Jorge Alberto Pérez González
04/06/2017
Son unos perros
Hace ya mucho tiempo que no comentamos en este espacio acerca de mis perros, son dos los que aquí viven conmigo: El Ringo, perro enano pariente de Snoopy, forjado en la política y en los medios de comunicación y el Bruno, impresionante labrador chocolate, que tiene el corazón más pequeño que las pupilas de sus ojos verdes.
El líder de la manada es el enano, perro con privilegios, entre ellos el derecho de picaporte, pues cuando llegan a casa las perras de visita, la Venus, la Serenna y la Beka, saben perfectamente comportarse según las instrucciones que les da su líder, hacen lo que él quiere, comen cuando él lo indica y se dirigen exactamente a donde él los guía.
¡Son adorables todos! ¡Parecen diputados del Congreso de Tamaulipas!
Al líder le gusta hacer travesuras, toda la manada lo sabe, lo entiende y lo toleran, pues su gracia mayor es entrar a la casa, robarse unas cuantas croquetas de esas que tanto les gustan y repartirlas equitativamente mientras él, echado sobre el pasto los observa a todos.
Sin embargo sufre de soledad cuando las perras regresan a donde deben de cuidar y se queda solo con el bobo labrador, quien muy atento a sus indicaciones, lo conmina, cuando alguien pasa del otro lado del portón, a ladrar con fuerza, para según él, asustar a los intrusos.
Y ladra fuerte de eso no hay la menor duda, estoy pensando seriamente en cambiarle el nombre de Bruno por “Vobovero”, pues aplica muy bien sus cualidades estentóreas cuando se tienen que alzar los decibeles en los ladridos.
Sin embargo, su ingenuidad es terrible, hace días noté que el Ringo escarbaba en el jardín, lo hacía con esmero y dedicación, mientras el Bruno sentado cerca de él lo observaba. Tratando de descifrar su interés, me acerqué por atrás de los arbustos y noté que lo que intentaba sacar era un cable eléctrico.
Pensé, si lleva electricidad le va a dar toques, obviamente cuando lo mordiera, sin embargo él sólo rascaba la tierra y exponía la línea sin alcanzar a morderla.
Ya que la tuvo completamente fuera, el Ringo se alejó de la zona de excavación y se echó dando la espalda al cable expuesto, mientras el Bruno, con curiosidad se acercaba y al ver el suculento cable, decidió arrancarlo con tremenda tarascada.
No sé qué fue más impresionante, si el aullido o el brinco para atrás con salto doble mortal que dio el perro bobo, pero lo que sí me impresionó fue la sonrisa maligna que el perro enano esbozó.
Yo estaba muy ocupado leyendo notas en la “tablet”, así que no tuve tiempo de ir a ver cómo le habían quemado el hocico al labrador, sólo me percaté de que estuviera con vida y seguí leyendo la nota que traía anexo un video, donde el presidente municipal de Nuevo Laredo en rueda de prensa, despotricaba contra el diario de mayor circulación de por allá.
Cuando suceden cosas como esas, siempre uno busca el origen y me quedé pensando si desde Ciudad Victoria no habían escarbado la tierra para exponer el cable y que fuera otro el que recibiera la descarga eléctrica, si es así y cayó en el garlito, les puedo asegurar que ya hay un presidente municipal que no buscará la reelección en su municipio.
Anécdotas similares hay muchas, recuerdo una de hace muchos años, cuando un alcalde le preguntó al gobernador de entonces, sobre quien podría ser el jefe de prensa del municipio y el superior le contestó, -“Para que gastas en prensa”-.
Obviamente ese fue su último cargo de elección popular. (Me refiero a ambos).
Hasta la Coca Cola se anuncia y todos sabemos que aparentemente no lo necesita, sin embargo al ver en video la respuesta del editor, no nos queda duda de que el cazador mató dos patos de un tiro.
Pero como siempre sucede, me salí del tema, yo solo quería comentar con ustedes que disfruto mucho ver socializar a mis canes, ellos me enseñan su naturaleza, sus acciones me muestran que tanta “perronalidad” tienen y además, con cuantas neuronas cuentan, aunque a fin de cuentas demuestren que solo SON UNOS PERROS.
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