Locuras Cuerdas

Jorge Chávez

Políticos van, políticos vienen

Pos ya sabes que yo como digo una cosa digo otra. La Chimoltrufia.
Mi querido y dilecto lector, con todo este estropicio partidista que nos aporta sin el menor recato la espécimen política de nuestro país, con unas alianzas inusitadas, fundamentadas en razonamientos muy endebles y rebuscados, en medio de un furor de alabanzas “universales” y aterrizando con ironía aquel aforismo que a la letra dice: Lo normal no es normal si tú no eres normal; en ese tenor, no nos queda más que esperar lo inesperado. Son tantas las cosas, tantas las ignominias que no nos damos abasto. Apenas somos testigos de una nota de zurriburri, (palabra eufemística de desmadre) que ya surgió otra, y enseguida otra más, de las que como ciudadanos responsables estamos obligados a ocuparnos. Pero ante el tsunami de las entradas y salidas más inverosímiles de los miembros de un partido a otro, de plano no puedo. Me declaro humilladamente rebasado, políticamente agobiado, socialmente abrumado y personalmente atosigado. Como dirían los franceses, les Incompétents, aludiendo al hablar en lenguas del “precandidato” Ricardo Anaya; válgame la expresión de una no resignada derrota: no hay derecho.
Recordará usted, estimado lector, la voz emblemática de don Melquiades Sánchez Orozco, la voz oficial del estadio Azteca, anunciando los cambios de jugadores, quien entraba y quien salía. Pues créame que en una especie de esquizofrenia electoral, casi escucho su contundente y característica voz parloteando los cambios de partido de nuestros políticos mercenarios. Algo así como: “Sale del PAN Gabriela Cuevas para incorporarse a Morena” o «Sale del PAN Javier Lozano para incorporarse al PRI” y así ad infinitum o más bien por la falacia que representan en sus acciones e incongruencia de ideales, ad nauseam.
Y ante la espiral de choteo en que ya se convirtieron los partidos, a cuyos miembros se acusaba de estar aliados a la mafia en el poder, AMLO ha convertido a Morena en receptáculo de políticos reciclables a los cuales se les perdona todos sus pecados, pasados y quizá hasta futuros, por el simple hecho de hacer una inflexión partidista con su respectiva genuflexión ante el mesías tropical.
A todos los políticos oportunistas se les catalogará de “Ilegales” por aquella melodía de los 90s que éste grupo entonaba y que decía: “Si la morena pide más, si la morena quiere más, si la morena pide más pues dale lo que quiere”. Y claro que Morena, entiéndase AMLO, quiere más. En su momento eufórico en que está arriba en las encuestas, cuando sus oponentes políticos aún no encuentran qué campaña llevar a cabo para bajarlo de estas, cuando aún los negativos le suman, está cometiendo un grave error al no tener un criterio de aceptación y abrir las puertas a quienes bien podrían ser en un futuro no lejano su caballo de Troya. En la fascinante mitología griega Ulises y el resto de sus leales e incondicionales griegos construyeron un enorme caballo de madera sin que los troyanos (Morena) se dieran cuenta. El caballo llevaba truco porque hicieron un agujero en la barriga del caballo y allí se metieron muchos guerreros. Luego dejaron el caballo con la tripa llena de griegos a la entrada de Troya.
Ilustrísimo y querido lector, la imaginación efervescente y desbordante de quien esto escribe puede ser justamente catalogada de excesiva, incluso hasta paranoica y fuera de todo orden, pero dígame en qué momento suponíamos nosotros, inermes e inexpertos ciudadanos todo esta maraña de revoltijos, tanto de políticos como de partidos, que nos han llevado a perder la inocencia civil con una índole descreída, en trechos cortos, a veces largos.
Creo que todo esto es síntoma de la corrupción que ha venido prevaleciendo en nuestro país, particularmente en nuestros políticos que ya no ven las ideas sino las conveniencias y el simple y llano afán de poder. Lo que importa es llegar a como dé lugar, si hay que vender a la progenitora o a la suegra, hágase; protagonizan en forma obscena y cruda aquello de que “el fin justifica los medios”. ¿A dónde nos llevará este capítulo de irreverencia ideológica de todos los partidos? ¿Qué efecto tendrá en las generaciones venideras?
AMLO tiene la enorme ventaja de hablar en subjuntivo que es el formato lingüístico de la esperanza, cosa que no pueden hacer sus oponentes del PRI y del PAN porque ya han estado en el gobierno con el inherente desgaste que ello conlleva.
En términos de futbol americano, estamos en el primer cuarto y lleva una ventaja muy sobrada. Veremos si todas estas acciones de abrir sus puertas a todos los hijos pródigos de cualquier partido le allanan el camino a Palacio Nacional o se convierten en su mitología griega con el ya citado caballo de Troya.
Anaya y Meade tienen tiempo suficiente para innovar y plantear una estrategia que les permita remontar el marcador.
El tiempo hablará.

 

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