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OPTIMUS


Jorge Alberto Pérez González

14/02/2016

“EL TYTIRITERO”

Parecía que el oficio estaba en desuso, pero no, “El Tytiritero” es la persona que construye títeres, a los que maneja ante un público en representaciones teatrales, cine, televisión, política y otros espectáculos mixtos.

Jim Henson fue sin duda el más grande exponente mundial de este arte que le dio vida a muñecos con gran ingenio, no podemos negar que Los Muppets lograron mimetizarse con el mundo de su época, nos brindaron relatos fantásticos y desde luego nos asombraron con la diversidad de sus registros de voz que con gran sentido del ritmo le daban vida a sus muñecos.
La técnica del oficio requiere mucho talento natural y desde luego vocación profesional, de preferencia bastante entrenamiento físico, amplio conocimiento de los estilos de la actuación y sobre todo dominio en la manipulación del muñeco o los muñecos. (Hay quienes manejan dos a la vez).
Pero hay inconvenientes y todo buen “Tytiritero” sabe enfrentarlos, como el espacio es reducido donde debe de moverse y la ausencia de contacto visual es necesaria, pues regularmente está escondido o enclaustrado, ya que si lo viera el público, desaparecería la magia. (O le lloverían jitomatazos)
Cuando el títere mueve sus extremidades sin expresar nada, entra de inmediato en acción el “Tytiritero”, proporcionándole recursos y manipulando sus componentes mecánicos, de tal manera que logre la catarsis en el espectador.
Pongamos un ejemplo, pues a veces la falta de un guión bien establecido, provoca errores, imaginemos que el “Tytiritero” se equivoca de marioneta en una escena, como está escondido, tiene el recurso de mover ágilmente sus tropas de títeres con la mano derecha y provocar un caos superficial, que sin duda hará reír y mucho a la audiencia pequeña.
Por ello, cuando esto sucede, es necesario, utilizando el argot adecuado: Sacudir el títere.
Podríamos decir que “El Tytiritero” es un actor de experiencia que sabe desarrollar dos trabajos al mismo tiempo, la conducción y la manipulación, dándole vida a figuras sin alma, que solo gesticulan, pero que se muestran ante el espectador como villano o salvador, sin poder determinar si son estos los héroes que la audiencia busca y necesita para encontrar la felicidad y la verdad.
El problema radica en que muchas veces el títere pareciera tomar vida propia y en la magia del escenario, al ver sus movimientos, uno no sabe distinguir si es el títere o “El Tytiritero” quien está mandando el mensaje, provocando algo de controversia en el espectador, pues uno no sabe quién es el ser superior, si el que nos da la cara o el que se esconde tras bambalinas.
Para poder apreciar este arte, es necesario saber que hay varias versiones de Títere, unas con mayor relación interpersonal que otras, la marioneta y el títere de sombra son ajenos a “El Tytitiritero”, pero hay otros que son parte de él, el mejor ejemplo es el títere de guante, aunque el más socorrido es el de varilla.
Sin embargo, en todas sus versiones, los títeres son manipulados desde el anonimato, a veces desde las alturas, otras desde la oscuridad, otros a control remoto y hay algunos que se dejan manipular desde un costado, (pero no acostado).
Como siempre sucede los japoneses nos dan muestra de sus genialidades, pues gracias al BUNRAKU nos damos cuenta de que ellos mandan a sus operadores, manipuladores o titiriteros justo detrás del muñeco, coordinando todo a la vista del público.
Ahora que sabemos más sobre esta bella expresión teatral, bueno sería poder ver, observar para aprender, pero sobre todo saber quién es, “EL TYTIRITERO”.

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