Nuestros Columnistas Locales
Locuras Cuerdas
Jorge Chávez
15/08/17
Patente de Corso en Tamaulipas no
Nuestra democracia se encuentra en crisis. Los partidos políticos ya no tienen principios ni proyectos; la confianza en la política y en el gobierno ha disminuido a un nivel peligroso; las elecciones han sido reducidas a un carnaval de banalidades vacías de contenido. Rob Riemen.
El domingo pasado motivado por mis lecturas reavivé en mi entendimiento la palabra “fascismo” la cual estaba tan distante de mí en la historia, como distante está el dictador italiano Benito Mussolini allá en el lejano 1945. El concepto de régimen fascista puede aplicarse a algunos regímenes políticos totalitarios o autoritarios.
Se espera en estos días que todos los gobernadores en vigencia entiendan la lección de que muchos ex gobernadores han salido con la cola entre las patas después de finalizado su periodo de gobierno en el cual se comportaron con una soberbia que rayaba en el autoritarismo, para después al final de su mandato pagar ante muchas instancias dicha soberbia, ya sea con el repudio de sus conciudadanos o con la cárcel por errores cometidos instigados por la inercia de su totalitarismo o autoritarismo en el auge de sus días de poder, y que se caracterizaban todos ellos por considerarse con derecho a la Patente de Corso.
La Patente de Corso era la autorización que se otorgaba para hacer una cosa que no está permitido hacer a los demás, muy común en los regímenes totalitarios fascistas y recientemente en aquellos que podemos catalogar de corruptos.
Entiéndase por Patente de Corso y fascismo la falta de sensibilidad en el trato del gobernante al atender con sumo desdén a quienes le critican o no son de su misma línea política, como en su momento lo fue esta tríada de personajes de la historia europea: Benito Mussolini en Italia en 1922, Adolf Hitler en Alemania en 1933 y Francisco Franco en España en 1938.
El común denominador de los tres es que se rodearon de incondicionales que jamás los cuestionaban, amén de que ellos por si mismos no aceptaban ninguna crítica a riesgo de hacer blanco de su rencor a quien osaba atreverse a cuestionar en lo más mínimo sus indicaciones. El fin de los tres es una advertencia para que cualquier gobernante que intente una línea de pensamiento tal, sepa que terminará muy mal y denostado por la historia a pesar del poder acumulado en el ínter que fueron cabeza de gobierno. Tanto Mussolini como Hitler y Franco acumularon tanto poder y sembraron tanto miedo en sus subalternos y gobernados que no vieron venir el fin tan dramático de sus vidas en lo personal como en lo político.
Decía Albert Camus que el fascismo es una forma de política que saben aplicar muy bien los demagogos, y su único interés es la ejecución y ampliación de su poder, para lo cual se valen de varias argucias tales como utilizar manipuladoramente el resentimiento de las personas, estar señalando en forma constante chivos expiatorios, incitando de forma sutil al odio del oponente, escondiendo en su dialéctica diaria un vacío intelectual severo y cuando el disimulo ya no es suficiente entonces acuden al desplante grosero frente a aquellos quienes les critican o cuestionan.
Sin perder de vista que un buen número de funcionarios políticos tienen un ego bastante potente y ante los muchos rumores (entiéndase mensajes vía WhatsApp) que dan sobrados ejemplos de la supuesta soberbia y autoritarismo de algunos funcionarios estatales en Tamaulipas es necesario hacer una disquisición, o sea un examen riguroso que se hace considerando cada una de las partes; cabe mencionar que como ciudadano y analista político se encuentra uno ante diferentes disyuntivas. Una de ellas es simplemente callar como callaron muchos o como callamos la mayoría en los anteriores gobiernos. Otra posible alternativa es como ciudadano haber creído eso de los vientos de cambio y sugerir algunas acciones que proyecten transparencia para que en el desempeño como gobierno ético y honesto converjan en un mismo punto tanto el ser como el parecer y no hundirnos en la irritación, la frustración o el fracaso tan familiar en nosotros los tamaulipecos después de sexenios tan trágicos en el tema de la corrupción. El punto importante es dar plena transparencia a todos los contratos emanados del gobierno, también entender que debe haber un parteaguas muy evidente en el trato con todas las personas, admitir la rebeldía con tal de que sea fecunda y constructiva y que no sea la soberbia el punto de partida del trato con los gobernados, ya sea los que están a favor como la oposición de su gobierno.
La propuesta esencial no es aceptar o rechazar el consejo de ciudadanos comunes y que pueden ser catalogados de pensantes. Porque Tamaulipas lo merece y porque no queremos un sexenio que sea la crónica de una tragedia anunciada, se trata de fomentar desde el gobierno el análisis, el cuestionar y, de ser necesario, confrontar. Promover una sociedad pensante y crítica para mejorar en todo.
El tiempo hablará.