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LOS HECHOS
José Inés Figueroa
04/01/18
En las redes del presupuesto
Para este año, el Instituto Electoral de Tamaulipas solicitó un presupuesto de 537 millones de pesos; el Congreso le aprobó sólo 218 de esos millones requeridos.
La cifra asignada significa en números, poco más de 4 millones de pesos adicionales a los ejercidos el año pasado, lo que en términos reales es una reducción de suyo, considerando la depreciación del dinero.
El índice inflacionario rondó los 7 puntos porcentuales, en esas sumas significando unos 15 millones de pesos, en números cerrados.
Con menos de la mitad de los recursos que el IETAM pidió para operar en este año electoral, luego entonces, inicia el ejercicio fiscal, en el que adicional a las tareas y requerimientos del año anterior debe financiar 43 consejos municipales electorales, con oficinas, funcionarios, personal y servicios por pagar.
Sólo en prerrogativas para los partidos políticos, de ley, debe repartir 176 millones de pesos -más de la mitad del total de sus fondos dispuestos-, al aplicar la partida especial para la promoción del voto -campañas- por un monto superior a los 43 millones de pesos.
Igual, aunque el INE concurre en la selección, reclutamiento, capacitación y avituallamiento de los funcionarios de casilla, hay otro personal, equipo, contrataciones, impresión de boletas y urnas que implica el año electoral, con un costo significativo.
La presidenta provisional del instituto, TANYA GISELA CONTRERAS, confía en que mediante acciones de austeridad y gestiones de ampliación presupuestal, ante la Secretaría de Finanzas del Estado, podrán sacar adelante los compromisos que imprime la elección concurrente de ayuntamientos de este año en Tamaulipas.
Mientras se consuman tales intenciones ya le tocó en estos sus primeros días de gestión asegurarse de que los 43 comités municipales electorales estén listos para instalarse y abrir puertas a partir de mañana.
¿Cómo le hicieron? Ellos lo sabrán.
La cuesta de enero, en el caso del IETAM, puede prolongarse y la mayor carga le tocará a su nuevo presidente, ese que será electo el 19 de febrero por el Consejo General del Instituto Nacional Electoral, para que asuma funciones al día siguiente.
Viene a encabezar un Instituto y Consejo ya experimentado, con un proceso inédito en su haber, para operar otro, extraordinario, en el debut de un partido en el poder, distinto al que gobernó estas tierras por casi un siglo, lo que, visto está, trae complejidades aparejadas.
El INE se ha visto “grande”, para atraer potestades, para meter mano en los OPLEs, en este caso el IETAM, aclamando principios de democracia, independencia, autonomía, modernidad, pero se muestra “corto”, en otras concurrencias.
En principio, hoy, en algo tan fundamental como asegurarse que la instancia local disponga de los recursos vastos para cumplir con esa responsabilidad impuesta de celebrar una elección extraordinaria.
El año antepasado, sólo para acompañar la elección local tácitamente de “observador”, fuera de sus tareas ordinarias propias de sus potestades, el INE asignó un recurso extraordinario a su representación en el Estado de cien millones de pesos.
En este año, la concurrencia con la elección local no se sale mayormente de lo que son las tareas propias de la elección federal, en la selección y operación de casillas y sus funcionarios, que serán los mismos para toda la elección, más lo relacionado a la lista nominal que es de su absoluta competencia… y de erigirse en censor, entre temerarias acusaciones, huérfanas de elementos contundentes, que les den veracidad ante la opinión pública, quedando en simples dichos.