Hispanos rechazan ley de armas en escuelas

Agencias 13/04/15.-Al comenzar el ciclo de estudios del próximo otoño, el ambiente en las universidades y centros de educación superior de Texas podría cambiar para muchos estudiantes, entre ellos, Gabriela Pineda, quien cree que en lugar de concentrarse en sus estudios de psicología se sentiría inquieta e insegura.

Testimonio
Y es que en la Legislatura de Texas avanza un proyecto de ley que permitiría a los estudiantes, profesores, trabajadores y visitantes de los centros de enseñanza superior públicos del estado portar armas de fuego dentro de las instalaciones. “Yo soy simplemente una estudiante tratando de estudiar y no quiero vivir con el miedo de tener a alguien armado a mi lado”, dice Pineda, quien va al Lone Star College y quien cree que pasaría su tiempo observando a las personas a su alrededor y preguntándose quiénes, y cuántos, llevan armas de fuego debajo de la ropa o dentro de carteras y mochilas. El proyecto de ley, llamado SB 11 en el Senado de Texas, ya fue aprobado en esa Cámara, y su homólogo, el HB 932, avanza sin obstáculos hasta el momento en la Cámara de Representantes. De ser aprobada, la ley entraría en vigencia el uno de septiembre.

Los sondeos muestran rechazo
Entre los hispanos, la propuesta no es popular. Más de la mitad, 56 por ciento, está completamente en desacuerdo (39 por ciento) o algo en desacuerdo (17), según una encuesta entre votantes registrados de la Universidad de Texas en Austin y el periódico Texas Tribune. A la inversa, un total de 34 por ciento está muy a favor (15 por ciento) o algo a favor (19). En otro sondeo, esta vez realizado por la compañía encuestadora SurveyUSA en marzo entre 1,500 adultos de Texas de los cuales 84 por ciento son elegibles para votar, una mayoría, 63 por ciento, dijo que está en contra de la iniciativa, 28 por ciento estuvo de acuerdo y ocho por ciento dijo no estar seguro de qué posición tomar. La encuesta también encontró que los hispanos son los que más se oponen: un 87 por ciento frente a 75 entre los afroamericanos, 66 entre los anglos y 48 por ciento entre los asiáticos. Cualquier persona de al menos 21 años de edad y con licencia para llevar armas de fuego ocultas podría portarlas en los centros escolares de nivel superior, aunque de una manera no visible. Las licencias son otorgadas por el Departamento de Seguridad Pública de Texas y para obtenerlas las personas deben pasar un curso básico de seis horas sobre seguridad con las armas, aprobar un examen escrito y disparar en un campo de tiro para demostrar que saben hacerlo, además de carecer de antecedentes penales. Joshua Casillas, estudiante de Biología en Lone Star College, dice que si la ley es aprobada no sentiría la misma confianza al ir a la escuela. “A estas edades no sabemos nada de la vida, no estamos preparados… Aquí las personas hacen drogas, aquí toman alcohol; combinas eso más un arma y no va a resultar nada bonito”, dice Casillas y detalla que incluso tal vez optaría por “no venir a la escuela o hasta buscaría mudarme del estado”.

Opiniones divergentes
En un reciente foro realizado en el community college (universidad comunitaria) Lone Star College-Scy Fair, un estudiante latino que se identificó sólo como Iván, veterano de guerra, dijo a los presentes que, en general, las personas que como él tienen esas licencias “son responsables y saben cómo llevar un arma de una manera segura”. Por su parte, Madison D. Welch, director para la región suroeste de la organización nacional Students for Concealed Carry (Estudiantes a Favor de Llevar Armas Ocultas), señala en un editorial publicado por el diario Houston Chronicle que si ya está permitido que un joven de 21 años pueda portar armas ocultas en muchos lugares públicos, como “una biblioteca municipal, un club deportivo privado y una Cafetería Luby’s” no hay por qué pensar que el que lo haga en una “biblioteca universitaria, un centro recreativo estudiantil o en la cafetería del campus” conduzca a “un daño inconmensurable”. Además, señala que los lugares donde los estudiantes consumen alcohol se encuentran alejados de los campus universitarios.

Oposición
Sin embargo, la mayoría de quienes se oponen a la propuesta que intenta aumentar la seguridad de los estudiantes permitiéndoles llevar armas, cree que produciría precisamente el efecto contrario. “El problema es que aunque quienes tienen la capacidad de portar armas puede que se sientan más seguros; la mayoría de la gente que no lleve armas se va a sentir de hecho menos segura”, dice el profesor John Vincent, del Centro de Psicología Forense de la Universidad de Houston. “Si tienes a una persona que tiende a ser impulsiva, que podría estar de hecho consumiendo sustancias (drogas), lo cual es muy común en esas edades, entonces el razonamiento puede estar disminuido y el asunto puede terminar en tragedia letal”, precisa Vincent. También señala que “aunque la edad legal (de la adultez) sea 21 años, hay muchísimo desarrollo cerebral adicional básico que no es completado hasta aproximadamente los 25 años de edad (…), pero también se trata de algo muy individual donde unos maduran temprano y otros continúan siendo bastante inmaduros mucho más allá de los 25. Stanford V. Levinson, el abogado y profesor de Gobierno en la Escuela de Leyes de la Universidad de Texas en Austin se cuestiona la necesidad de crear una ley como la propuesta. “No veo la necesidad de esta ley porque no veo en ningún sentido serio que las personas en la universidad hayan estado menos seguras porque no pueden portar armas en las instalaciones”, dice.

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