólo se trata de que la transición en el gobierno estatal no sufra de alteraciones, entregando Egidio Torre Cantú en completa paz el mando a Francisco García Cabeza de Vaca.
No estamos de acuerdo con esa limitada visión, considerado que fue el propio Herminio Garza Palacios, secretario General de Gobierno, quien hace no muchos días anticipó ese despliegue de seguridad por la violencia desatada, ofreciendo sectorizar a la ciudad como efectivamente sucede.
En temas igualmente prioritarios, el secretario de Salud, Norberto Treviño García-Manzo, señala que las enfermedades como la diabetes mellitus, tumores malignos e isquemias del corazón se previenen con análisis clínicos y autocuidados, más una adecuada alimentación y actividades físicas, informando que durante la presente administración aumentó la esperanza de vida de los tamaulipecos a 75.7 años, es decir, un año más a partir del 2011. Un avance que a simple vista parece poco, pero que en una entidad de 3 millones 300 mil habitantes constituye un progreso extraordinario.
¡Feliz fin de semana!

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