LOS HECHOS

José Inés Figueroa

28/08/17

¡Todos ganan!

Tras un proceso electoral, por naturaleza humana, abundan quienes se ponen a hacer cuentas de quiénes ganaron y quiénes perdieron.
El triunfo tiene muchas paternidades y la derrota es huérfana, se dice.
En el saldo de la elección del nuevo presidente del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional, las lecturas pueden ser interminables.
¿En verdad ganó EGIDIO y perdió CAVAZOS?, hablando de los ex gobernadores a los que se pretendió dar el padrinazgo sobre las candidaturas de CHECO GUAJARDO MALDONADO y OSCAR LUEBBERT GUTIÉRREZ.
A toro pasado repetiremos lo que en este mismo espacio escribimos antes “de la embestida”.
Simpatizando ambos con los respectivos proyectos, ninguno de los dos han sido precisamente los gobernadores más populares y en el recuento, concluidos los mandatos, sus fuerzas leales aparecen más bien diezmadas, como para mantenerse factores de decisión vigentes.
GUAJARDO y LUEBBERT han sido actores políticos, como buena parte de los consejeros políticos de su partido, que han trascendido a los sexenios, sin detrimentos de las mayores o menores luces que han tenido en unos y otros, como actores preponderantes.
En la operatividad del momento, acaso, fue más factor incidente la figura del alcalde capitalino, OSCAR ALMARAZ SMER, quien dejó transcurrir el proceso y llegado el momento, tomó una decisión que generó inercias y marcó destino.
Pero más allá del tamaño del abono de los individuos y los personajes, cuya incorporación es mérito personalísimo de los aspirantes, la clase política estatal representada en el Consejo Político votó por algo todavía más trascendente.
GUAJARDO en sí representa un renuevo en la conducción del PRI tamaulipeco, con un equipo que no significa más de lo mismo que en el pasado se vio por ahí y con formas, que más allá de la estridencia para el aplauso fácil, se convierta en una oposición responsable.
Por eso votó el priísmo tamaulipeco en sus consejeros.
Una oposición de resultados, en principio, para rescatar lo que se le viene negando a la sociedad en su conjunto con un gobierno distinto y a ratos distante, y enseguida, de resultados para que el partido pueda recuperar los espacios perdidos.
La elección misma de la nueva dirigencia priísta se presenta como una muestra de evolución; demostró cómo se pueden andar caminos democráticos y cumplida la elección, cada cual vuelve a lo suyo, de manera alguna menor en el amplio espectro público.
La dimisión en las vísperas de la asamblea de ALEJANDRO GUEVARA COBOS, como la aceptación de los resultados de OSCAR LUEBBERT GUTIÉRREZ, son acciones que los enaltecen y prestigian al instituto político.
Salir, con estructuras y personalidades movilizadas, de un proceso interno auténticamente democrático, darse la mano e ir unidos a los nuevos retos electorales en la madre de todas las batallas, que es la elección constitucional, inserta al PRI como un partido actuante y competitivo.
Hecho de las regiones, como una fuerza centrífuga, Tamaulipas hace su aportación al movimiento nacional, donde su hasta hace poco considerada posición marginal, va remontando adversidades hasta hacer valer su organización, experiencia, trabajo y capacidad para insertarse en los tiempos modernos.
Todo cuenta.
Incluida la perfilación de un candidato presidencial sin militancias, como JOSÉ ANTONIO MEADE y hasta la marginación de RICARDO MONREAL en la selección del candidato del partido MORENA al gobierno de la Ciudad de México.
MONREAL no regresará a las filas del priísmo, pero orientando su proyecto construido, hacia una perfilada candidatura independiente, a la que eventualmente se sumen el PAN y el PRD, sacará al pejismo de la capital y eso también abona al proyecto nacional tricolor.

 

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