Nuestros Columnistas Locales
Locuras Cuerdas
Jorge Chávez
18/07/17
Kant vs. Bentham
Dicen que la luz solar no es de una sola pieza, sino que el astro nos envía vivamente, sin cesar, nuevos rayos, unos sobre otros, de suerte que no podemos apreciar el intervalo ni la solución de continuidad. Así nuestra alma lanza sus dardos uno a uno, aunque imperceptiblemente. Michel de Montaigne.
En días pasados, el mes de abril para ser exactos, falleció un icono del análisis político moderno a nivel mundial, me refiero al maestro Giovanni Sartori, que dicho sea de paso es lectura obligada para periodistas y políticos; el aludido personaje estaba especializado en el estudio comparativo de la política, se graduó en Ciencias Sociales en la Universidad de Florencia y fue autor de muchos artículos y libros relativos precisamente a la política y a las ciencias sociales, conocido por ser un «polemista cáustico» es decir, mordaz o agresivo en lo que decía, era evidente su miríada (cantidad muy grande e indefinida) de información que tenía al respecto de los análisis que abordaba.
La idea de citar a estos grandes pensadores de la humanidad es para aterrizarlos en lo cotidiano de la comunidad matamorense y tamaulipeca sin considerarlos ajenos a nuestra dinámica de vida. Sus teorías describían la naturaleza de sus contemporáneos, seres humanos como nosotros y por esa razón podemos usar sus escritos y filosofías para comprender los por qué de los protagonistas de la vida política actual.
En alguna ocasión Sartori hizo una comparación entre estos dos grandes pensadores, el filósofo alemán Immanuel Kant y el filósofo inglés Jeremy Bentham diciendo que la ética fuerte es la de Kant pues es la del deber incondicional, no así la de Bentham por ser utilitarista, es una ética débil, enfatizando que es más un cálculo convenenciero o hedonista.
Esto lo traigo a colación para plantearlo como una herramienta para medir las acciones humanas de los seres que nos incumben, focalizado particularmente en nuestros políticos tradicionales que son muy buenos para escabullirse de cualquier cuestionamiento ciudadano por medio de razonamientos sofisticados y rebuscados que no embonan con nuestra materia gris y por ende simplemente no los entendemos. Se proyectan de varias formas la mayoría de ellos como honorables, de una aparente y sustancial sapiencia para intimidar a sus electores o eventuales interlocutores, cobijándose muchas veces en un silencio engaña bobos, confiando en aquel aforismo judío que a la letra dice: “Aun el necio cuando calla, pasa por sabio».
Donde queda la ética de la gran mayoría de nuestros políticos cuando el mayor número de sus acciones y conductas proyectadas nos dan la no grata sensación de que simplemente no les interesamos como ciudadanos. Pareciera que no tienen ese concepto aludido tan indispensable para estar sanamente activos en la vida.
En este contexto de estos dos profundos pensadores, Kant vs. Bentham, citados por un tercero, Sartori, no menos profundo, debemos leer la conducta visible de nuestros políticos y que podemos catalogar exclusivamente por sus acciones y no por sus palabras ya que ellos son una representación o apariencia de cierta cualidad, pero la experiencia nos dicta que su diversidad de actuación produce diversidad de apariencias, algunas de ellas contrarias a su esencia política.
Después de tanto analizar y de no poder aceptar un político sin ética, he llegado a una infausta conclusión: Los políticos demagogos o fantoches, si tienen ética, pero no la de Kant, sino la frágil, utilitarista y ridícula de Bentham. Es aquella ética convenenciera que lleva a un secretario de Comunicaciones y Transportes a buscar en la maraña de argumentos la justificante de por qué en una obra de muchos millones de pesos se vino a presentar un socavón en forma por demás impertinente, por qué la madre naturaleza se obstinó por medio de la lluvia para permitir esta tragedia que en realidad no es culpa del secretario Gerardo Ruiz Esparza, bueno, si de culpas se trata es de los mismos empleados de la misma Secretaría pero de tercer y cuarto nivel. Hoy más que nunca el secretario Ruiz Esparza puede estar agradecido con la filosofía inglesa de la ética, utilitarista y mezquina para estar agradecido con la vida al poder brindar una indemnización conforme a Derecho y aún más que eso.
Dónde podemos catalogar toda esta espiral de absurdos kafkianos que nos ha tocado vivir, en la soberbia del poder o en el poder de la soberbia. Usted tiene la mejor respuesta estimado lector.
La mayoría de los ciudadanos somos excesivamente candorosos y nos inclinamos por la ética que nos inculcaron nuestros maestros universitarios, la del filósofo alemán cuyo nombre me cautivó la primera vez que lo escuché, Manuel Kant. Hoy me queda claro que no solo es sembrar una ética, sino entender que hasta en eso hay similares, lo mismo pero más barato.
El tiempo hablará.