México tiene a su primer MasterChef

19/10/2015.- Después de 17 semanas durante las cuales los participantes se ganaron la simpatía del público mexicano, demostraron sus habilidades, crecieron y fallaron también, la primera edición de Master Chef México concluyó el pasado domingo en una final competida por tres participantes de talentos y orígenes tan diferentes como valiosos.

La Hermana Flor, que resultó ser más bien Madre Superiora, monja de Puebla de 67 años y una de las más queridas del público, fue la primer finalista que conocimos del reality, seguida de Marlene, una estudiante de gastronomía jaliciense que encantó a todos por su belleza, talento artístico y creatividad; gran rival de Alan Rangel, último finalista originario también de Guadalajara y de un origen humilde como lavaplatos.
Durante una final muy emotiva a la que fueron invitados todos los concursantes de la primera edición, así como los familiares más cercanos de los finalistas, la Hermana Flor, Marlene y Alan se enfrentaron a un reto laborioso pero simple, tan simple que fácilmente podría jugarles en contra y arrebatarles el premio del primer lugar.

La última gran prueba de los participantes consistió en presentar una comida de tres tiempos: entrada, plato fuerte y postre; un menú completamente libre que representara su propia esencia y la de Master Chef a través de la emoción, la pasión y, por supuesto, la cocina mexicana.
Para la entrada tuvieron 40 minutos, después de los cuales Alan presentó unos tacos de acociles que encantaron a los jueces a pesar de rebasar un poco el picor necesario, mientras que Marlene presentó un mero con vinagreta que los jueces calificaron como sobre cocido. La última en presentar fue la Hermana Flor quien ofreció unas tostadas de ceviche que a los jueces les parecieron sencillamente simplonas.
Para la segunda ronda en la que peresentaron su plato fuerte, Marlene tuvo el primer turno para presentar su filete de res con costra de chapulines acompañado de pipián, el cual les pareció exquisitamente montado a los jueces, y sin embargo, nada especial en el sabor a comparación del chile relleno de langosta con salsa de huitlacoche que presentó Alan, el cual calificaron como una excelente combinación de sabores que le ganó por mucho a la sencilla pechuga rellena de espinaca de la Hermana Flor.
Finalmente llegó la hora del postre y la monja se decidió por un pastel de limón con nuez, Marlene por un bizcocho de vainilla con nueces y una salsa de chocolate con chile cascabel, mientras que Alan presentó un tamal dulce con pasas y jarabe de duraznos.
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Así culminaron los últimos segundos de los participantes en la cocina de Mater Chef, a quienes no les quedó más que esperar la decisión de los jueces que definiría al ganador de un millón de pesos, la oportunidad de hacer un libro de recetas, 5 mil pesos mensuales para gastar en el supermercado y un viaje.
Al final, los jueces Adrian Herrera, Betty Vázquez y Benito Molina reconocieron el crecimiento de la Hermana Flor como cocinera, su humildad y bondad; la extraordinaria capacidad creativa de Marlene y su talento para emplatar e innovar, así como el talento natural e intuitivo de Alan, quien sin ninguna educación formal brilló durante toda la competencia y finalmente lo convirtió en el primer Master Chef de México.

Agencias.

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