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OPTIMUS


Jorge Alberto Pérez González

29/11/2015

Guerra sucia

El Ringo, perro enano pariente de Snoopy, dice que ya empezó la lloradera por todos lados, pues los simpáticos aspirantes a gobernar Tamaulipas, tienen la piel muy delgada, la memoria muy corta y la ambición desbordada.
La alternancia no es mala, malo es que la logren bandidos reconocidos, exhibidos y fichados, pero eso se vale, dicen, pues los «antecedentes penales en inglés» no aplican en México, esos errores del pasado se pueden ver como pecados de juventud, confesados con descuento de penitencia en el «Buen Fin».
Y tiene razón el perro, pues poco a poco nos vamos dando cuenta de que las opciones en la boleta pudieran ser sólo la oportunidad de elegir al «menos peor» de los sujetos.
Sin embargo, es menester aclarar que exhibir verdades contundentes en los medios, no se puede considerar como guerra sucia, pues hay una gran diferencia entre inventar una nota y documentar una investigación.
Los medios de transparencia con que se cuenta ahora, permiten que aflore la podredumbre legal, pues no podemos negar que el uso de atribuciones a veces permite excesos, que si bien no son delitos, encueran al funcionario, al permitir al ciudadano saber cómo va a reaccionar y direccionar, cuando tenga el poder completo en nuestro Estado.
¿Será difícil entender que la ciudadanía quiere votar por candidatos honrados, sin tacha en el ejercicio público y que sean lo suficientemente valientes como para vivir en Tamaulipas?
¿Será difícil entender que ahora los votantes, gracias a las redes sociales se enteran de todo y que es infructuoso ocultar la verdad?
Pronto se sabrá.
Aquí no se trata de favorecer a tal o cual partido, ha quedado demostrado que por encima de los operadores políticos, la voluntad ciudadana se carga de uno u otro lado, cuando ve fehacientemente la buena voluntad, la entrega al servicio público y la verdad en los ojos del aspirante.
La voluntad cupular puede imponer candidato, pero la voluntad popular puede hacer añicos cualquier sueño guajiro basado principalmente en el «agandalle» y en el oportunismo, cualidades negativas de la política que no favorecen el triunfo, pues para vencer, primero de debe de convencer.
La unidad es primordial para obtener un triunfo, pero esta no se logra cuando se basan en artimañas, cuando se pretende a toda costa figurar por encima de todos.
La política oculta las más de las veces, las verdaderas razones que motivan a los actores, lo que no se puede ocultar es el paso por el servicio público, ese está sujeto al escrutinio de todos; analistas, periodistas, investigadores y votantes.
Ya no se obtienen votos tan fácilmente, todos los triunfos serán muy peleados y habrá quien naufrague en sus propias falacias, cuando logre la tan anhelada nominación, no se necesita ser vidente para saber cómo reacciona la sociedad cuando le han quedado a deber.
Hoy es más pesado el antecedente, que el patrocinio exhibido, pues si algo no se ha perdido, es la capacidad de pensar en el destino final del sufragio y esto no es GUERRA SUCIA.

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