Locuras Cuerdas

Jorge Chávez

20/07/17

Pasados ingleses parecido a presentes mexicanos

En su momento en la vida política de la Inglaterra del siglo doce, Enrique II decía a todos sus asesores, haciendo referencia de Tomás Becket: escuchen el gotear del cerebro más inteligente de nuestra era. Palabras que proyectaban un respeto que lindaba en la frontera peligrosa de la admiración. Peligrosa por el celo que producía en los contemporáneos del personaje aludido.
Por fortuna para nosotros, la historia registró un delicioso diálogo entre estos dos grandes hombres de esta época, ahora muy lejana en el tiempo pero que la rescato de los archivos de la memoria humana como un manjar literario e histórico que puede ser de suma enseñanza y gran fuente de sabiduría para todos nosotros y que confirma aquella cita del libro de Eclesiastés que dice: ¿Qué es? Lo mismo que ya fue y lo mismo que será, de tal forma que nada hay nuevo debajo del sol.
La anécdota histórica aludida, querido lector, remonta a aquel momento cuando el rey de Inglaterra Enrique II entrando en Francia y escuchando los vivas y porras le comenta a Tomás Becket con un aire de petulancia y de suficiencia desmedida: “Lo ves, nos quieren mucho los franceses” a lo que Becket con su enorme sencillez y suma inteligencia le responde: “Para eso les hemos pagado”. Cualquier parecido con la realidad actual de la política mexicana, más que pura coincidencia es pura reminiscencia.
Pero la cita del histórico diálogo entre estos dos personajes no queda ahí, afortunadamente, ya que al ver Enrique II la apariencia poco favorable a la vista de los falsos admiradores le espeta a su asesor Becket: “Pudiste haberlos buscado menos andrajosos” a lo que irónicamente respondió el asesor: “Los ricos se han quedado gruñendo”. Candorosamente, ante esta respuesta, Enrique II le pregunta: ¿Fieles al rey de Francia? “No, respondió Becket, por lo que les cuesta todo esto”. La respuesta me ha dejado impávido amigo lector, por la enorme semejanza con la actualidad mexicana a pesar de que nueve siglos median entre ese evento y nuestro impredecible 2017. Enrique II atónito continúa el diálogo y comenta: “Pues parece real”. Becket le responde: “Es que hay soldados en la multitud infundiendo entusiasmo”; esta respuesta me arrancó una tremenda hilaridad por la semejanza tan sorprendente con la dinámica política actual de nuestro país. Enrique II ya molesto le dice: “¿Por qué has de destruir todas mis ilusiones? A lo que con una sabiduría de dimensiones colosales Tomás Becket le respondió: “Porque en política no debierais haceros ninguna”.
Me asombra de singular manera la semejanza tan enfática de este relato con lo que hemos conocido de la forma de operar en la actualidad por parte de todos los partidos que más que sembrar ideales en sus potenciales seguidores, siembran intereses y conveniencias para controlar voluntades.
Algunas veces nos guía la ceguera y nos exaltamos con pasión cuando alguien pretende quitarnos el velo de la ignorancia. Creo que debemos motivar con la historia o cualquier rama de la ciencia la capacidad de razonamiento de la ciudadanía para que cada quien intente entender el mundo que nos tocó vivir, por azar o por destino.
Por otro lado, cabe señalar que después de tantas vivencias y desencantos al que nos han llevado los protagonistas de la política, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, y aun que nos acusen de ilusos, que hoy en día urgen referentes verdaderamente éticos dentro de la misma. Quienes hagan las cosas no solo cálidamente diferentes, sino mejores para construir nuevas formas de gobernar que infundan confianza. Un escrito tal vez no lo pueda hacer, pero un escrito tal vez pueda ser la semilla que marque la diferencia en pro de una mejor escuela para hacer mejores personas para que nos gobiernen.
Platón y Aristóteles proponían que una nación debe ser gobernada por los mejores hombres, aquellos que poseen sentimientos de justicia para infundir respeto, bondad para infundir admiración y valentía para infundir temor; en tiempos más actuales decía el entonces gobernador de Nuevo León, Alfonso Martínez Domínguez, que para gobernar con éxito se requieren instigar tres cosas en la ciudadanía: 33% de miedo, 33% de respeto por actuar con justicia y por escuchar a la gente y 33% de bondad para ayudar a los más necesitados.
Queremos mejores políticos que los que hemos tenido el último decenio en México, la historia inmediata nos decepciona y nos arroja una vergonzosa estela de políticos comprobadamente corruptos, y muchos de los que están vigentes tienen síntomas y signos parecidos a los anteriores de tal manera que el pronóstico no es nada halagador y no estaríamos muy errados de, pasado el tiempo, llegar a análogas conclusiones.
Tristemente, una herramienta de las ciencias sociales que pudiera utilizarse para no repetir errores, llegamos a la terca conclusión de que los políticos usan la historia y la estadística como los borrachos los postes, más para apoyarse que para iluminarse.
El tiempo hablará.

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