La ola amarilla
10/12/2018 – Los “coloristas” enseñan que cuando al azul se le agrega amarillo, se pone verde y cuando al marrón se lo quitan -el amarillo-, da una tonalidad roja… ahora los escudriñadores de la política andan atisbando por esos prismas para entender lo “inconcebible”.
La ambición del poder, por el poder mismo, parece traer al borde de las pasiones a muchos personajes y pretendidos personeros de aquí, allá y acullá.
La inminente renovación de la Legislatura tamaulipeca -como sucede con las otras cuatro entidades donde el año próximo también habrá elección local- ha desatado cualquier cantidad de proyecciones y despliegues entre los presuntos interesados.
Ya sabe, institucionalmente, teníamos PRI, llegó el PAN y ahora aparecen los de MORENA desbocados, con su cauda de padrinos y ahijados.
Los conciliábulos de su parte se multiplican por las tres regiones geográficas del territorio y fuera de este, en un amplio abanico que busca incidir en los márgenes clientelares de la política tradicional nuestra, al grito de ¡divide y vencerás!
Con todo y los pregones sobre esperadas inercias, los santones de la operatividad central morenista, entre quienes inciden aquellos que antes abonaron a triunfos del PAN y se la jugaron sin éxito en el PRI, han enviado a sus “embajadores” con la instrucción de partir de cero.
“No tenemos nada y todo lo tenemos que construir”, dicen y repiten a quienes han ido incorporando a sus tareas, que incluyen socavar agrupaciones gremiales, armar estructuras y apuntalar candidaturas.
“A este lo vamos a fastidiar y a aquel lo vamos a neutralizar”, han dicho en la más cruda expresión mundana, sin límite de jerarquías.
Ofrecen El Oro y el Moro: en el partido no habrá dinero para campañas, pero nosotros vamos a decirles dónde estará el billete, en las dependencias, en los programas, convencen.
Y así se van repitiendo, a quienes han escogido como aliados, por distintas vertientes, de las que las estructuras locales partidistas no son si siquiera testigos o escuchas, menos los arribistas del vecindario que pensaban llegar a la mesa servida.
Son más bien sujetos discretos, sin mayores antecedentes en la capital, o en el partido moreno las grandes trascendencias; vienen de semilleros periféricos, cuño del mismo polvo de aquellos lodos.
Parece como si no existiera nadie más que el que les manda, de lejanas tierras, en aparente servicio al Tlatoani mayor, pero con alguna intención propia discreta, a someter estas provincias.
Ya se acercan los tiempos de los “asegunes”.
¿Quién trascenderá electoralmente el primer domingo de junio del año próximo en las urnas?
Seguramente quien cumpla, quien extienda las satisfacciones tanto tiempo postergadas, quien revierta el acotamiento en los niveles de vida en que hemos caído, quien dé verdad a su palabra.
“Grillar” es fácil y arrebatar no es eterno. En ello van todos los partidos.
Contra los dichos y acciones de aquel evidente despliegue, MORENA y su gobierno no acaban de instalarse en el poder y empiezan a darse cuenta que no será sencillo.
A muchos de los delegados de las dependencias federales, que en campaña habían dicho desaparecerían y el uno de diciembre dijeron adiós, ya los están llamando para que regresen.
De favor les piden que sigan en el despacho, aunque les dicen que no tienen para pagarles… y muchos están pensando si atienden el convite, pues ciertos están, sólo quieren que les enseñen el caminito y luego los lanzarán de regreso a la calle.