José Inés Figueroa Vitela
22/10/2017
Eugenio ¿Y cuántos más?
¿Qué es lo que tiene el gobierno norteamericano en contra del ex gobernador tamaulipeco EUGENIO HERNÁNDEZ FLORES? El juez federal RAYMUNDO SERRANO NOLASCO, ayer mandó desalojar la sala, al momento que iba a darle cuenta al ex gobernador de la nota diplomática, por la que el gobierno norteamericano solicitó su extradición.
En los primeros 15 minutos de la audiencia, que fueron públicos, el inculpado fue enterado que una corte federal del sur de Texas, le acusa de asociación delictuosa para el blanqueo de capitales y para cometer fraude bancario, así como de operación de negocios sin licencia en su territorio.
Aunque el sustento de tales señalamientos, contenidos en la ficha técnica, fueron guardados en “la secrecía del proceso”, los trascendidos al paso de los tiempos de alguna manera han permitido dibujar de lo que se trata.
Todo derivó de una operación de compra-venta de un predio en Reynosa, en la que participó, entre otros, un pariente político del ex gobernador, de la que el oferente, fue a depositar el producto de la operación en una institución bancaria del lado americano.
Es, guardadas las proporciones, como el caso de las marismas de Altamira, por las que un juez federal “tumbó” el auto de formal prisión dictado por un juez local, donde a las terceras personas de una operación extraterritorial, pretende endilgarse el título de “prestanombres”.
Luego ya entra el tema de las afirmaciones de “testigos protegidos” o “colaboradores”, presuntos delincuentes, que a cambio de consideraciones en las acusaciones por las que se les procesa, ofrecen señalamientos en contra de terceras personas.
Para el caso, estos, han hecho señalamientos prácticamente contra todas los gobernantes locales de esa temporada y hasta para figuras de la vida nacional, algunos de ellos quienes ya han librado procesos nacionales, desacreditando la veracidad en las afirmaciones de aquellos.
Hasta ahora, no se ha sabido de depósitos de numerario o propiedades de EUGENIO radicadas en el vecino país del norte, como se ha señalado de otros y acaso, se han relacionado nombres, generalmente de personas desconocidas en el ámbito local, a las que igual se pretende dar condición de “prestanombres”.
Tras la actuación de ayer, que fue prácticamente la notificación del inicio del proceso de extradición, el juez de la causa mandó decir que no hay fecha para una nueva audiencia, declinando a abundar en datos sobre el caso.
Lo que hoy se ve en torno de este, no tiene fecha de caducidad y abundan quienes se pierden en el origen; los más se siguen preguntando cuál es el interés real de las autoridades norteamericanas y hasta dónde podrán llevar esta jornada, que no se ve como algo aislado.
Nada es fortuito, nada lo fue… y nada lo será.
En la transición del gobierno tamaulipeco de TOMÁS YARRINGTON RUVALCABA, la inseguridad ya estaba desbordada, pero precisamente focalizada.
Tras el frustrado intento por poner bajo su égida a las bandas del narcotráfico de entonces, a partir de “un acuerdo”, tras su evasión de Puente Grande, «El Chapo», inició la conquista, a sangre y fuego, de las rutas tamaulipecas, por Nuevo Laredo.
«El Azul» ya había venido a reorganizar el grupo principal de la región, tras la caída de JUAN GARCÍA ÁBREGO, pero para cuando reapareció JOAQUÍN, ya había un nuevo orden consolidado, que no estaba dispuesto a ceder espacios.
Por eso a fines del sexenio de YARRINGTON, las cruentas batallas en Nuevo Laredo eran de escándalo; nadie pensaba entonces que se hicieran de orden general y cotidiano con el paso del tiempo.
Recuperar esos espacios era para lo que el Gobierno del Estado y sus corporaciones estaban preparados y equipados en el inicio de la gestión de EUGENIO HERNÁNDEZ FLORES en medio de aquella refriega.
La única solución dable se operó entonces, con el concurso de la federación.
Se mandaron refuerzos de la Policía Federal, hasta encontrarse a un elemento bien pertrechado en cada esquina del primer cuadro, y de la milicia se mandó a un oficial de alto rango, con su pelotón, a hacerse cargo de la policía municipal neolaredense.
Al poco tiempo corrieron los trascendidos, fotografía de promedio, de algunos de los mandos enviados de la capital “conviviendo” con reconocidos jefes delincuenciales.
Otro elemento característico de la temporada, fue cuando las autoridades estatales capturaron al “líder” de la principal banda que operaba en Tamaulipas y lo entregaron a las autoridades federales; más tardaron estas en “recibirlo”, que en dejarlo en libertad.
Eran los tiempos en que el PAN despachaba en el gobierno federal, entre VICENTE FOX y FELIPE CALDERÓN, de cuyos sexenios le tocó parte a TOMÁS, EUGENIO y EGIDIO TORRE CANTÚ.
Fue el periodo en que «El Chapo» se fugó la primera vez y quiso titular toda la delincuencia organizada nacional, combatió a los demás grupos, mientras de Estados Unidos se implementó el Programa Rápido y Furioso regalando armas y dinero a bandas mexicanas, a la par de multiplicar las deportaciones mezclado delincuentes excarcelados de sus prisiones, se instruía en prácticas terroristas a GAFES y Kaibiles, soldados de México y Guatemala que fueron a reclutarse, repartidos, entre las bandas delincuenciales en pugna.
Ya antes, algunos gobernantes de la región habían sido invitados convenientemente a conocer los instrumentos de control de las autoridades vecinas, donde se daba cuenta de su pleno conocimiento del origen y destino de las drogas, con las sanciones “aleatorias” unilaterales.
El crecimiento exponencial del mercado interno, el número de sus integrantes, las actividades que del narcotráfico pasaron a la extorsión, el secuestro, el asalto, el cobro de piso y la suplantación del Estado mismo, con brotes regionales que a fuerza de constancia prácticamente se generalizaron por los variados rumbos de la geografía nacional.