22/07/2017 – REYNOSA, Tams.- El ciudadano estadunidense Cenobio Rafael Gutiérrez Guerra visitó el año pasado a su abuela en el ejido Lucio Blanco del municipio Gustavo Díaz Ordaz, que forma parte de la “Frontera Chica” tamaulipeca. Al filo de las 8:00 de la mañana del 22 de julio se despidió de ella, a la misma hora en que un helicóptero artillado de la Marina Armada de México (Semar) sobrevolaba la zona.
Aproximadamente 15 minutos después, Julio, un vecino de la familia, pidió que llamaran a Cenobio para que regresara, porque la aeronave estaba disparando contra los vehículos e incluso una camioneta ya se encontraba en llamas.
Karla no tenía el número de celular de Cenobio, así que salió a buscarlo. Avanzó unos kilómetros rumbo al ejido Valadeces y localizó, incendiado, el auto de su hermano, un viejo Grand Marquiz, y sobre la carretera vio tirados su sombrero y el vaso de café que llevaba cuando salió de la casa de su abuela.
En una brecha cercana al ejido Lucio Blanco se topó con una unidad de la Marina donde llevaban a cuatro hombres, entre ellos Cenobio. Karla les reclamó por la detención de su hermano y dijo a los marinos que eran ciudadanos estadunidenses.
“Tu igual que tu hermano, toda tatuada, vienes a pelearlo”, soltó un marino. Y ella respondió: “¿Qué tienen que ver mis tatuajes?”. Mientras eso ocurría, otro efectivo de la Semar tomaba fotografías.
Los marinos pidieron a Karla sus datos y le dijeron que mejor fuera al cuartel de la Armada en Reynosa a reclamar por la detención.
Cuando estaba a punto de llegar a la sede de la Marina, recibió una llamada urgente de sus familiares: Los marinos habían arrojado cuatro cuerpos en la entrada del ejido Lucio Blanco y uno de ellos era el de Cenobio Rafael Gutiérrez Guerra.
Un año después de ese y otros casos más, la PGR abrió una investigación contra la fiscal Viridiana Guadalupe Pérez, “porque realizó posibles hechos constitutivos de delitos contra la administración de justicia”.
Agencias