ORBE

Ma. Teresa Medina

9/11/15

La recta final del PRI

Evidentemente el priísmo estatal pasa por un complicado período de decisiones relevantes y coyunturales respecto a su proyecto popular, al que tendrá que inyectarle una importante dosis de ciencia política.
El factor gubernatura pesa mucho en los tiempos electorales que encuadran al principal pilar de poder, como defender y conservar los grandes planes del sexenio encabezado por Egidio Torre Cantú.
No se soslayan, desde luego, las alcaldías y las diputaciones locales también en juego. Sin embargo, casi todo se simplificaría con un candidato ganador para la silla grande de Tamaulipas.
Y al contrario de lo que muchos suponen, el tema no atañe propiamente al ámbito heterogéneo de vetos, vedas o “dedazos” desde Victoria o el Distrito Federal.
Es, en todo caso, la conciliación de una antigua línea transformada por largos doce años de ausencia tricolor en Los Pinos, y un gran elector imposibilitado a agitar las aguas de los juegos políticos locales con determinaciones ajenas a los intereses sociales como de los propios actores políticos.
¿Estamos tratando de decir que lo correcto es que el candidato del PRI a la gubernatura tenga que ser un personaje con carrera política desarrollada ciento por ciento en la entidad, capaz de darle continuidad a los grandes (y reales) esfuerzos del actual gobernador de Tamaulipas?
Sí. Eso es lo que estamos diciendo. Y eso sería lo acertado ante ideas que nadie podría calificar de mediocres, pero sí de tener probabilidades de alterar el rumbo diseñado que a toda la sociedad le urge se perfeccione.
Hoy circulan diferentes versiones de que en la recta final priísta hacia el Gobierno del Estado quedarían únicamente dos políticos respetables. Habría que confirmarlo, pues la impresión es que la lista original parece intacta.
Aparte de Baltazar Hinojosa Ochoa, se habla de Alejandro Etienne Llano porque reúne los requisitos para protagonizar ese gran evento relacionado con la transmisión de poder sexenal.
Justamente es el alcalde de Victoria un hombre de leyes, de personalidad serena, de invariables apegos a la realidad, ajeno a populismos y extravagancias, de desempeños públicos ejemplares, de ideas modernas y visionarias, y miembro de una familia respetable de gran arraigo social.
De ahí se infiere, sin necesidad de ser versados en temas sociológicos, el “fuego amigo” que por varios días le han dedicado a Etienne, orquestado en la superficie por una organización contradictoria y de frecuentes rostros airados, manipulada desde las sombras por algún adversario incapaz de sintetizar su proyecto en la arena política.
De no ser así, ¿cómo explicar esos impulsos extraños que en el pasado inmediato eran apoyos y adhesiones?
Interpretada como tal, esa reacción “protestante” no pasará de ahí, porque Alejandro Etienne no sólo cuenta con mayoría y galería, sino con una fuerza moral que en política se ha vuelto muy escasa y socorrida, y cuya solvencia le permite abordar (cara a cara) las asignaturas más urgentes y trascendentales exigidas por los votantes.
Eso lo convierte en uno de los dos finalistas que en el patio local observa y participa de las cosas públicas con certezas y sin esos enigmas que suelen no hallarle a los temas justificación y sentido.
En ese orden de ideas lo que Tamaulipas requiere hacia el 2016 es un gobernador que continúe las metas trazadas, separando lo que el poder debe ser con lo que éste suele representar.
Es decir, nada de monumentos de poder que exijan se les queme incienso con sus respectivas reverencias y veneraciones.
Los nuevos tiempos dejaron muy atrás la maloliente sacralización y las oxidadas poses divinas que impedían ese conjunto de eficacias y resultados gubernamentales.
La gente reclama que sus líderes cumplan íntegramente con lo pactado, por encima de ofertas demagógicas que al estilo de “El Bronco” de Nuevo León no llegarán nunca, porque en su afán de trepar al poder engañó y poco le importó el porvenir de millones de ciudadanos.
Las versiones e incluso los rumores también señalan al diputado federal Baltazar Hinojosa Ochoa, político de fuerte trayectoria, como otro de los dos finalistas a la mayor candidatura priísta de la entidad, y cuyo talón de Aquiles ha sido su dispersa presencia entre lo local, regional y nacional, que podrían volverlo vulnerable a la hora de las grandes decisiones.
De hecho ya se especula que a este matamorense no tardan mucho en aparecérsele muchos y no tan anónimos “fuegos amigos”, los que dentro de esa cizañera rumorología se cree no serán simples y volátiles plantones, sino mil y una astucias resueltas a descarrilar sus visibles aspiraciones.
¡Buenos días y excelente inicio de semana!

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