Ma. Teresa Medina
17/11/17
La importancia estratégica de trabajar con EU
Cada vez es más frecuente que el Gobierno de Tamaulipas trabaje conjuntamente y celebre acuerdos de cooperación con autoridades federales de los Estados Unidos, así como de Texas y varias de sus municipalidades, en la nueva era que encabeza Francisco García Cabeza de Vaca.
Invocando algunas premisas nacionalistas a raíz de la abierta hostilidad trumpiana, quizá algunos discrepen con ese proyecto político y comercial planificado desde Reynosa y llevado a cabo desde hace más de un año en Ciudad Victoria.
No obstante, la realidad es que a estas alturas sería poco inteligente que los tamaulipecos, como todos los mexicanos, le jugáramos a las contras al imperio que, para colmo, es nuestro vecino.
Y que a pesar de ya no ser la nación más rica del planeta continúa siendo la potencia más armada, con la que, además, los negociadores mexicanos para el TLCAN, “aliados” con Canadá, están anteponiendo serias y arriesgadas resistencias al equipo de Donald Trump que no quita (ni quitará) el dedo del renglón: reclamando ser afectados por un déficit comercial promedio de 60 mil millones de dólares.
Algo así como si nuestros enviados ignoraran que a estas alturas México ya no tiene fortalezas de donde apoyarse y estar en condiciones de poder hablar al tú por tú con los gringos.
Pues vendido todo, hasta los estratégicos recursos energéticos, ya no hay otra opción que reiniciar una relación donde la diplomacia prevalezca, por encima de intereses mercantilistas. Así suene paradójico.
Y me refiero a la diplomacia de alto nivel. Y no la que aprende a costillas nuestras el canciller Videgaray.
Salvo que queramos que de repente nos pongan la bota militar en el pescuezo, como en 1846. Y si ya lo hicieron una vez, lo harán todas las veces que lo crean conveniente.
Recordemos que fue la clase política encabezada por Enrique Peña Nieto la que desmanteló al país entero. No entiendo entonces dónde consigan la valentía Ildefonso Guajardo y el mismo Luis Videgaray para enfrentar a los gringos.
Sobre todo conociendo que Donald Trump no se anda por las ramas para hacer efectivas todas y cada una de las advertencias que le ha hecho al gobierno mexicano, incluyendo las maltratadas que Enrique Peña Nieto recibe del propio presidente norteamericano.
Tampoco entiendo (aunque luego dicen es puro show) cómo es que suponen que Canadá podría hacer algo por el país en su calidad de socio menor, cuando el tráfico comercial de México hacia Estados Unidos alcanzó en 2016 un 77 por ciento, básicamente en la exportación de vehículos.
Y eso a pesar de ser México el país con más tratados de libre comercio en el mundo, pero cayendo en el descuido de no haberlos modernizado, especialmente el TLCAN que requiere urgentes anexos que impulsen el comercio en línea.
De manera que este conjunto es tan amplio y difícil que no hay otra que avanzar con sosiego y cautela, considerando que los nacionalismos ya se extinguieron en un 2017 sometido a un cambio global impresionante y donde ahora más que nunca el poderoso puede aplastar al débil ¡y no pasaría nada!
Lo que sí pasaría es que el TLCAN se cancelara y el comercio mexicano se remitiera a las normalidades ya no tan fortalecidas de la OCDE. Y ahora sí que las nieblas se espesarían y el cambio mundial sería mucho más difícil de asimilar.
México tiene que reinventarse y llevar la fiesta en paz con el vecino. Los puentes de entendimiento y cooperación que construye Tamaulipas con Estados Unidos son un ejemplo para la Federación. Más si se trata de poner orden y legalidad con una policía muy bien entrenada por el FBI, la Patrulla Fronteriza, el departamento de Seguridad Pública de Texas y la oficina del alguacil del Condado de Hidalgo y la Policía de McAllen.
¿A quién no le gustaría ver que su vecino se preocupa por la aplicación de la ley? Y sobre esa base los negocios y todo lo que la globalización que es el nuevo país impone.
Por cierto, cada vez se vuelve más evidente la falsedad que predica Andrés Manuel López Obrador, de que si resulta vencedor en el 2018 el país experimentará una gran transformación en unos cuantos años, impulsando (ni él se la cree) una serie de contrarreformas en materia energética, como si su partido fuera a ganar también la mayoría de las curules en la Cámara de Diputados, en cuyo escenario se requiere por lo menos de las dos terceras partes para que los proyectos de regresar las cosas como estaban en el pasado, se aprueben y surtan efectos de rango constitucional.
¡Feliz fin de semana!