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ORBE
Ma. Teresa Medina
20/03/17
Naufragio y revuelta
El campo de batalla electoral en que estuvo convertido Tamaulipas buena parte del 2016, iniciado en 2015, dejó de ser oficialmente esa turbulencia una vez que el destino fijó la suerte de los contendientes.
Pero el “dejó de ser” resultó inaceptable por quienes se decían los dueños del guiñol político. La guerra por el poder, Gubernatura, Congreso y 43 alcaldías no tiene tregua ni descanso en los pensamientos de estos, arrastrando sus desvencijados pertrechos para donde se muevan.
Los partidos opositores en la entidad suponen -por una maligna costumbre- que el poder lo es todo. La elemental gestión social encabezada por ejemplares ciudadanos organizados no satisface sus intereses, simplemente porque ahí no fluye dinero.
El caso de la segunda fuerza política, el PRI, se ve de lejos y de cerca como un ejército de náufragos que perdió su objetivo original. La gestoría es para los de abajo. Ellos son la “élite”.
Y mientras el tricolor espera a un “mesías” que le inspire a escribir los nuevos evangelios políticos, observa desde su desolación a los panistas como invasores que les arrebataron lo que les pertenecía, creando silencios con tufo de conspiraciones y no el aroma social de nuevas estrategias.
La duda de que el PRI se levante mediante las convocatorias casi secretas de Baltazar Hinojosa, es enorme. No aprende el priismo pudiente (unos cuantos) que los moradores de la torre de Babel que construyeron sólo entienden de acciones concretas que los representen, y no de actos tenebrosos que nada tienen que ver con la discreción de proyectos.
Veamos un ejemplo. La visita sorpresa que el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca realizó la semana pasada a la Torre Bicentenario constatando que todo su personal se exprese a través de un solo idioma (no como el dispersado en la torre del párrafo anterior), es decir, el que tiene por objeto servir a la ciudadanía y fusiona en uno todos los lenguajes que ahí se pronunciaban.
Ese es el idioma original y claro que recuperan los nuevos tiempos, el que toda la población siempre habló así haya sido a escondidas y el que deriva de una inteligencia que edifica y exhibe cualidades y virtudes.
Si por alguna razón la oposición priísta supone que los fantasmas del pasado son capaces de espantar y desmedrar a quienes dirigen actualmente el estado desde el Palacio de Gobierno en Ciudad Victoria, y con ello avanzar en sus pretensiones, qué equivocados están.
Alguien, a propósito de estas turbiedades, señala a un señor de nombre David Vallejo, supuestamente ex todo y al mismo tiempo ex nada, como el ilustre desconocido que azuza este tipo de comunicaciones y resentimientos ansiosas de colisiones políticas que devendrán sólo en caricaturas. Pues los tiempos de las grandes oportunidades se fueron repentinamente. Pero todavía nadie les avisa.
Quizá sea un error darle importancia a sujetos de una índole tan precaria como se afirma, si al frente tenemos lúcidos y resonantes temas de justicia y solidaridad.
La sociedad tamaulipeca ha sufrido todo lo inimaginable “matizado” por repertorios autoritarios que deformaron por largos años a la opinión pública, sin darle oportunidad a la crítica y menos a la protesta.
La pregunta es qué era lo que les daba la fuerza para competir en medio de gravísimas situaciones de excepción, cuya realidad de pronto reventó y demanda respuestas no con pactos estilo Enrique Peña Nieto que resultaron efímeros por ineficaces, y que mantienen al país en una tragedia interminable la cual se intenta sofocar con enredos y teatros internacionales enfrentando a Donald Trump.
Si el PRI tamaulipeco, manejado sin liderazgos ni proyecto alguno, insiste en recuperarse (sabrá Dios cómo) con esa enorme ceguera social, lo único que puede esperarse son alianzas vergonzosas y preocupantes guerras sucias que irían desde serias imputaciones (como si ellos nunca hubieran estado al frente de los poderes por muchos años) hasta incertidumbres y reacciones que manchen el nuevo andamiaje político.
ASAMBLEA UNIVERSITARIA: VOTO DE CONFIANZA
El acuerdo asumido por la Asamblea Universitaria de la UAT al prorrogar la elección del nuevo Director de la Unidad de Trabajo Social y Ciencias para el Desarrollo Humano (UATSCDH), y al mismo tiempo otorgarle su voto de confianza al rector Enrique Etienne Pérez del Río para que designe a una encargada del despacho, confirma la concordia que prevalece en la Máxima Casa de Estudios de Tamaulipas, y la capacidad de sus directivos de buscar soluciones a circunstancias de las que seguramente nadie debe extrañarse sucedan en una institución tan importante, finalmente superadas a través del diálogo, la razón y la ley.
¡Excelente inicio de semana!