Ma. Teresa Medina
27/11/15
Democracia… sin libertad política
Dicen que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que podría ser cierto, según los escenarios presentes.
Plagados hoy de leyes (casi golpistas) el país está más atorado que nunca en intrincadas prohibiciones que aplastan el derecho y la democracia.
Fenómenos que no ocurrían cuando el PRI gobernaba a sus anchas, sin decir que ese México haya sido ajeno a los grandes problemas.
Incluso en los tiempos de Adolfo López Mateos nuestro país (ya no tan nuestro) fue considerado potencia y líder latinoamericano pese a no tener los avances tecnológicos y la infraestructura de ahora.
Hoy parece que vamos remando hacia atrás en medio de una costosa democracia que lleva a los políticos, no todos malos o malhechores, a guardar un estricto silencio en sus aspiraciones y propuestas.
¿Podemos considerar legales estas ataduras o hay que verlas y calificarlas como un envilecimiento del espíritu de las leyes?
La corrupción, llamada en los 70 por el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez como “el cáncer de la Revolución”, nos ha atiborrado actualmente de leyes que suelen ser pisoteadas.
Leyes que mantienen a los legisladores bastante ocupados en su confección, mientras la Nación (denuncia el Coneval) sufre 55 millones de mexicanos en pobreza.
Más una profunda injusticia social que a la par registra toneladas de culpas, un día contra la globalización y otro en dirección a los sexenios federales mediocres y desastrosos.
Aunque a la hora de la hora resulta que son muy pocos los peces gordos. Porque (tenía razón “El Puma”) para eso existen las leyes que suelen todo arreglar.
Y mientras esperamos sentaditos y hablando como merolicos, otra batalla que se pierde es la del cambio climático:
Sequía en varias regiones del país e inminentes migraciones que convertirán a México en un infernal pandemónium que ni con todos los rezos desaparecerá.
Así pues, la guerra por el agua se asoma por un lado y por otro el embate de la enfurecida naturaleza que no se anda con cuentos para darse a respetar con huracanes, terremotos, erupciones volcánicas, tornados e inundaciones.
Ah, pero nuestras leyes continúan amordazando a los líderes políticos cuidándose unos con otros de una “competencia injusta”, cuando lo que debe vigilarse es el dinero con el que algunos hacen proselitismo.
A la ciudadanía le URGE escuchar propuestas, que tendrán éxito si reúnen esa creatividad que tanto hace falta, en tanto las acartonadas caerán por su propio peso inútil.
Recordemos que la sociedad mexicana está más perceptiva que nunca.
Y que ciudadanos “subnormales” ya no existen.
Sin embargo, los políticos bien intencionados ya no pueden expresarse abiertamente porque las leyes acalambrantes les impiden comunicarse con la gente.
Mientras tanto “El Peje” López Obrador (en plena campaña presidencial) convoca en Tabasco a la rebelión contra CFE, y en el DF el agresivo Ciro Gómez Leyva señala que al Presidente Enrique Peña Nieto ya nadie le hace caso.
Luego entonces, a causa de esos pruritos legaloides, los tamaulipecos tendremos que esperar hasta las precampañas y campañas “formales” para conocer los proyectos de los aspirantes a la gubernatura.
Cortando así la libertad de expresión de la quinteta conformada por Enrique Cárdenas, Ramiro Ramos Salinas, Alejandro Etienne, Marco Bernal y Baltazar Hinojosa, y su derecho a presentar sus ideas y propuestas.
A ese paso estas leyes mochas prohibirán que los precandidatos sean fotografiados por la prensa, arguyendo que los políticos aprovecharían esos reflectores con fines proselitistas.
Perjudicando directamente a la ciudadanía, privándola de su derecho a ser informada de lo que todos y cada uno de los aspirantes tienen que decir en favor de los intereses sociales, todo por atajar los llamados “actos anticipados de campañas”.
En síntesis, tenemos democracia sin libertad política, con una legislación electoral que confunde las expresiones de quienes desean gobernar con el “vota por mí”, como si hoy fuera 5 junio de 2016 y como si tantas vicisitudes no pudieran presentarse de aquí a ese entonces.
¡Buen día y feliz fin de semana!