Nuestros Columnistas Locales
Locuras Cuerdas
Jorge Chávez
13/06/17
La teoría de la entropía: La razón del caos
El hombre no puede vivir sin tratar de describir y explicar el universo. Isaiah Berlin.
Es constante la pregunta que nos hacemos para saber si en algún momento se detendrá esta espiral de absurdos de lo que Enrique Krauze llama los cuatro jinetes del apocalipsis sobre nuestra nación: la inseguridad, la violencia, la impunidad y la corrupción; los cuales pareciera que hoy más que nunca están desbocados, incluso más de lo que estuvieron el siglo pasado. Es precisamente en estos cuatro rubros donde vemos casos, cada día más graves y patéticos que los anteriores. La inseguridad cada vez más ampulosa, la violencia en nuestro país en general, cada vez más inédita, la impunidad cada vez más cínica y la corrupción, a cargo de nuestros políticos cada vez más estridente.
Cuando veo apesadumbrado la evolución del mal en nuestro entorno, no es que quiera ser un miembro más de ese pequeño círculo de conservadores descontentos que se reúnen en su casa para criticar lo mal que anda el mundo, pero si quiero encontrar una razón o una respuesta, no tanto para solucionar el caos, querido y muy apreciado lector, sino para entenderlo y simplemente en forma estoica aceptar la inherente incomodidad de existir o como diría el escritor checo Milan Kundera, la insoportable levedad del ser.
A riesgo de que no comparta usted mi postura, me permito aportarle una respuesta que pudiera traer, sino consuelo, al menos un poco de entendimiento de por qué parece que en nuestro mundo las cosas, como sugiere George Lucas, van de mal en peor según nos ilustra en la saga de “La Guerra de las Galaxias” donde, los jedis, personajes de gran poder y sabiduría y seguidores del lado luminoso de la fuerza, a pesar de ello el lado obscuro, tristemente, prevalece sobre el bien.
La razón que le aportaré, quizá le parezca una expresión de conformismo con un mal que parece existencial y humanamente endémico e irreparable, pero cuando leo en la llamada Santa Biblia que los cristianos predicen la segunda venida de Jesucristo cuando este planeta esté en un ambiente de degradación moral parecido a Sodoma y Gomorra, me parece iluso suponer que algún día podremos domar a esos cuatro jinetes que nos afectan sustancialmente.
Alguna vez leí sobre la teoría de la Entropía, que según esto es el grado de desorden y de caos que existe en la naturaleza. Es también el segundo principio de la termodinámica que puede definirse esquemáticamente como el “progreso para la destrucción” o “desorden inherente a un sistema”. Este principio establece que a cada instante el universo se hace más desordenado. Hay un deterioro general pero inexorable hacia el caos.
De acuerdo a esta teoría querido lector, acúseme de conformista, no hay mucho por hacer; el ateniense emperador romano Adriano, en el primer siglo de nuestra era, sin conocer la teoría de la Entropía decía que la existencia demuestra que a pesar del infinito cuidado en la elección de nuestros sucesores, los Césares mediocres serán siempre los más numerosos, y que por lo menos una vez por siglo algún insensato llega al poder, ese impredecible e imprevisible hecho es catalizador del caos.
Bajo esta teoría de la Entropía el ser humano se degrada “per se” y “eo ipso”, esto quiere decir mi querido lector que si usted apuesta que los actuales políticos serán peores que los que se fueron, muy probablemente ganaría su apuesta. Ya está advertido, no se ilusione tanto con los que están ni con los que vienen.
Por otro lado siempre he pensado que no hay un obligado destino fatal para nadie, aunque, ahora mismo que lo escribo, viene a mi mente la grosera realidad de nuestro mundo, pobreza, injusticia, corrupción, impunidad, absurda violencia, etc…uffff, se requiere mucho temple para no degradar nuestro optimismo sin razón en pesimismo documentado.
Le sugiero, amigo lector, que a pesar del entorno turbio que no controlamos y parece que de forma irremediable nos lleva al caos, nos enfoquemos con vehemencia en el entorno familiar en el cual tenemos injerencia y que nuestra congruencia y rectitud personal para con nuestra gente más íntima, se pueda traducir en temple y fortaleza para afrontar con inteligencia la influencia aparentemente ineluctable de la Entropía en la que nuestro mundo está cada vez más inmerso.
Como bien dice la filosofía judía del Pentateuco: Cada quien esté atento al cuidado de sus ovejas. Yo agregaría que lo demás es lo de menos.
El tiempo hablará.