Ma. Teresa Medina
6/05/6
Espinas y cardos ahogaron el debate
Y mientras esa línea que separa a la política con el mundo de la farándula se vuelve cada vez más delgada, poco es -dentro de su proporción- lo rescatable del debate de antier por la noche organizado por el IETAM y celebrado en el Teatro Juárez de la UAT.
No tenemos otra opinión en ese sentido, pues de los ocho aspirantes resulta inexplicable no se hayan producido por lo menos en conjunto un mínimo de cien soluciones serias y respetables.
Es decir, semillas y cardos que suelen crecer en terrenos pedregosos e infértiles ahogaron la buena semilla.
En medio de candidatos de memoria corta y soberbias grandes, lo relevante continuó siendo el alto nivel propositivo de Baltazar Hinojosa Ochoa acaso seguido de una que otra coincidencia de dos competidores.
De ahí en fuera la expectativa de mejoras sustantivas al debate se redujo a lo mejor que saben hacer la mayoría de los opositores:
Difamar, atacar y descalificar.
Tanto que si esa proclividad de agredir sistemáticamente aún estuviera contemplada como delito en el Código Penal de Tamaulipas, la mayoría de los candidatos hubieran amanecido con sendas querellas en su contra.
Lamentablemente se repitió y se apoderó de la escena el espíritu maligno que engendra descalificaciones y estridencias.
Jorge Valdez Vargas del PRD no se quedó con ganas de utilizar el estilo de barrio bajo, mientras que Francisco Chavira se vio muy mal imitando al fracasado “Bronco” de Nuevo León.
En tanto que el panista Francisco García Cabeza de Vaca no pudo refutar la acusación, ésa sí con pruebas, que el PRI estatal le interpuso formalmente ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE), por el uso de tarjetas electrónicas (o monederos) para la compra de votos que se reparten en todos los municipios y que presuntamente podrían ser canjeadas por una cantidad de dinero.
La demanda penal, recordemos, fue presentada esta semana por Héctor Villegas Gamundi, secretario de Acción Electoral del partido que preside Rafael González Benavides.
Todo ese contexto contencioso agudiza cada vez más las filias y las fobias de muchos tamaulipecos contra esa parafernalia electoral, dificultando que la ciudadanía tome una decisión razonada sobre los positivos efectos del voto y la consolidación de proyectos que le urgen a Tamaulipas.
Dicho en otras palabras, las casas de campaña de los diferentes candidatos a la gubernatura se han convertido en “cuartos de guerra” y no en activos centros donde se revisen y analicen las operaciones electorales, los avances y los escenarios para los comicios del próximo 5 de junio.
Una guerra electorera que a su vez presenta evidentes síntomas de desesperación y sobrevivencia para la mayoría de los partidos, distantes de esa competitividad que demandan los votantes.
La meta parece ser entretener (con no pocos vividores) a la sociedad que decidirá quiénes habrán de gobernar en Tamaulipas y en sus 43 municipios y mantenerse vivos; y ya no precisamente verse en el gobierno.
Una especie de creciente amoralidad política que sirve de combustible a la mecánica interna de los partidos opositores y que finalmente ni ellos mismos se creen, pues es el único camino para autoconvencerse de que van “bien”.
En suma: las metas del debate fueron contaminadas por las acusaciones que alentaron famas públicas negativas.
De aquí en adelante, y a un mes de las elecciones, todo indica que la suerte de los candidatos parece definirse no por haberse destacado en la participación de las ideas que construyen (principal valor de la democracia), sino por el alto nivel de vociferaciones que oscurecen el panorama.
Pese a ello, todo nos lleva a pensar que el PRI, por encuestas, propuestas y civilidad, va arriba en el proceso que elegirá gobernador del Estado como en la mayoría de los municipios, incluyendo las veintidós diputaciones locales.
Del resto bien se puede decir que están en su derecho y obviamente en su campaña, pero sin convencer como ellos mismos ofrecieron hacerlo.
La guerra sucia ciertamente llama al morbo pero no deja de ser veneno que cada ciudadano decide si lo consume, y que al final degrada a quienes la orquestan y provocan (partidos y candidatos) con las consecuencias que saltan a la vista. Un manto de oprobio que sin duda pasará factura dentro de un mes para sus patrocinadores, pues si todos estos suponen que Tamaulipas es un “gigante dormido” se equivocan, la gente sabe muy bien cómo están las cosas y quiénes se han esforzado por el presente y quiénes son los que están forjando el futuro.
¡Feliz fin de semana!