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OPTIMUS
Jorge Alberto Pérez González
15/05/2016
La alternancia
La sociedad entera en Tamaulipas está atenta a los procesos electorales que se llevan a cabo. No hay mesa de café, sobremesa familiar o simple reunión donde el tema no salga a colación, la discusión es permanente sobre las posibilidades de cada uno de los aspirantes, concentrándose desde luego en dos siglas, PRI y PAN y en dos figuras, Baltazar y Francisco.
Por este tema, las familias se dividen, los grupos se desintegran, los enfrentamientos suben de tono y el encono se refleja en los comentarios soeces de las redes sociales.
Y esto resulta sorprendente cuando ambas siglas acumulan el mayor número de rechazos, pues el anti partidismo está concentrado ahí. En Tamaulipas el anterior rechazo a los partidos de izquierda ha desaparecido, pues para los habitantes en general, la posibilidad de acceso al poder de estos partidos está totalmente desechada.
En ese tenor, debemos de reconocer que la intención del voto, según los estudios de mercado, llega casi al 80%, razón sobrada para pensar que, en las posibilidades de triunfo, lleva más posibilidades Baltazar que Francisco.
Y esto es fácil de entender, cuando en la boleta que tendrán a la mano los votantes, el nombre de Baltazar aparecerá bajo el amparo de tres siglas diferentes, mientras que Francisco solo en una.
El rechazo a los partidos grandes, de aquellos que consideran culpable a ambos de las desgracias del país, pero que cumplen a cabalidad el deber cívico, les permitirá optar por otras siglas a fin de hacer valer su voto, pues aquella campaña para anular los sufragios, ha demostrado que no conduce a nada, pues el reparto de curules y prerrogativas, no toma en cuenta a aquellos que acudieron a la jornada solo para anular su boleta.
Alternativa y alternancia no significan lo mismo, aunque a veces se utilicen las palabras de forma incorrecta.
De hecho, la presencia por primera ocasión de candidatos independientes, permite la posibilidad de efectuar el voto diferenciado, es decir, de las tres elecciones, tres decisiones diferentes.
El hartazgo es mucho, pero el abanico de posibilidades se reduce cuando no convencen las cartas presentadas, más cuando no se vislumbra en la oposición; propuestas concretas, serias y responsables.
Esto no lo digo yo, lo dicen todos aquellos que tienen que soportar mensajes cada 45 minutos en la radio o en la TV, sin contenido suficiente como para poder convencer.
En Nuevo Laredo se preguntan, porque no fueron tomados en cuenta los miembros más tradicionales y representativos de Acción Nacional, como Raúl Eliseo Huerta o Rogelio Soto Quiroz, por poner un ejemplo.
Lo mismo sucede en Tampico y su zona conurbada, donde está Arturo Elizondo o Diego Alonso Hinojosa, se preguntan por allá.
En el Mante, también tenían cartas como: Armida Perales, Enrique Murillo, Mariana Banda, Gustavo Cedillo, mientras que en Victoria; Leonor Sarre, Lidia Madero y Teresa Aguilar, no fueron tomadas en cuenta.
En Matamoros también hubo posibilidades para Ramón A. Sampayo, Chito García o César Rendón, pero ni siquiera se ven en campaña.
Si la mutación era posible en Tamaulipas, el PAN perdió la oportunidad por aferrarse a la popularidad, pues olvidaron tomar en cuenta que esta puede ser positiva y negativa y el peso virtual de las fortalezas se derrumba ante el peso específico de las debilidades.
Teniendo tantas caras limpias, (no sé si las manos), ¿por qué escoger a alguien que no puede explicar su fortuna?
Acción Nacional desde mi muy personal punto de vista, en su decisión, perdió la oportunidad de LA ALTERNANCIA.