LOS HECHOS

José I. Figueroa

20/07/17

Los mirreyes del poder

Para la doctora MARÍA DEL PILAR OEHMICHEN, los “mirreyes” son una muestra de la desigualdad social que hay en el país; hijos de empresarios y de funcionarios que actúan con prepotencia, que exhiben sus privilegios en un discurso de clasismo y desprecian la cultura del esfuerzo.
“Es un comportamiento de una lumpen-burguesía dependiente, con muy poco capital cultural y una posición racista. Cuando se habla de «los nacos», «la plebe», ese tipo de expresiones de hijos de políticos, de funcionarios, de empresarios. Es la involución de los juniors: son así, pero más patéticos. Esto expuesto a los ojos de todos por el uso de las redes sociales”, define la directora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Aunque el tratado sobre ese fenómeno conductual contemporáneo resulta amplio y preciso, de aquellas bases ya se pueden sacar algunas conclusiones endosables a los personajes del poder doméstico actuante.
Los “mirreyes” ya no son solo los hijos de los poderosos; ellos mismos están accediendo ya a las esferas del poder, evidentemente y las consecuencias parecen no admitir espera.
Caso ejemplar, o botón de muestra será el del secretario de Educación de Tamaulipas, HÉCTOR ESCOBAR SALAZAR, quien el martes de esta semana se hizo acompañar solo de algunos de sus subalternos, para clausurar el ciclo escolar 2016-2017 en Matamoros.
La escena no tendría nada de particular, sino fuera por los antecedentes que circulan de boca en boca entre el gremio magisterial tamaulipeco.
Los trascendidos dicen que el joven funcionario, para asistir a eventos en escuelas a los que fue invitado, advirtió a los organizadores que debían asegurarse que no fuera a presentarse algún imprevisto -manifestación, reclamo o solicitud-, que no invitaran a nadie más que pudiera opacar su personalidad en el presídium y que tuvieran listos determinados alimentos y bebidas de su agrado, para el particular consumo.
Cualquier falta a tales exigencias sería causal de su retiro del lugar, de no atender otra invitación de ese origen en lo sucesivo, o hasta de afrontar las consecuencias de semejante desplante, se dio por entendido.
Sabiendo de eso, mejor se puede entender el perfil de la clausura del ciclo lectivo.
El día del evento aquel, en el municipio de origen del secretario, a sus oficinas en la capital tamaulipeca llegaron decenas de maestras educadoras provenientes de las distintas regiones de la entidad.
Venían a reclamar el pago por el tiempo extra devengado durante los últimos seis meses, en que se quedaron a atender los niños cuatro horas después de la jornada ordinaria, en las denominadas “escuelas de tiempo completo”.
Mostraron mensajes donde el propio secretario les hizo saber, cuando antes le pidieron el pago, que éste se haría al concluir el ciclo escolar, pero cumplido éste, seguían sin recibir sus emolumentos.
Entregada la chamba, las maestras empezaron a llegar entrada la tarde a la sede de la SET, pero no fue hasta pasadas las 08:00 de la noche que el titular de la Unidad Ejecutiva MARIO LEAL “las atendió”.
Como en el rosario de reclamos que antes se han hecho por faltas institucionales, a las maestras les respondieron que habían detectado que los del gobierno anterior “no hicieron bien las cosas”, que se tenía que hacer un trámite “de muchas cláusulas” que iniciaron en enero, pero no han terminado y por eso no han podido sacarles su pago.
“¿Yyyy?… -se preguntaron las manifestantes sin aceptar excusas-; nosotros ya trabajamos y queremos que nos paguen”.

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