26/05/2017 – Monterrey.- Solo en el Volcán se dan este tipo de emociones, la fe inquebrantable de Tigres y de André-Pierre Gignac resucitó a Tigres en la Final. El delantero francés de Tigres necesitó de dos minutos, dos instantes de inspiración para echar a la basura lo que parecía un ejercicio perfecto de Chivas a la defensiva.
El Rebaño Sagrado tenía medio título en la bolsa, pero Gignac decidió que no, que había que jugar otro partido y que hay Final para la vuelta. Tigres parecía noqueado, pero en dos minutos Gignac lo levantó de la lona. Un 2-2 que augura un juego apasionante para el domingo.
Parecía que Chivas pasaba de víctima a victimario y acabó frustrado. Chivas estuvo cerca del título, tuvo un plan que ejecutó a cabalidad hasta el minuto 85, el Rebaño supo sufrir, pero también supo definir en el momento clave al aprovechar los errores de Nahuel Guzmán, el portero que en otras jornadas se había erigido como héroe, anoche tuvo dos pifias que subieron el marcador. Pero la jornada la acabó rescatando André-Pierre Gignac.
El Rebaño fue un equipo que se estructuró a partir de su defensa, sabía que la única manera de salir vivo del Volcán era cortar el juego de Tigres, el conjunto de Almeyda fue un pelotón que se movía mecánicamente, sobre todo a la hora de defender. La consigna era clara, bien paraditos y ni un solo espacio, porque los universitarios son un equipo con una artillería calada.
Como se esperaba, Tigres salió encendido, cobijado por el impresionante apoyo de su gente, fue entonces cuando Chivas se parapetó delante de su área. Almeyda mandó en su once a Michael Pérez para darle más soporte a su medio campo, liberó a Orbelín y de a poco los tapatíos se fueron soltando.
El equipo de Tuca buscaba procesar su juego, lo masticaba desde el fondo, pero no lograba encontrar asociaciones que prosperaran, porque Chivas estaba bien ordenado. Superado el agobio inicial el Rebaño encontró tregua en algunas pelotas que alejaba de su portería.
Sin embargo, fue Tigres el que tuvo las primeras aproximaciones: un tiro de Zelarayán que repelió de buena manera Cota, el portero tapatío volvió a intervenir oportunamente cuando un rebote le cayó a Sosa, el Chuco parecía empujar la bola, pero la salida de Rodolfo fue justo a tiempo y tapó el remate del argentino con su cuerpo.
Esas oportunas intervenciones mantenían con vida al Rebaño, esa fue la clave, lo atinado de Cota no lo pudo igualar Nahuel. Chivas cobró corto un tiro de esquina, vino un centro que el Patón despejó mal, corto y al centro, la bola se estrelló en Advíncula y le quedó a modo a Pulido que solo tuvo que empujarla. Era un guion tétrico para Tigres, que no se esperaba ese gol y mucho menos que fuera de Alan, un chico que se crió en su casa.
Se esperaba una reacción brava de los felinos, que fueron al frente, pero no se enrrabietaron, seguían sin encontrar algún resquicio y Almeyda gesticulaba y reclamaba orden y concentración a sus jugadores. Lo probó de media distancia el equipo universitario, pero de nuevo se topó con Cota.
No fluía Tigres, porque Chivas había secado a Gignac, el francés no pudo asociarse con Zelarayán y Aquino y Sosa tampoco tenían una chispa de inspiración.
Chivas estaba un paso por delante de Tigres, se anticipaba a cualquier acción o llegaba a tiempo para cortar el flujo de la jugada, el desgaste del Gallito Vázquez y de Michael Pérez tenía la ayuda extra de Calderón, Pizarro y Orbelín. Esa dinámica de la que tanto hablaban en Verde Valle daba fruto, todos corrían en el mismo sentido, todos se exprimían del mismo modo.
De nuevo se apagó Tigres y Chivas volvió a ver la luz, un pase filtrado de Pérez para Pulido acabó en un remate de Alan, un balón que parecía de trámite fue escupido por Nahuel, otra vez un mal rechace, otra vez al centro, a una zona en la que Pizarro se anticipó a su marcador y mandó la pelota al fondo.
En 45 minutos Chivas enterraba los pronósticos, esos presagios que lo hacían ver como víctima. Se aferraron a un plan y éste les había funcionado y les había permitido lograr una renta en la que pocos, si no es que nadie creía. Para colmo de malas de Tigres, Ayala salió lesionado, su lugar lo tomó Meza, pero eso le restó un cambio a Ferretti.
Y en el arranque del complemento Chivas fue cauto, un equipo sensato que dejó atrás cualquier indicio de pánico escénico. Había superado la atmósfera hostil y aunque el Volcán no dejaba de apretar, el Rebaño nunca se sintió intimidado. Al contrario, se plantó con seguridad y mantuvo la misma hoja de ruta.
A Tigres le ganaba la ansiedad, quería, pero no sabía cómo, su gente desequilibrante no pesaba. Era incapaz de poner una pelota de peligro en la meta rojiblanca, y cuando parecía que la merodeaba con cierto peligro, ahí estaban Salcido, Alanís y, por supuesto, Cota para apagar cualquier esbozo de reacción.
Almeyda mandó a Fierro al juego en lugar de Calderón, un mensaje claro de que no iba a atrincherarse. Tuca respondió con el ingreso de Damm por Zelarayán, buscaba Ferretti un revulsivo, alguien que le diera una cuota de lucidez a su equipo en ataque, porque el Chino había pasado desapercibido.
Fue Tigres una y otra vez, pero siempre se topó con una muralla que había ganado en confianza. Parecía que era imposible secar a la temible ofensiva de los felinos, pero Chivas encontró el remedio perfecto. A los universitarios les iba ganando cada vez más la ansiedad y la desesperación de que no encontraban un gol que los metiera al partido.
Tuca mandó a Damián como una de sus últimas opciones, a ver si el Enano cambiaba la noche magra, pero no. No fue la jornada de Tigres, en la noche más importante se quedó seco, tan ese así que la jugada más clara fue un tiro de Dueñas que se fue mordiendo el palo para infortunio felino.
Pero ese resquicio de luz llegó en los pies de Gignac, a cinco minutos del final, el delantero francés cazó una diagonal de Damián y a la altura del punto penal encontró el gol que deja con vida a Tigres. Y dos minutos después sacó a Cota de su arco y definió de gran manera con un buen derechazo, hizo pasar a Chivas del éxtasis a la depresión.
El domingo se augura una serie espectacular, por la necesidad de Tigres de resurgir y porque el Rebaño Sagrado tendrá la atmósfera a su favor. Matías Almeyda le ganó la primera partida a Tuca. Sí fue un juego muy diferente al de la Liga. Y Chivas ya sabe jugar finales.
Agencias