Locuras Cuerdas

Semana Mayor

29/03/2018 – En el duelo entre Dios y el diablo: el corazón humano es el campo de batalla. Fiodor Dostoievski.
No lea esta columna si detesta todo lo que parezca religión. No lea esta columna si lo que busca es análisis político, menos si usted es ateo y ve con aire de superioridad jacobina a quienes profesan una fe en la existencia de un Dios. Si es su caso que ve cualquier tipo de fe como enjuiciado de Nuremberg, que aún al ir perdiendo no abandonan su soberbia, esta columna no será de su gusto. 

Creer o no creer, esa es la cuestión. Muy querido, dilecto y sesudo lector, si en algún momento he querido ser instrumento de una inspiración divina es ahora. Los cristianos creen que la Biblia es obra de inspiración divina, es curioso que el punto de partida de quienes creen es precisamente el punto de incredulidad de quienes no creen pues su argumento es que, eso de la inspiración divina, coloquialmente dicen, es una jalada. Diría el poeta que rechazan lo que ignoran. Yo agregaría, “Viva la pluralidad” pero también agregaría aquel aforismo del apóstol Pablo escrito a los romanos que dice: “Bienaventurado aquel que no se condena a sí mismo en lo que afirma”. 

El punto es que esta semana se celebra lo que los creyentes, sean de la religión que sean, denominan la semana mayor en la cual conmemoran lo que se conoce como el sacrificio pascual, el cual tiene que ver con comprar boleto para no ir al infierno, esta es otra palabra que los ateos menosprecian y también juzgan en su léxico coloquial como jalada. Otra vez agrego, viva la pluralidad.
El sacrificio pascual se remonta en la Biblia al libro del Éxodo 12 cuando el pueblo de Israel aún siendo esclavo de la nación de Egipto, Dios por medio de Moisés, el equivalente a Miguel Hidalgo en aquella nación, se va preparando para librarse de la mano opresora egipcia. Como en su momento lo pudo aterrizar Tomás de Aquino: un elemento político secular, sirviendo de pretexto para un elemento espiritual de carácter eterno con beneficio para quienes lo quieran creer.

Acompáñeme en un viaje histórico imaginario y vayamos a esa noche en que es la primera celebración de la Pascua, Dios les dijo a quienes quisieran creer; no era obligación, no era a hue… como dirían los millennials, que en la puerta de las casas pusieran una mancha de sangre y que Él enviaría a un ángel de la muerte, quien mataría al hijo mayor de cada familia, pero que en todas aquellas casas donde estuviera la señal convenida el ángel simplemente aplicaría la Pascua, es decir, pasaría por alto y respetaría la vida. Los ateos en su definición vulgar y barata del amor se preguntan cómo un Dios amoroso es capaz de matar; y como mi mente finita de un ser humano común no ha podido tener esa teofanía del apóstol San Pablo en el camino a Damasco, pues no tengo una respuesta contundente a eso del amor como lo conciben los ateos, que asumen que todo debe ser miel sobre hojuelas en las relaciones entre Dios y los hombres, yo sólo sé de las buenas correcciones físicas que me dieron mis padres que en su momento me hacían llorar y hoy como adulto distingo como acciones irrefutables del amor paterno. Fui privilegiado en las dos caras del amor, en la miel y en la hiel.

Lo que se celebra o se conmemora en la Semana Santa es precisamente lo que la primera Pascua anticipaba en la parte espiritual, no en la secular, que era la liberación de la humanidad de lo que nos separa de Dios, y en ese caso el liberador ya no era Moisés sino el Señor Jesucristo. Para tener este boleto de liberación la única condicionante es creer en el sacrificio pascual de Jesús que representa la sangre en las puertas de aquellas casas. Si creemos somos espiritualmente libres, sino creemos viviremos con la consecuencia de tal decisión como en aquella ocasión descrita en éxodo hubo quienes no creyeron con argumentos muy válidos para su inteligencia, pero no validos en la practicidad de la vida.
La Pascua es pues, el equivalente a la celebración de independencia que se hace con mucha algarabía en México en el mes de septiembre y en EU en el mes de julio. Sólo que en la Pascua se celebra la independencia de todo lo que nos aleja de Dios. Hay quienes no lo creen, hay quienes sí lo creemos. Queridos ateos, consideren en su mente la remota posibilidad de que esto sea cierto, ganan más creyendo que no creyendo; diría Iván Karamazov que si Dios no existe, todo está permitido.
Querido lector, nunca se crea más inteligente que la historia. 

El tiempo hablará.

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