José Inés Figueroa
12/12/16
¡No hay dinero!
El viernes los gobernadores no priístas de la frontera norte se reunieron en Baja California para hacer acuerdos que se proponen refrendar a vuelta de mes y año en otro encuentro proyectado para Nuevo Laredo en sede.
Centralmente amagaron con el Pacto federal -el acuerdo por el que las entidades federativas conforman la República Mexicana- para presionar en busca de mayores recursos presupuestales.
Revisar los tratados de coordinación fiscal alude a poner en la balanza cuántos impuestos se generan en el estado captados por la federación y cuántos se regresan vía participaciones y obras, desconociendo el costo de la administración pública y reclamando por las cuotas compensatorias que van a dar a las entidades con mayor pobreza.
No obstante, los argumentos hoy sobran cuando los ingresos generales del gobierno han caído por muy variados motivos, pero especialmente, por la disminución de los precios internacionales del petróleo, la mayor fuente de financiamiento fiscal, aún con todos los esfuerzos de los últimos años por despetrolizar la economía nacional.
No hay dinero en las arcas gubernamentales y frente a esa realidad no hay argumento que valga.
Esa estrechez financiera repercute en el grueso, si no es que en la totalidad de los mexicanos y en ese círculo vicioso, sobrará decirlo, la solución no será la generación de nuevas cargas fiscales.
A nivel doméstico desde el propio gobierno se alienta el desempleo y se estrangula a las empresas con la ausencia de circulante en economías, como la de Victoria capital, por ejemplo, que vive del orden institucional.
Con menos empresas, o con negocios particulares reduciendo sus plantillas laborales para poder sobrevivir, qué tanto puede servirle al Estado incrementar el cobro del impuesto sobre nóminas del 2 al 3 por ciento.
Tal vez ese incremento del 50 por ciento en un gravamen no le alcance ni para cubrir la reducción por las nóminas reducidas y eliminadas; en riesgo ese cobro adicional anime la cancelación de otros negocios en el registro.
Pareciera que tener iniciativa, desplegar actividades empresariales, por estos tiempos está proscrito.
Todas las explicaciones sobre los «subsidios» al cobro de las tenencias vehiculares chocan con la premisa de que si tienes actividad empresarial -como persona física, donde entran todos los profesionistas, o moral, con negocios particulares y sociedades anónimas registradas-, entonces se acabaron los «beneficios».
Digan lo que digan, hagan lo que hagan en el gobierno, si no hay circulante en la economía, aunque quieran los causantes -que muchos son reacios al pago de impuestos por naturaleza-, los paga impuestos brillarán por su ausencia en las ventanillas del fisco.
Son tiempos de mucha imaginación, esfuerzo y destreza para el orden institucional, a cuya condición igual están condenados los individuos y sus familias.
Conseguir recursos para la ejecución de los programas públicos no terminó con la votación del Presupuesto de Egresos de la Federación en la Cámara Baja del Congreso de la Unión el mes pasado.
Todavía de aquellos montos, se siguió, por ejemplo, la distribución de la bolsa de 10 mil millones de pesos asignados a los propios diputados federales para aplicar en obras de infraestructura que ellos determinarán.