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Jorge Alberto Pérez González

04/09/2016

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Pero que necesidad

Dos noticias dominaron la semana que concluyó, la inesperada muerte del cantautor Juan Gabriel y la insólita invitación a Los Pinos a los candidatos a presidir la nación más poderosa del orbe.
El debate en redes sociales sobre la muerte de Juan Gabriel ya llevaba varios años, muchas fueron las noticias falsas sobre su muerte en años anteriores, por lo que los primeros momentos después de su real fallecimiento, fueron de mucha indagación, nadie quería dar por cierto los rumores hasta que se confirmaran plenamente.
Por ello, los medios de comunicación, serios y responsables, agotaron los recursos de investigación y lo que sucedió más o menos a las once y media de la mañana en California, se vino a dar a conocer en nuestro país alrededor de las cuatro de la tarde.
Gran consternación y gran duelo, hay quienes comparan el impacto social con lo sucedido a la muerte de Pedro Infante, yo era un bebé, así que no lo puedo confirmar, sin embargo aún existen personas que vivieron ambas pérdidas, una trágicamente en un accidente de aviación y la otra de la manera en la que muchos quisiéramos abandonar esta tierra, de un infarto fulminante al miocardio.
El duelo fue festejado por los medios masivos, no se puede negar que ante la ausencia hay “rating” y ninguno se abstuvo de participar en él, aunque pocas novedades aporten, pues la carrera del ídolo de Juárez, nacido en Michoacán, era del todo conocida.
En lo personal creo que su mayor aporte, independientemente de sus grandes canciones y melodías interpretadas por todos, fue el de mostrar sin ambages su personalidad e identidad, fui testigo en varios palenques que hasta los más machos lo admiraban a pesar de que el Divo nunca ocultó su homosexualidad.
Gracias a él, la percepción en México y la aceptación a la comunidad lésbico-gay cambió radicalmente.
La otra nota tiene que ver con política internacional, no recuerdo una invitación similar en la historia de México, es decir, que algún Presidente del país haya convidado a un diálogo a los aspirantes a cargo similar de otra nación.
Desde que se dio a conocer la invitación me asaltó la duda, busqué por todos los medios de la internet alguna referencia histórica y no la encontré, tal vez me faltó tiempo y alguno de los lectores me pueda brindar la información, sin embargo consideré desde el inicio esta invitación como absolutamente innecesaria.
Y no es preciso abundar en los detalles, pero los asesores del Presidente Enrique Peña Nieto, debieron alertarlo sobre las consecuencias en uno y en otro país.
Para ello solo debieron remontarse a 1930 para leer los fundamentos de la Doctrina Estrada, misma que establece claramente que no es facultad del gobierno de nuestro país, decidir si un gobierno extranjero es legítimo o ilegítimo.
En ella se establece claramente el principio de no intervención y el derecho de la autodeterminación de los pueblos.
El riesgo fue mucho y mal calculado, Mr. Trump aceptó de inmediato, mientras Ms. Clinton redactó un “tweet” demoledor, donde únicamente mencionó un famoso refrán mexicano: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.
Sucedió lo que tenía que suceder, Donald Trump no cedió en nada, pues lo suyo es plataforma política y regresó a los Estados Unidos con imagen de Estadista, gracias a su reunión en Los Pinos.
Desde mi óptica particular, fue un grave error invitar a los candidatos por la Presidencia de los Estados Unidos, nuestras casas tienen muros y verjas, no porque no queramos que las vean o nos visiten, sino porque no queremos que las invadan.
Quienes vivimos en la frontera sabemos desde cuando están construyendo el muro, mismo que se seguirá construyendo gane quien gane.
Si la semana pasada hubieran consultado a Juan Gabriel sobre este escabroso tema político, solo habría expresado: PERO QUE NECESIDAD.

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