Ma. Teresa Medina
4/01/16
Nada detiene a los tiburones
Si le entendimos a Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), el naciente 2016 será un ciclo “duro, decepcionante y de crecimiento desigual”.
O lo que es similar, porque siempre dicen y hacen lo mismo, este año (que por cierto acaba con el número 6) traerá diversos terremotos financieros, seguidos de la desaceleración económica en China y el incremento de tasas de interés en Estados Unidos.
Luego la tensión se exacerbará, según el mismo FMI, por una mayor volatilidad financiera en todas las regiones del mundo.
Fenómeno que ya no sólo gravita históricamente sobre las cabezas de todos los que habitamos el continente latinoamericano, porque lo llevamos en las propias entrañas.
Pero lo que no dice al micrófono (pues ya ni tiene caso) la principal capataz de los más ricos del planeta, es que este año el 1 por ciento de la población mundial tendrá a su completa disposición el 50 por ciento de la riqueza global.
Avisos o amenazas explícitas o subliminales (o como se les llame) que ya no alarman ni siquiera al sujeto más salado, simplemente porque es el único método de esta gente para apropiarse de todo lo que nos corresponde a los mortales que andamos a pata o en pesera.
Un todo que jamás tendremos ni nunca nos hemos imaginado tener por la sencilla razón de que nuestras ambiciones no llegan a tanta enfermedad mental.
Aunque lo curioso de todo esto es que ellos, los archimillonarios, tengan tan extraviada la brújula que no sepan para qué es el dinero ni lo que realmente es vivir de verdad, rodeados de la opulencia y de todos los lujos y extravagancias efímeras que más temprano que tarde los convertirán en los más adinerados del panteón.
Incluso poco le importa quiénes asciendan al poder o sean echados de éste, ni cualquier grilla regional o local, que si se lo propusieran (ya ven que por dinero baila el perro), fácil se harían del llamado “poder público”.
Sin embargo, algo tienen que dejar en estos ominosos escenarios, al menos para entretenerse un rato cuando el fastidio de su excesiva ociosidad los lleva a la desesperación suicida.
Por eso nada les interesa la política porque de una forma u otra el billete grande (poder real) finalmente les llega siempre a través de tantas y tantas tuberías que mantienen interconectadas por todo el orbe, desembocando hasta las imponentes y fortificadas bóvedas de sus bancos.
¿Entonces cómo diablos, señora Lagarde, no va ser “decepcionante” el crecimiento de la economía mundial, si todo el dinero (legal o ilegal) va a parar a las fauces de estos tiburones cúspide de la cadena alimenticia?
Y como no podremos, según pienso, cambiar las cosas, ni moverlas un milímetro de su lugar, lo mejor que debemos hacer en medio de nuestras desveladas preocupaciones es ver hasta con simpatía a estas gigantescas bestias e incluso divertirnos con sus glotonerías, que ni Obama ni Putin, juntos o cada uno por su lado podrán detener jamás.
NO HAY ENCARTADOS NI DESCARTADOS
Trasladémonos ahora al proscenio político de Tamaulipas, donde aún se sigue diciendo (y por algo será) que ningún aspirante a la gubernatura está completamente seguro de tener en la bolsa la candidatura, pero que tampoco (para alivio de todos ellos) nadie está tampoco descartado.
Tanto que hasta el mantense Alejandro Guevara Cobos, que algunos lo ubicaban fuera de la jugada, continúa haciendo su luchita, al igual que Alejandro Etienne, Enrique Cárdenas, Baltazar Hinojosa, Marco Bernal, Paloma Guillén y Ramiro Ramos Salinas permanecen dentro de un intenso proceso democrático donde, lamentablemente, brillan por su ausencia las “conspicuas” figuras opositoras.
La culpa, señalan, es la falta de argumentos políticos creíbles de panistas y perredistas que a la vista ya no son pocos los que creen que se convirtieron en muy malos cuentos, sino de alianzas desesperadas donde ni los diálogos fructifican.
¿Qué sigue ahora de parte de la oposición? Sin ser adivina, vendrá el acostumbrado diluvio de catilinarias cargadas de acusaciones, intentando manipular la opinión pública con despliegues demagógicos que a estas alturas dejan en entredicho la lucidez de quienes las pronuncian, como soliloquios que no alcanzan a mover esperanzas, pues todos sabemos bien que las soluciones verbales no ponen a nadie a salvo ni proponen remedios a las tribulaciones del llamado mundo moderno.
¡Buen día y feliz año 2016!