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Locuras Cuerdas


Antropología electoral

12/06/2018 – Mi querido y dilecto lector, la doctora López, una mujer eminentemente heterodoxa, tuvo a bien prestarme un compendio de obras del escritor Oscar Wilde y en una de sus obras, “El abanico de Lady Windermere” dice lo siguiente: “Estoy harto por completo de inteligencia. Hoy día todo mundo es inteligente. No puedes ir a ninguna parte sin encontrarte con personas inteligentes. La cosa ha llegado a ser una verdadera calamidad pública. Le pido al Cielo que deje unos cuantos tontos”.
Y bueno, hoy en día por medio de redes sociales podemos ser testigos de cuan inteligentes presumimos ser todos, por supuesto que me incluyo en el diagnóstico, decimos verdades políticas en forma tan abrupta, que no acepta la más mínima refutación porque consideramos que somos especialistas en todo. A lo largo de la pasada precampaña, así como en el periodo de intercampaña y en la campaña misma nos hemos convertido en pontífices de lo que le conviene a nuestro país y hasta ya sabemos quién ganará las elecciones, todo esto en una forma tan grotesca y tan grosera para el electorado.
Si pretendemos ubicar causas antropológicas en nuestra forma de ser y de pensar pudiéramos afirmar que la historia tiene siempre una influencia en nuestra forma de ser, en los juicios o prejuicios que emitimos. Te doy un ejemplo personal querido lector, arriesgándome a que me digas que mi vida te es totalmente indiferente y que te importa un cacahuate. Si me estás leyendo ahora, te aguantas. Por ejemplo, por más liberal que yo afirme que soy siempre me perseguirá la influencia conservadora de mi madre. Eso me frena o me estimula pero invariablemente me conforma.
En ese tenor me pregunto, qué será de nuestras futuras generaciones al insuflar en nuestros hijos todo el espectáculo político de las actuales elecciones. Te hago el recuento mi sesudo lector, con un candidato priísta que no es priísta tendremos malabares existenciales para enseñar que carajos es el sentido de pertenencia. Me veo diciéndole a mis hijos lo siguiente: Él es el mejor de los cuatro, o el menos peor, pero está pagando las facturas de un sistema que lo formó en un partido al que se llegaba tradicionalmente por méritos y en el cual no tiene membresía. De ganar, no sabemos cómo será su relación con dicho partido.
Qué decirle a nuestros hijos del candidato que para llegar a ser nominado atropelló a los miembros de su partido. Que aplicó la inclusión con otros partidos pero no con algunos miembros del suyo a quienes incluso los obligó a renunciar. Que hizo una alianza con partidos muy disímiles al suyo la cual, lo menos que podemos calificar es de preocupantemente farragosa y absurdamente ecléctica. Cómo explicarle a nuestros hijos este embutido político sin correr el riesgo de que el día de mañana encuentren “la conveniencia” de renunciar a los ideales mamados en casa y asociarse a otros que por principios familiares no son su esencia.
Cómo abordar el tema con nuestros hijos del candidato que en años pasados no creía en las encuestas y que hoy son parte de la esencia de su campaña. Qué razón darles del candidato que respeta las instituciones según le vaya en la fiesta. Qué enseñanza aterrizar en su inteligencia cuando vean perfectamente documentado en YouTube que al abordar cualquier tema en alguna ocasión emite una postura y en otras la antípoda de lo referido inicialmente.
Al final nos queda la asignatura referida al candidato de última hora. Aquel que dijo que nunca dejaría el puesto de gobernador y que imitando a los dos últimos encontró la conveniencia de eventualmente hacer lo que dijo que no haría. Recuerdo a mi maestra de ética en la universidad cuando decía: Ve su conducta más que sus palabras. Este señor no es ni mejor ni peor que todos los otros gobernadores que, al llegar a su puesto más que servidores públicos se convierten en dueños de sus estados por seis años y hacen y deshacen con su administración lo que les viene en gana. Me gana el morbo por ver cuál será su conducta al regresar a su estado y volver a ejercer el poder después de haberse expuesto sin el menor recato a una derrota tan elocuente.
Hay una teoría que afirma que los seres humanos somos evolutivos, esto me lleva a preguntarme hacia dónde evolucionaremos como nación con este tipo de referencias en nuestros cuatro únicos candidatos, unos más criticables que otros. Desalentador o no el panorama creo que debemos hacer un especial énfasis en los ideales y las doctrinas pues al parecer más importante que esa brújula el pragmatismo desmesurado nos lleva a pensar que por sobre todas las cosas lo importante es llegar al poder. Haiga sido como haiga sido sin importar el estercolero de ideales derramado.
El tiempo hablará.

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