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OPTIMUS


Jorge Alberto Pérez González

1/11/2015

Tamaulipas, tiempos de mujeres

El Ringo, perro enano pariente de «Snoopy» recibió su merecido, pues desde que llegó a esta casa llena de mujeres decidió convertirse en el jefe de la manada, así que comenzó con la Serenna, la última novia del Kalusha (hermoso perro labrador negro, perdón, de color).
Y comenzó con ella por la simple y sencilla razón de que es la más tranquila de la jauría, la pobre sigue virgen pues llegó a justo en el otoño del patriarca, no fue por falta de ganas (de ambos), sino más bien por falta de fuerzas, ya que el Kalusha sólo podía levantar una pata a la vez.
Pero no nos desviemos del tema, el Ringo posteriormente siguió con la Venus, dichosa perra que le dio la última camada (o encamada) al antiguo rey, ella fue un poco más rejega, pues desde que la operaron de la matriz se volvió muy desconfiada, pero a fin de cuentas sucumbió ante los embates del enano que se cree Gran Danés.
Le faltaba la Canora, pero ésta sí que hace honor al género, ustedes ya saben que es una perra indomable, aquí en este espacio ya hemos comentado sus alcances, así que cuando el pequeño can la quiso dominar, abrió sus fauces y le ha dado tremenda mordida que lo confinó de inmediato al interior del hogar.
Un poco de asuntol líquido para evitar la infección, fue suficiente para que ahora su imagen sea muy parecida a la de cualquier hijo de Julio César Chávez después de un combate de box.
Este inconveniente sufrido me ha dado la oportunidad de platicar con el Ringo y al ver su lamentable estado, no me queda la menor duda en que habrá de tomar precauciones en el futuro.
Él dice con sabia madurez adolescente, que las mujeres todas, tienen diferente carácter (lo cual aprendió rápido en su corta vida de menos de un año).
Dice que son muy empeñosas y que respetan el hueso ajeno, pues cuando él logra esconder uno en el jardín, ellas ni siquiera se acercan a oler, cosa que desde luego él no hace, pues al menor descuido de cualquiera de ellas, él ya lleva en el hocico el fruto de su osadía.
No reclama, pero reconoce que son más, en su caso particular él representa sólo el 25 por ciento de la población en su territorio, así que no quiere correr el riesgo de jugar a la democracia, pues sin duda perdería de todas, todas.
Le pregunté de inmediato si estaría dispuesto a impedir que alguna de ellas se convirtiera en jefa de manada, y su respuesta me pareció muy sabia, me dijo: «Mira, tal vez logre convencer a la Serenna para que me apoye, pero en cuanto se lance una de las otras dos en mi contra, sin duda ella cambiará de aliado, pues cuando me mordió la Canora ni siquiera una oreja levantó».
Esta conversación me llevó a conclusiones interesantes, en efecto las mujeres son más, también son más dedicadas, no le temen al trabajo y cuando saben mandar y saben escuchar, se convierten en sabias.
La ley en los partidos se ha modificado para que ya no sean solo «carne de cañón», importantes activistas acotadas a ciertas tareas o relegadas a la hora de las nominaciones.
Y una ley se tiene que cumplir, si no se quiere lucir un ojo morado.
Con convencimiento o no, todos tendrán que entender que nos acercamos a una nueva era, en la que las oportunidades serán parejas sin importar el género, por ello titulé esta colaboración como: TAMAULIPAS, TIEMPOS DE MUJERES.

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