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Locuras Cuerdas


Jorge Chávez

12/09/17

Políticos críticos y ciudadanos renunciando a ser súbditos

Debemos admitir que ni nosotros, ni nuestros puntos de vista, son los únicos posibles. Carlos Castillo Peraza.
Para esta columna me permitiré apreciable lector una segunda frase que viene a dar empaque a la intención toral de la misma. En alguna ocasión Octavio Paz dijo que la única profesión de fe del intelectual debe ser la crítica, el examen y la duda.
Con estos dos gigantes del pensamiento intelectual mexicano como punto de partida, y a riesgo de que se me acuse de reiterativo, para encontrar en la dinámica del quehacer político tamaulipeco la importancia de la crítica inteligente, la cual después de casi un año de gobierno panista no se ve con la contundencia que en otros niveles de gobierno o puntos geográficos podemos percibir.
En EU es visible una oposición auténtica del mismo ex presidente Barack Obama frente al actual gobernante que es Donald Trump; a nivel nacional este papel opositor lo tienen de manera preponderante el eterno candidato AMLO así como el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, Ricardo Anaya, frente al presidente de nuestro país EPN; en el estado de Nuevo León tanto el PRI como el PAN tienen un muy evidente papel opositor frente al gobernador Jaime Rodríguez Calderón mejor conocido como “El Bronco”. Estos ejemplos de trabajo opositor, tan saludable para la dinámica de una vida política que se presume democrática y que se lee y se palpa todos los días en la prensa no es posible ubicarla en Tamaulipas donde el primer gobernador no priísta Cabeza de Vaca llega al primer año de su gestión sin tener enfrente a ningún diputado local o federal o cualquier líder de lo que sea que ejerza una oposición con nombre y apellido que trascienda la secrecía del WhatsApp y de las redes sociales con nombres ficticios.
El gobierno panista ha cometido ciertos errores que nadie en Tamaulipas se ha atrevido a lanzar alguna crítica que denote un papel responsablemente opositor. Pareciera que toda la clase política sigue desempeñándose con la inercia de la forma de gobernar de los anteriores gobernadores. En el actuar no le creyeron al ahora Gobernador sus promesas de vientos de cambio pues a veces pareciera que estamos en el tiempo diez y ocho años atrás y que nos resistimos a vivir nuestra democracia tamaulipeca a plenitud después de haber logrado lo que parecía imposible que es la tan mentada alternancia, la cual no termina de llegar a plenitud.
El recientemente nombrado líder estatal del PRI Sergio Guajardo Maldonado (SGM) llega con una serie de sospechas o mitos en el sentido de que este nombramiento está planchado por los operadores del Gobernador en forma mancomunada con Egidio Torre Cantú. Este tipo de acusaciones siempre se hacen sin pruebas o fundamentos de tal forma que solo son insumo para inspirarnos a quienes requerimos de elementos para escribir y sirven para condimentar de morbo o dramatismo las columnas políticas, precisamente lo que estoy haciendo ahora mi querido lector.
En el caso del nombramiento del ex delegado de la SEDATU en Tamaulipas, SGM esta versión no comprobada solo se podrá ratificar o rectificar con el devenir del tiempo y de los hechos, si el ahora presidente estatal del PRI se planta como una oposición férrea e inteligente frente al Gobernador Cabeza de Vaca, quien en términos generales es el último responsable de que en el llamado para asignar el papel de verdadera oposición en nuestro Estado se siga declarando desierta la convocatoria para brindarle con ello el tan anhelado empaque verdaderamente democrático a esta primera alternancia.
Mientras no tengamos en Tamaulipas ubicado de forma icónica a quien critique al gobierno de la alternancia, dicho sistema entra en la dualidad de la banalidad y la venalidad. Banalidad por su calidad de trivial o insustancial; y venalidad por su carácter de ser vendible o expuesto a la venta. Sí, mi dilecto lector, suena fuerte pero tristemente caeríamos en una democracia que se vende.
El Gobernador es un ser humano que se equivoca y si no hay quien le diga esos argumentos hoy y solo se dedique a aplaudirle, esa no es la democracia del primer mundo a la que debemos aspirar. De lo contrario estaríamos regresando a 1998 y condenados a repetir la historia, para que dentro de cinco años estemos ahora sí criticando acciones que serán pretéritas y difícil de corregir.
En este sentido y contexto esperamos de todos los partidos opositores el deseo firme de dejar no solo una huella perdurable sino también trascendente. Y de los ciudadanos un papel más politizado, crítico y documentado para dejar de vernos como súbditos frente a un poder establecido por medio del voto y convertirnos en los auténticos ciudadanos que saben cuidar los logros de su democracia.
El tiempo hablará.

 

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