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Locuras Cuerdas


Jorge Chávez

25/07/17

El Sistema Nacional Anticorrupción, una Burundanga política

No es solamente por lo que hacemos, sino también por lo que no hacemos que somos responsables. Molière
Existe un principio de suma importancia en el mercado de valores, las casas de bolsa tienen bien claro que ante ciertas situaciones es muy importante saber priorizar y compartimentar. Ese principio vale para muchas áreas de nuestra vida en general. Es decir, establecer prioridades, saber definir en orden de importancia qué puntos dentro de una agenda ameritan ser atendidos primero y una vez establecida dichas prioridades, saber compartimentarlas tiene que ver con dividir en elementos menores para solucionarlo de la mejor forma posible. Se trata de no ver el problema como un monstruo invencible. El establecimiento de prioridades tiene que ver con los intereses y circunstancias de cada quien. Es decir, lo que para alguien es prioridad, para otros probablemente no lo sea. Como se dará cuenta apreciado lector, en ese tenor navegamos en las turbulentas aguas de la subjetividad. Visto está que nuestra clase política, particularmente senadores y diputados no saben priorizar o sus prioridades no son los de la ciudadanía.
Uno de los muchos actos absurdos que por lo visto son una fijación en nuestra clase política es el cuasi fallido Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), es evidente que para ellos lo importante no es el resultado sino la intención. Nos producen profunda decepción todos. Morena dice que la culpa es del PRI y del PAN. El PAN dice que la culpa es del PRI. El PRI dice que los partidos quieren su cuota de poder en el nombramiento de los 18 magistrados y el fiscal especial anticorrupción. Y lo que es una demanda urgente de la sociedad se convierte, inspirados en Celia Cruz en una Burundanga política: Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga le echó a Burundanga les hinchan los pies Monina.
La línea básica de conducta que proyectan todos los legisladores, quienes en teoría son responsables de resolver por medio de las negociaciones todos los escollos posibles para concretar el SNA, es de un, permítame la expresión coloquial que raya en lo vulgar, valemadrismo recalcitrante al haber llegado el 19 de julio, fecha límite y no haber realizado la tarea encomendada. Pero como saben que vivimos en el país de “si los políticos fallan aquí no pasa nada” pues una rayita más al tigre de la irresponsabilidad no hace mella. No hay ni la altura moral ni el anhelo de hacer bien las cosas que podemos encontrar en los personajes de nuestra historia cuyo puro nombre inspira respeto, tales como Jaime Torres Bodet, José Vasconcelos o Justo Sierra, protagonistas de la educación en nuestro país.
La pregunta que flota en el aire y que será verdaderamente incómoda para los diputados y senadores es, con qué cara nos volverán a pedir un voto para lo que sea, aún mas, con qué nivel de cinismo se adjudicarán otros bonos millonarios por la disque labor legislativa desempeñada si no pudieron sacar del escollo del desacuerdo una ley que delimite perfectamente las responsabilidades del flagelo de la corrupción que la sociedad pide a gritos y que será un factor determinante en las próximas elecciones federales.
El hecho de que el SNA no haya quedado finiquitado en su fecha límite es una clara muestra que vivimos en una democracia degenerada. Pareciera que las cloacas del poder se han puesto en marcha para evitar que esta herramienta, que serviría como marco jurídico para deslindar responsabilidades penales, administrativas y políticas no salga adelante con la urgencia que la sociedad está demandando en medio de una época que parece cegada por los mecanismos del poder insensible e irresponsable.
Cómo podemos etiquetar las actuales legislaturas después de esta penosa falta de no haber hecho la tarea que les correspondía. ¿Acaso se darán cuenta de la desazón que esta omisión produce en la ciudadanía que los eligió? Me pregunto si reconocen en su fuero interno que fue precisamente la ciudadanía quien los eligió o es más bien la falta de definición con respecto al SNA la coyuntura que demuestra realmente a quien consideran su jefe y no es precisamente la ciudadanía que en teoría votó por ellos.
Aunque parece una fiscalía de ficción, pues de acuerdo a lo aprobado dicho fiscal no puede nombrar a sus peritos, ni a los titulares del área administrativa, incluso no puede investigar a la PGR por actos de corrupción, amén de que carece de recursos. Todas estas características lo proyectan como una fiscalía altamente subordinada y eso de poco serviría. Como podrá ver apreciable lector, nuestra clase política no quiere soltar la ubre del beneficio de la corrupción. Con un ejecutivo y un congreso así no se puede avanzar mucho en el combate a la corrupción.
El tiempo hablará.

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