Nuestros Columnistas Locales
ORBE
Ma. Teresa Medina
21/07/17
Ahora que la gente lo sabe todo…
Que las redes sociales y la explosión de blogs cargados de chismes, injurias y falsedades sean parte de una anarquía que ostenta saberlo todo, no quiere decir (extrañamente) que la “moderna” comunicación sea peor a la que vivieron nuestros padres, abuelos y todos los ancestros que hubiésemos querido conocer.
Un factor importante de que hoy estemos mejor que antes, se prueba desde que estos viejos (empezando por los decimonónicos y quienes vieron su primera luz en los albores del siglo pasado) solían expresar el “quién sabe” al abordar o concluir cualquier tema.
Dicho esto, todo se convertía en un eterno misterio, no tanto como querer discernir o aclarar las predicciones del mentado Nostradamus, que no era otra cosa más que un ambicioso y riquillo “nerd” medieval que le encantaba apantallar a la raza.
Hoy las cosas cambiaron tanto al punto de que si esos viejos vivieran se espantarían de una época donde los secretos se acabaron. Simplemente porque ya no hay nada que ocultar y porque todos (gracias a San Google) han pasado a ser unos eruditos en la ciencia que se les ponga enfrente, aunque la gracia de todos estos sólo consista en “copiar” y “pegar”.
Que tantos falsos sabios puedan representar una grave situación para quienes les crean, creo que es bastante cierto.
Pero fuera de ahí no todo está mal; pues en lo político, económico y religioso ya nadie vive para desenredar las madejas existenciales en las que había que llevarse toda una vida.
¿Y qué ganábamos con semejante y desventurada hazaña? Pues sólo un suspenso muy costoso de tiempo, porque al final, como sucede ahora, nuestros padres y abuelos se topaban con que del lado misterioso sólo había un chango más mañoso y verborreico que un político.
Pero de perdido ese gran esfuerzo impulsaba a que la gente no se resignara a las primeras de cambio a esclarecer esos arcanos perversos, distinto hoy que ya todos sabemos lo que ocurrirá, incluyendo día, mes y año del suceso. Y en un descuido hasta la hora.
La cosa es que a pesar de que sabemos, como quien dice, lo que el destino nos depara, ni los que aplican la ley (que también tienen esas mismas dotes de clarividencia) evitan que este país esté convertido en uno de los más desgraciados del mundo.
En cualquier país, empezando por Estados Unidos, un crimen es un crimen y suscita las más diversas y graves reacciones de la sociedad que lo condena. También equivale a un dato informativo que al aire es capaz de poner en jaque a todo el sistema político y judicial de una nación civilizada, excepto al de México donde pueden privar de la existencia a cualquier multitud, sin que pase nada.
¿Podemos entonces entender que quiso decir el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, cuando pide tener fe en la PGR, sobre todo en el proceso contra Javier Duarte?
Sin embargo, también debemos “reconocer” que nuestro gobierno federal, desde Peña Nieto hasta Videgaray, inclusive los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, están tratando por todos los medios que el pueblo venezolano recupere su felicidad y nivel de vida que les ha robado Nicolás Maduro.
Es decir, toda la solidaridad, compromiso, apoyo y comprensión con los pueblos del mundo (¡sí, señor!), menos con el nuestro, con el pueblo mexicano, que por lo que se ve no se merece ninguna consideración, y al que ante cualquier intento de protesta se le reprime su libertad de expresión, su itinerario y sus acciones, y su capacidad (y obligación) de confrontar todo tipo de trapacerías políticas que nada tienen que ver con los llamados privilegios del poder.
En pocas palabras: si el gobierno dejó de ser desde hace tanto tiempo un ente confiable y proclive a esa larga serie de delitos que a diario comete, la ciudadanía no tiene otra alternativa excepto que protestar y denunciar, aún bajo los riesgos de las represalias.
Qué terrible que de los frutos del moderno árbol de la ciencia del bien y del mal tampoco podamos comer libremente, y si lo hacemos exponernos de inmediato a sufrir esa presión asfixiante y en muchos casos homicida, sólo porque nos ha sido dada la oportunidad de que nuestros ojos hayan sido abiertos a la realidad que siempre se nos ocultó a través de nuestros antepasados.
¿Quiénes son, por favor dígame usted, el nuevo dios y la nueva serpiente de ese actualizado Génesis, que hasta hace poco se enfrentaban en medio de una guerra de prohibiciones y libertades? ¿Y cuáles son las ventajas y las desventajas de ya saberlo todo, mientras que por otro lado nada parece cambiar en un México donde se promete reconstruir todo, pero a diario se desatan los estallidos de violencia y nos acercamos más al abismo?
¡Feliz fin de semana!