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ORBE
Ma. Teresa Medina
24/04/17
Acabar con el salvajismo y concientizar al otro culpable
Los grandes e inéditos compromisos que asumió durante su campaña electoral, y que a la postre lo convertirían en gobernador de Tamaulipas, han hecho de Francisco García Cabeza de Vaca un mandatario muy observado por la ciudadanía.
Ese contexto vigilante nunca se vio en los gobiernos priístas, particularmente en los últimos cuatro sexenios.
Ocurría esto porque la sociedad sabía perfectamente que las cosas permanecerían igual, sin cambios profundos, con la misma inercia y corrupción de siempre, excepto por el nombre y apellido distintos en la cúpula del Ejecutivo estatal.
Cierto que anunciaban cambios, aunque meramente cosméticos, deviniendo el llamado “gatopardismo”: Cambiar todo para que nada cambie.
Fue hasta que la sociedad entró a un proceso de desesperación extrema cuando decidió buscar en otra opción política la forma de alcanzar el anhelo de vivir en paz.
Entonces sobrevino el cambio -verdaderamente democrático- después de 86 años, cerrándole al PRI las puertas del Gobierno del Estado, del Congreso Local y de las más importantes alcaldías de la entidad, inaugurando el PAN una nueva era.
No obstante, la misma sociedad cargará por mucho tiempo en su conciencia que las consecuencias de los malos gobiernos son, en gran proporción, su responsabilidad.
La comodidad indolente y la subcultura de elegir a gobernadores, diputados y presidentes municipales comprometidos sólo con su propio bienestar, amasando riquezas que hoy son escándalos internacionales, desencadenaron un inmenso costo para la economía del Estado, alterándose dramáticamente la paz social por toda la geografía tamaulipeca.
Si la antigua sentencia decía que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, Tamaulipas no escapaba de esa miserable civilidad.
Pero más vale reaccionar tarde que nunca.
Ahora la tarea gubernamental se concibe en otra dimensión, la que inicia con el apoyo y la voluntad de la mayoría de los electores y que, en su momento, deberá concluir en la misma tesitura.
Escenario que ya se da al afrontarse y trascender los datos duros de una realidad violenta, misma que se origina en la corrupción y la impunidad que después de casi siete meses de la administración estatal panista se atacan en formas por demás impresionantes.
La detención de Tomás Yarrington en Italia, el orden en los penales y el combate al crimen organizado dando golpes espectaculares como los del sábado en Reynosa y Victoria, no pudieron haberse dado sin la intervención directa, política e institucional, de Francisco García Cabeza de Vaca.
A ese paso es indudable continúen asestándose golpes a un mal terrible y atroz, sino es que diabólico, que había estado enquistado por espacio de cuatro sexenios, envenenado a todo el aparato público de la entidad, principalmente la fuerza del Estado de Derecho y perturbando, sobre todo, la convivencia social, cuya reacción decidió darle un viraje de 180 grados a un ambiente de terror y penuria y calamidad, pero pregonado con la peor de la simulación.
De plano todo fue un esquema inaudito y brutal de saqueos disfrazados por eso que antes les daba por llamarle “estabilidad”, que no era otra cosa más que un estancamiento que deterioraba por completo a la sociedad mientras que los de la cúpula se enriquecían a manos llenas, dejando en el desamparo a millones de tamaulipecos, de los cuales miles y miles cargan con un dolor inenarrable.
La pinza que ahora se cierra a una velocidad moderada pero con perspectivas de recuperaciones firmes y duraderas, se dio recientemente en el marco de la ceremonia donde el secretario de Bienestar Social, Gerardo Peña Flores y el procurador de Justicia, Irving Barrios Mojica, firmaron un convenio de colaboración que prevenga el delito y brinde atención social a la violencia dentro de los polígonos con mayor incidencia delictiva en Tamaulipas.
Resarcir el tejido social y fincar un horizonte común auspiciado por la justicia, retirando y desapareciendo la imposición de la ley del más fuerte que desgarraba y desintegraba cualquier proyecto individual y colectivo, es la meta del convenio mencionado. Bien se sabe que la promoción del bienestar social no avanza sin la aplicación irrestricta de la ley. Una fórmula que no era desconocida por el pasado turbulento, pero que no convenía a sus intereses de combatir a fondo el salvajismo que tanto degradó y avergonzó a Tamaulipas.
¡Excelente inicio de semana!