Nuestros Columnistas Locales
OPTIMUS
Jorge Alberto Pérez González
10/01/2016
¡No la alcanzó!
Hay cosas en la vida que hacen sufrir mucho, una de ellas es sin duda abrigar esperanzas sin posibilidad de hacerlas realidad, por ello para satisfacción de los ilusos, contaré una historia que hoy tiene al borde del suicidio a un ingenuo y pobre romántico.
Dicen que las metas para que se logren deben de ser alcanzables, nadie tiene derecho a soñar con quimeras, las fantasías son buenas cuando nos permiten alcanzar un mejor status, nos convierten en seres más responsables y nos llevan a crear una tabla axiológica que beneficia no solo a uno, sino a todas las partes.
Resulta que La Serenna, esa hermosa virgen canina que habita en el jardín de la casa, recibió el año 2016 con la nada agradable visita de su periodo de estro, es decir entró “en celo” sin imaginar que en ausencia de El Kalusha, hermoso perro labrador negro, perdón de color, otro se habría de enamorar de ella, sin considerar diferencias sociales, de raza y de tamaño.
En efecto, El Ringo, perro enano pariente de “Snoopy”, desde el viernes 1 soñó con perder su preciada virginidad a las 9 meses de edad y 25 centímetros de estatura, así que tomó la sabia decisión de a ladridos, solicitar su exilio al patio, a fin de verificar las urgencias de la ahora encantadora perra labrador de cinco años y casi un metro de estatura.
Durante los dos días lluviosos del fin de semana pasado, se la pasó mojándose, (me refiero al Ringo), quien la seguía a todas partes con aviesas intenciones, poniendo cuando la perra se detenía, sus cuartos delanteros sobre el lomo, iniciando un bamboleo que no llegaba ni a las corvas de la señorita.
Recordemos que esta perra llegó a la vida de El Kalusha en el otoño de su existencia, razón por la cual, cuando se presentaba “en celo”, el viejo solo alcanzó a ponerle una pata encima, sin lograr su cometido, debido fundamentalmente a que las fuerzas ya no le ayudaban en nada.
Sin embargo este joven inquilino resultó tan insistente, que ha recorrido todo el territorio en varias ocasiones, tratando de convencerla de que ella es la que debe de bajar a su nivel. (Parece aspirante de partido político, buscando una candidatura.)
No puedo negar que al ver sus vanos esfuerzos sentí piedad de ambos, razón por la cual fue necesario buscarle a la perra un espécimen de su raza y tamaño, para lograr el empadre adecuado y necesario.
Rápidamente llegaron las recomendaciones, no escuché ninguna más que la del veterinario, quien recomendó a Choco, un labrador de casi dos años de edad y residente de la colonia Jardín, así que después de conseguir la cita, fue necesario llevar a la perra al territorio del macho, pues dicen que así debe de ser para que se logre la monta.
Vaya sorpresa que nos llevamos La Serenna y un servidor, el novio resultó ser un enorme ejemplar de color chocolate, de casi metro y medio de estatura, clásico ejemplar de esos que van al Gym todos los días y que parado en dos patas y de cerca, parece oso grizzly con todo y sus ojos color avellana.
La Serenna no pudo ocultar que le gustó, sin embargo, como buena perra educada, le mostró los dientes con desprecio a la hora de la presentación, para después como si nada, esbozar una sonrisa y darse la vuelta para mostrarle sus mejores encantos.
Esto hizo que el Choco dejara de ladrar, recorriera con mirada libidinosa el cuerpo completo de la hembra, para después mostrarle sus aposentos y llevarla a su tazón de agua, pues supuso, que ella vino a beber.
Y allá está, por lo menos vivirá sus 15 días de luna de miel en colonia de abolengo, esperando que la larga espera para ser madre, la convierta en una nueva perra y regrese a la colina Lucero cargada de…. energía.
Regresé a mi casa y encontré un cuadro desolador, El Ringo lloraba y aullaba buscando a su amor, clara decepción amorosa de la que seguramente se repondrá al paso del tiempo.
Desde que ella lo abandonó no ha probado alimento, solo agua le pasa debido a su nudo en la garganta, he platicado mucho con él tratando de levantarle la moral. Ya le dije que fue al hospital y que tal vez sus esfuerzos no fueron en vano, que posiblemente regrese cargada de críos que le dirán, guau, guau.
A fin de cuentas padres no son los que engendran, sino los que crían, de lo cual el adonis color chocolate no tiene la menor culpa, además eso le pasó a El Ringo por hacerse ilusiones pues simple y sencillamente, como aspirante a la grande, ¡NO LA ALCANZÓ!