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Los Hechos
La luz al final del túnel
26/04/2018 – Así como hace dos décadas veíamos lo que pasaba en Colombia como algo lejano, inverosímil, inhumano, incomprensible y terminamos por padecerlo “corregido y aumentado”, en el aquí y ahora para muchos parece, la violencia y la descomposición social no tienen solución.
Las expresiones dadas en el debate de los candidatos presidenciales, sobre el tema de la seguridad, no arrojan novedad alguna sobre lo que ya se ha hecho o intentado hacer, más allá de las ocurrencias huérfanas de sustento o lógica.
A lo largo de este periodo negro en la historia regional -en la que está inmersa la mayor parte del país-, en algún momento compartí la esperanza social sobre efímeros visos de solución.
El esclarecimiento de algún hecho delictivo y la detención de sus autores generó confianza, pero pronto la ausencia de constancia, el apabullante cúmulo de sucesos contra los cada vez más escasos resultados institucionales, terminó por sepultar tales expectativas.
El balance entre los casos concluidos y las manifestaciones del delito de amplia brecha siguió ampliando sus distancias.
La noticia es que esa tendencia se ha ido invirtiendo.
Cada vez son más los casos de manifestaciones antisociales que son esclarecidas por las autoridades y más también la aprehensión de responsables hasta la concreción de sentencias ejemplares.
Un caso emblemático se presentó esta semana en Victoria capital.
El escándalo asaltó a la opinión pública regional y allende el territorio estatal, al propagarse el hecho de que un grupo de estudiantes habría sido atacado a balazos dentro de las instalaciones de la Preparatoria Federalizada número uno, Marte R. Gómez.
Los recientes hechos de Jalisco, los antecedentes de jóvenes armados causando muerte en entornos escolares norteamericanos y la percepción de crispación general daban para temer y sacar cualquier cantidad de conclusiones catastrofistas.
El puntual despliegue de las autoridades, ubicando y sometiendo a buen resguardo a los presuntos autores de la agresión, cortó de tajo las especulaciones y el escándalo que ya se animaba.
Aunque el sigilo de la indagatoria y el procesamiento de los presuntos responsables inhiben abundar en detalles, trascendió, la agresión habría estado dirigida hacia uno de los alumnos y en su persecución habrían resultado los terceros agredidos.
Aunque el móvil no se había establecido, la línea de investigación principal apuntaba hacia las actividades a que se dedican uno y otros, agredido y agresores.
Más allá de las particularidades del caso, el mismo se vuelve emblemático de cómo en general ha estado evolucionando en el estado el tema de la inseguridad hasta vislumbrar esa luz al final del túnel que en los últimos años se había negado.
Por supuesto, un fenómeno de amplio espectro y largo cuño, como el de la inseguridad, resulta complejo y dinámico, como para desplegar banderas en cualquier momento.
Para hacer efectiva y duradera la solución a estos problemas, el Gobierno de FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA trabaja en variados frentes.
Uno de ellos, que resulta fundamental, es la conformación de un cuerpo policiaco estatal suficiente, bien capacitado, evaluado, medido y pagado.
No se ha escatimado en esfuerzos para poder alcanzar a incorporar los 7 mil elementos que hacen falta para completar la fuerza necesaria para un Estado como el nuestro, estimada en 10 mil agentes del orden.