Ma. Teresa Medina
13/06/16
Cambiando el lenguaje político
Pasado el proceso que eligió a los nuevos servidores públicos tamaulipecos, los acontecimientos de los gobiernos saliente y entrante se desencadenan.
No habiendo nada que socavar desde ninguno de los desmantelados cuartos de guerra, Egidio Torre Cantú se apresta a entregarle el poder a Francisco García Cabeza de Vaca.
Y éste ya aterriza el compromiso pactado ante el clamor popular.
Las experiencias personales de los candidatos ya están archivadas desde hace días, y la lectura de éstas se minimizan ante un ambiente plagado de incertidumbres que el gobernador electo debe desactivar.
La meta inmediata es la entrega/recepción del poder público estatal y en consecuencia la instalación del orden en toda la entidad, adentrándose en un pasado que se veía de cierta distancia y que ahora se conocerá como verdaderamente es.
Trabajo enorme que en tiempos difíciles demanda a un gobernante serio e institucional, ajeno a un proceso eleccionario que tuvo su apogeo, y hoy se interioriza ubicuamente en las entrañas de la sociedad civil.
También los discursos excepcionales se reubican y se convierten en cumplimientos de compromisos urgentes que lamentablemente al ser aterrizados en la realidad nunca son tan unánimes.
Pero que tendrán que desarrollarse a efecto de que el escepticismo quede desterrado de una buena vez.
El encumbramiento de García Cabeza de Vaca es entonces un suceso que poco o nada tiene que ver ya con la ilusión mediatizadora ni con los acuses de recibo que se recogieron a todo lo largo y ancho de Tamaulipas en la campaña.
Lo que debe venir es toda una formidable tarea de movilización de la sociedad en favor de sus intereses, donde las expresiones sigan siendo libres y cabales.
Al PRI, por su parte, le corresponde dejarse de lamer las heridas de una derrota que pareció buscársela, y proyectar desde su nueva trinchera opositora el cambio que ofreció.
Finalmente una democracia no son sólo campañas político-electorales, cuyas expresiones se limiten a esos eventos.
Quienes queden al frente del PRI estatal, de sus sectores y de sus organizaciones, deberán probar que sus dichos son tan valientes en las buenas como en las malas.
Rafael González Benavides, Efraín de León León, Florentino Sáenz Cobos y el resto de los dirigentes no deberán asumir actitudes de desposeídos de un poder que encabezaron durante largo tiempo.
Sus propuestas deben continuar contribuyendo a los vientos de cambio que se esperan del que pronto será formalmente el nuevo gobernador.
Deberán acercarse a él y esforzarse por unificar criterios sin ánimos disidentes, bajo la premisa de que todo lo que se hizo y se invirtió finalmente era en función del bien social.
Los rituales, las estrategias, las ambiciones y hasta las soberbias y simulaciones que tanto se observaron, deberán cambiarse por un trabajo fecundo y creador, sea desde el Congreso del Estado como de los ayuntamientos y de los tantos frentes sociales que solían ser ignorados.
El concepto de un partido dominante que tanto enfadó y que incluso llegó a escandalizar a su propia militancia es una impresión que ya no tiene cabida ni escenario alguno.
Y no porque el futuro haya cerrado definitivamente las puertas de Palacio de Gobierno a sus proyectos, sino porque ahora, en la jerarquización de las prioridades y de los mandatos populares, lo que se tiene que atender es realmente urgente.
El tradicional y obsoleto lenguaje político que se habla en Tamaulipas recibió una clara indicación del pueblo. Si no se acata todo seguirá estancado en la misma página.
Sin esperanza de que el rumbo de la entidad se enderece. Condenados todos a repetir la misma y oscura historia.
Mensaje institucional de la UAT
Mientras el cambio de poder se procesa en términos legales en el tercer piso de Palacio de Gobierno, el rector Enrique Etienne Pérez del Río trasciende la institucionalidad de la UAT, y de su disposición a colaborar con el nuevo gobierno, con la imparcialidad que le es inherente.
¡Excelente inicio de semana!