20/07/2015 – Una jugada perfecta, “un auténtico home run”. Así define la misión sobre Plutón, Alan Stern, el Director de la misión New Horizons en el Instituto de Investigación del Suroeste (SwRI) en Boulder, Colorado.
El Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins en Maryland fue el encargado de diseñar, construir y operar la misión para la NASA, pero el SwRI se encuentra a cargo del equipo científico, las operaciones de carga y la concentración de datos.
La espera fue larga: nueve años y medio desde que la sonda no tripulada se lanzó en Cabo Cañaveral durante 2006. Finalmente el pasado martes 14 de julio se alcanzó uno de los objetivos principales de esta misión cuando logró sobrevolar Plutón a una distancia similar a la que hay entre Nueva York y Bombay para recolectar una serie de datos que buscan despejar dudas sobre las características de este planeta enano y sus lunas.
Durante todos esos años la comunidad científica participante en el proyecto se creó muchas expectativas sobre lo que se podría encontrar en el punto más lejano jamás explorado por el hombre en el espacio.
Hoy el tesoro comienza a ser contado y los resultados superan las expectativas. El primer muestreo de los datos científicos obtenidos por la sonda empieza a recibirse. Una de las primeras imágenes en dar la vuelta al mundo fue una fotografía donde puede verse una forma de corazón sobre la superficie de Plutón.
Precisamente en la base de esta área registrada por la sonda, se encuentra la región ecuatorial del planeta. Allí se despliega una cordillera de picos que sobresalen por más de tres kilómetros y que cubre alrededor del 1% de su superficie total. Se piensa que este sitio podría estar geológicamente activo actualmente.
Especialistas como Jeff Moore del equipo de geofísica y proyecciones de imágenes en el Centro de Investigaciones Ames de la NASA, en Moffet Field, California; consideran que lo más probable es que las montañas de Plutón se hayan formado hace menos de 100 millones de años, lo que convierte a esta superficie en una de las más jóvenes que se hayan podido observar en la historia espacial. La estimación sobre la edad de estas montañas gélidas se basa también en la ausencia de cráteres en la zona.
El resto de la superficie de Plutón sí presenta cráteres formados muy probablemente por desechos espaciales que han tocado la superficie del planeta a través de miles de millones de años.
Según consideraciones de Moore, tal parece que esta área del planeta ha tenido actividad geológica reciente, lo que le ha dado un “efecto lifting” que ha desaparecido las huellas de esos impactos y ha originado las cadenas montañosas.
Aunque gran parte de la superficie de Plutón esta cubierta de hielo de metano y nitrógeno, estos materiales no son lo suficientemente fuertes para construir las montañas. Según los expertos, se necesitaría un poderoso impulso para construirlas, además de un componente más rígido para estructurarlas.
Las lunas gélidas de planetas gigantes son capaces de generar estas cadenas demontañas por las interacciones gravitacionales con un cuerpo planetario más grande, que no existe en el caso de Plutón. Esto le ha hecho pensar a los especialistas del SwRI en otros poderosos detonadores geológicos que puedan influir no sólo en la conformación de la superficie de este cuerpo celeste, sino de otros mundos congelados. Las posibilidades de estudio en esta área se extrapolan a todo el Sistema Solar.
La información recabada en sus satélites también empieza a generar conclusiones interesantes. Los científicos esperaban encontrar en Caronte, la principal de sus cinco lunas, una gran cantidad de cráteres, pero en lugar de esto se han encontrado con un terreno joven con características muy variadas.
Sobre una superficie de alrededor de mil kilómetros se extiende una franja de acantilados, valles e incluso un cañón de alrededor de 10 kilómetros de profundidad. Este paisaje pone en evidencia una fractura sobre su corteza, generada por la actividad geológica en su interior.
Por otra parte, datos de Ralph, uno de los siete instrumentos que porta la sonda New Horizons, han revelado que Hidra, otra de sus lunas, pero de menores dimensiones, podría estar totalmente cubierta de agua congelada. Su tamaño irregular se confirma, pero sus dimensiones son incluso menores a lo que se pensaba: 43×33 kilómetros
Los retos
Para el Doctor Alejandro Farah, del Instituto de Astronomía de la UNAM, entender la morfología de todos los cuerpos celestes siempre abre espacio a nuevas preguntas.
“Responderlas es parte de la evolución científica y del conocimiento. Hay varias expectativas que se mantienen presentes. La formación y evolución del Sistema Solar son un par de ellas. Más información sobre estos temas se irá sumando al conocimientode los nuevos sistemas solares que se han descubierto en las últimas dos décadas. Todo esto permitirá entender, directa e indirectamente, cómo funciona el Universo, el cuestionamiento que se ha perseguido por siglos”, señala el especialista.
La transmisión de datos continúa y se calcula que esta tarea se prolongará durante más de un año, pues la sonda tiene capacidad limitada para observar y enviar información al mismo tiempo; además de que varias condiciones deben sincronizarse, como que su antena esté ubicada en dirección a la Tierra.
Sin embargo, el trabajo del aparato evidencia que está en perfectas condiciones para seguir su recorrido. Ahora aleja de Plutón y se espera que alrededor del 2017 llegue a encontrarse con algún objeto del Cinturón de Kuiper, que junto con la nube de Oort son los dos grandes reservorios de material primigenio, como el de los cometas.
Para la comunidad científica el sobrevuelo de la sonda New Horizons sobre Plutón es tan sólo el inicio de una nueva etapa en las investigaciones espaciales.
El siguiente objetivo es la exploración de la llamada Tercera Zona del Sistema Solar, que se encuentra más allá de las regiones de los planetas rocosos y los formados por gas, y concentra planetas enanos y otros cuerpos celestes congelados por la baja influencia del Sol.
El Cinturon de Kuiper es una pieza clave en esta nueva etapa de investigaciones, pues alberga muchos de los secretos escondidos por más de 4 mil 600 millones de años. El doctor Farah subraya que muchas teorías apuntan a que el agua de la Tierra provino de los cometas.
“Al estudiarlos de cerca se podrá saber cómo se generó el proceso. Aunque se han estudiado sus órbitas, aún no se cuenta con las observaciones adecuadas para concluir como interaccionan gravitatoriamente”.
Una partícula del tamaño de un grano de arroz podría ser el fin de la misión, pues la velocidad a la que viaja esta sonda espacial es tan potente que cualquier mínimo obstáculo podría colapsarla. Sólo las sondas Voyager 1 y 2, han logrado una mayor velocidad, sin embargo la gran capacidad autónoma de la nave la ha guiado por buen camino casi por una década.
Los científicos se concentran hoy en desmenuzar la información obtenida, tal como si abrieran los regalos después de la fiesta, mientras la sonda prosigue su camino portando entre otras cosas, parte de las cenizas de Clyde William Tombaugh, el astrónomo que descubrió Plutón. Antes de morir a los 91 años, el científico supo de las intenciones de la NASA de emprender este gélido y largo trayecto de New Horizons que aún promete nuevas historias antes de perderse, junto con Tombaugh, en el infinito.
Agencias