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Locuras Cuerdas


Jorge Chávez

11/07/17

Muy breve lección de seguridad personal y familiar

Así el alma oculta sus secretos movimientos, adoptando una apariencia contraria a su estado: triste bajo un semblante alegre, alegre bajo un semblante triste. Petrarca.
La vida tiene una característica sine qua non y dual muy semejante a lo que vivimos con nuestros hijos, se disfruta y se padece. En lo que nos regala para disfrutarlo, pues simplemente lo disfrutamos, pero en lo que nos toca padecer resulta emocionalmente óptimo tomar medidas que nos ayuden a que el efecto de padecer se reduzca al mínimo posible, entendiendo que la vida muchas veces no es lo que quisiéramos y simplemente es como es. Daniel Goleman lo llama inteligencia emocional. Uno de esos padecimientos que tenemos es la inseguridad.
En días pasados tuve la oportunidad de asistir a una conferencia impartida por Bernardo Gómez del Campo, especialista en temas de (in) seguridad que tenía que ver precisamente con la cultura de la seguridad que hoy en día debemos desarrollar como un hábito cotidiano para, en la medida de lo posible, estar vivos, libres y sanos.
Uno de los síntomas que como sociedad mexicana en general nos provoca el ambiente de inseguridad en el que hemos caído desde hace ya varios años tiene que ver con el de la ansiedad, entre otros, que nos hace percibir nuestro mundo y nuestra rutina como altamente peligrosos y se refiere a esa paranoia colectiva en el que viendo por el espejo de nuestro carro queremos estar seguros de que el auto detrás no viene siguiéndonos, o que esa persona desconocida parada frente a nuestra casa u oficina no es alguien que quiera dañarnos, incluya también apreciable lector las llamadas vía telefónica “raras” por celular o línea convencional. Puede haber más “amenazas” a este respecto, y todo esto nos debería llevar, como sociedad a hacer un alto en el camino en esta vida y este tiempo que nos ha tocado vivir, y no apelo a ningún nivel de gobierno en este caso, esto es exclusivamente ciudadano pues tiene que ver con hábitos de autoprotección, capitalizando a favor medidas mínimas de seguridad pues, según expertos, en medio de toda situación de inseguridad hay siempre oportunidades, a veces mínimas, otras muy evidentes que pueden marcar la diferencia y ser disuasivas para quien pudiera querer afectarnos. La percepción de inseguridad en el ciudadano común en el 2009 era del 38%, en el 2016 subió al 70%.
Pasarse el tiempo en acción exclusiva de queja no resuelva nada, debemos entender que vivimos en una sociedad que se transformó y que los cinco elementos en la conducta humana del fenómeno del crimen: corrupción, ineficiencia, impunidad, inseguridad e ingobernabilidad ya cohabitan entre nosotros sin ver en el horizonte futuro la posibilidad de que así como llegaron algún día simplemente se vayan.
Si la sustancia de su esencia, amigo lector, le da para estarse quejando constantemente, hágalo pero no deje de adoptar medidas para que en medio de un tiempo aciago, que ni usted ni yo escogimos pero que vivimos inmersos en él, estemos lo menos afectados posible.
Salga de su casa o de su oficina con las llaves de su auto en la mano, este tiempo en el que particularmente las damas destinan a tener su vista en sus caóticas bolsas de mano en medio de la calle o en el estacionamiento de algún centro comercial es tiempo precioso para los ladrones, use cajeros automáticos en lugares muy públicos y preferentemente en horarios de día sabiendo que la conducta de los maleantes se desinhibe y exacerba cerca de los horarios de oscuridad. No proporcione ningún dato personal solicitado vía telefónica, la verborrea y locuacidad utilizada por quienes hacen esto tiene la clara intención de que usted tenga sentimientos de culpa si no da información o si solamente corta la llamada, si es usted muy educado simplemente diga: “Estoy en una reunión, no puedo atender la llamada”. Ante las llamadas de extorsión, no dialogue ni escuche para evitar le siembren miedo que es la moneda de cambio de estas personas».
Hay tres conductas frente a la inseguridad que se miden como un semáforo, las personas despistadas que no les gusta tomar medidas definitivas porque lo definitivo les corta sus falsas ilusiones de que todo está bien, esas están en verde, son la materia prima de los asaltantes; están aquellas personas que cambiaron el ver por el observar y el oír por el escuchar, eso es estar en amarillo, es el hábito que debemos incorporar a nuestras rutinas. El rojo es cuando la situación es evidentemente caótica, en esos casos huya si puede o tírese al suelo.
La fórmula de la eficiencia en este tipo de acciones es experiencia más conocimiento, igual a criterio integral para tomar decisiones correctas. Y como puede constatar, querido lector, aquí nada tiene que ver la fuerza ni el Estado.
Aplíquelas a su vida y sin duda el tiempo hablará.

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