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ORBE
Ma. Teresa Medina
10/07/17
Viene una escisión muy grande en el PRI
2018 será para los grandes partidos políticos un ciclo que irá más allá de la competencia electoral: sus estrategias estarán marcadas por la sobrevivencia ante un panorama democrático en toda Latinoamérica.
Asimismo la presión social los obligará a adaptarse a los tiempos altamente competitivos, ofertando lo que jamás pensaron ceder a una sociedad que llegó al límite desesperante y peligroso de vivir al filo de la navaja.
Al PRI en especial, aquí en Tamaulipas y rumbo a Los Pinos, se le complicará todo al agotársele su credibilidad y por ende su capacidad de maniobra que, muy a su estilo, provocará lo que muchos ya sospechan ocurrirá: una escisión grande que aparecerá en breve, producto de los permanentes desencuentros y encontronazos.
En lo general será una nueva versión (más grande y compleja) de la rebelión de 1988 encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. No serán a pesar de todo líderes muy connotados e incluso herederos de aquella casta divina los que la dirijan, pero sí podemos adelantar que serán muchos los que sacudirán a ese enorme árbol que anida lo peor de la corrupción, hasta estremecerlo con una insurrección política que disminuya radicalmente en ese partido las ambiciones desmedidas.
A nivel local, y para empezar, la disputa por el control del comité directivo estatal entre Sergio Guajardo Maldonado y Óscar Luebbert Gutiérrez, representando dos corrientes políticas cuyo capital político está seriamente deteriorado como para ofrecerle algo a una base rencorosa, vendrá a ser la segunda película de sombras, cero luces, de una élite que evidentemente no cree en la democracia sino en sí misma, olvidando su antigua raíz ideológica de justicia social.
Ya lo decíamos en apuntes recientes: el PRI le rehúye a la normalidad democrática. Y si algún ruido han suscitado en los últimos días sus “próceres”, es sólo el que provoca el apetito por las candidaturas a las senadurías, diputaciones federales y reelección de las alcaldías obtenidas en 2016 con grandes apuros.
Fuera de eso, poco les importa la unanimidad de las bases que (siempre vistas como rebaños de borregos) se pronuncian por grandes y genuinos cambios democráticos que dejen fuera el mito de la “disciplina” y el autoritarismo de la imposición y el dedazo que por siempre han escamoteado a muchos líderes naturales la oportunidad de convertirse siquiera en regidores, aunque son demasiados los que merecen ser postulados a cargos más relevantes de elección popular.
En medio de esa flaqueza e inferioridad que esa cúpula de “jefes” da la impresión de no reconocer ante un PAN que vino de atrás y que, les guste o no, estará en el Gobierno del Estado los próximos cinco años, sólo dos personajes, Enrique Cárdenas del Avellano y Óscar Almaraz Smer, han demostrado sensatez, dignidad, reflexión y madurez ante la vasta pérdida de poder político.
Enrique impulsando -ejemplarmente- por todos los medios legítimos la democratización interna de ese partido, y Óscar demostrando que el trabajo político a favor de la gente es el único recurso capaz de reivindicar la credibilidad de esa otrora y poderosa fuerza política.
Ambos, a pesar de las difíciles circunstancias, serían capaces de dar una batalla electoral de gran altura en calidad de candidatos a senadores, sin descartar a otros cuadros distantes de ese bochornoso espectáculo de ambiciones que plagó a esa estructura partidista y puso de rodillas literalmente a Baltazar Hinojosa ante Francisco García Cabeza de Vaca.
En el plano nacional de no darse (lo antes posible) la renuncia de Enrique Ochoa Reza a la dirigencia del PRI y con ello erradicar su necedad triunfalista, el derrotismo de sus bases vendrá a ser una conclusión generalizada que propiciará que sus candidatos -de aquí y de donde sea, incluido su aspirante presidencial- sigan cayendo a la velocidad de una granizada.
Si como todo indica el PRI no aprenderá de su experiencia histórica, pronto todo el país estará viendo la escisión más grande de este partido, empecinados sus dirigentes en ahorrarse la admirable y oportuna autocrítica y apostándole a una retórica que sólo ha traído la fatalidad de un Estado fallido.
HOSPITAL CIVIL, CORRUPCIÓN DESCUBIERTA
Respecto al desabasto de medicamentos e insumos en los hospitales del Sector Salud de Tamaulipas, ya se despeja también la realidad lamentable donde empleados (con muchos años de laborar y ya detenidos por la Policía Ministerial) ocultaban medicinas para alterar el problema.
Ese fue el caso del Hospital Civil de Madero, faltando otros nosocomios que investigados podrían arrojar los mismos vicios y prácticas delincuenciales. No obstante, el tema sigue resolviéndose por instrucciones del Gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, incluida la orden de descubrir a quienes por largos años se enriquecieron con el dolor humano y que ahora exacerbaban el problema a fin de politizarlo.
¡Excelente inicio de semana!