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Poderes de la Unión, acuerdos y disputas

26/12/2018 – Cuando hablamos de poderes de la Unión, sobresale pensar en el presidente de la República, quien tiene a su cargo el Ejecutivo, después en el Judicial que es representado por el titular de la Suprema Corte de Justicia de la nación y por último en los senadores y diputados federales que dan vida al Poder Legislativo.
Es la división de poderes, concebida como una forma que permite guardar equilibrios entre quienes hacen el Gobierno de la República.
Desde luego el modelo se repite para los 32 Estados del país donde igual, existe esa división de poderes y todo está en función de la determinación que los ciudadanos hagan con el voto que depositan en las urnas.
Más conocida es la interacción que hay entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo, ya que, por una y mil razones tienen que trabajar en un mismo sentido para que puedan cristalizar planes y programas comprometidos con los ciudadanos a través de las campañas políticas.
De los tres poderes de la Unión y de las entidades federativas, los más criticados son los legisladores, incluso, ha llegado a comentarse la necesidad de evitar su existencia o limitarla de manera extrema, en virtud de que, se les paga y mucho para que solo vayan a levantar el dedo o a dormirse en las curules y los escaños.
El Judicial es por naturaleza el poder que ubica en el contexto exacto a los otros dos poderes y las controversias desde constitucionales hasta entre instituciones se revuelven allí, se supone que de manera imparcial.
Las mayores discrepancias siempre se dieron entre el Ejecutivo y el Judicial, porque el primero necesita del segundo para contar con las aprobaciones de iniciativas o legitimar acciones que deben de llevarse a cabo para el bien de la República.
Se habla con mucha certeza de que, si el Poder Ejecutivo no tiene de su parte al Legislativo, las condiciones para su desempeño son complicadas, pero, a la inversa las cosas son diferentes ya que, en base a esa autonomía de poderes, los senadores, diputados federales y diputados locales, pueden pasarse todo su período constitucional sin hacer mucho por carecer el respaldo del Ejecutivo.
Fuera de este escenario, el Poder Judicial siempre estaba al lado de las cosas, de ahí que, el enfrentamiento que tiene con el Poder Ejecutivo a consecuencia de la disminución de los sueldos, bajo la premisa de que nadie debe de ganar más que el presidente de la República, ha tensionado las relaciones, pero, muchos esperan que, con el arribo de un magistrado nuevo, con sello lopezobradorista, la tensión se reduzca y en menos que canta un gallo, las condiciones cambiarán.
Un estudio de opinión realizado por la empresa del victorense Francisco Abundis Luna, hace ver que desde siempre el Poder Ejecutivo es el mejor posicionado ante la ciudadanía y en el inicio de este sexenio la aprobación para el mandatario es de las más altas hasta unos días antes de su arribo a la administración con casi el 70 por ciento, es decir, que siete de cada diez personas estaba de acuerdo con su llegada al cargo.
Por su parte, el Poder Judicial, formado por ministros y jueces, tiene una aprobación del 28 por ciento, esto es, 42 puntos menos que el Ejecutivo y la desaprobación de su tarea alcanza hasta el 45 por ciento de las opiniones.
El caso de los legisladores, el de los diputados, apenas llega el 17 por ciento de aprobación sobre aquello que hacen y el nivel de desaprobación llegó hasta el 62 por ciento, pero, el peor nivel lo tienen los senadores, que traen un 15 por ciento de aprobación y el 60 por ciento de desaprobación.
En base a la determinación de la gente sobre el desempeño de quienes conforman los poderes de la Unión, resulta lógico pensar que, si tiene mano el titular del Ejecutivo, haga lo que haga estarán a su favor, mientras que, los del Judicial y el Legislativo tendrán el rechazo de la población.
Sin entrar en muchos detalles, hemos de decir que, al final de la bronca, los magistrados y jueces tendrán que aceptar que les reduzcan los sueldos, ya que, la desaprobación de los ciudadanos es manifiesta, respecto al alcance de su chamba y, si a eso le agregamos que ocho de cada diez personas dicen estar descontentas porque los hacedores de la justicia fallaron en su contra.
Por el solo asunto de no estar de acuerdo en ganar menos que el presidente López Obrador la aprobación ciudadana para los ministros del Poder Judicial, cayó de un 49 por ciento en octubre de este año, a un 28 por ciento en la segunda mitad del mes de noviembre. En ese mismo sentido, la desaprobación se fue en caída vertical 10 puntos, al pasar de 55 a 45 en unos cuántos días.
Ahora bien, respecto al equilibrio de poderes, la idea de la actual administración estatal, es no perder el Legislativo que ganaron de calle en las votaciones del 2016, sin embargo, en las federales y municipales de este año, las cosas cambiaron de tal forma, que habrá secuelas para las Legislativas del 2019.
Se supone que el Ejecutivo estatal se encuentra en condiciones de mantener a su favor al Legislativo, sin embargo, por el tamaño del triunfo obtenido en las urnas por el Partido Regeneración Nacional hace unos meses, los directivos creen que podrían aguadar la fiesta y convertirse ellos en mayoría, para hacer que se pierda eso de caminar en una misma dirección y tener que hacerlo en la segunda parte del sexenio, con los diputados en contra.
De los partidos grandes, el PRI es el que menos posibilidades tiene en este momento de pensar en grande, es decir, ganar una buena parte de los distritos locales electorales, porque fueron pocos los que ganó en el 2016, en tanto que, en las elecciones del 2018, casi lo borraron del mapa debido al efecto electoral López Obrador, que, aunque en Tamaulipas no estaba bien posicionado, como quiera obtuvo triunfos significativos, como la alcaldía de Matamoros que le sacaron de la bolsa al ex diputado local plurinominal Carlos García González, quien, como premio de consolación tiene la titularidad de la Secretaría de Desarrollo Económico.
La gran verdad respecto a las cartas que habrá para la renovación del Poder Legislativo de la entidad, es que, aunque fue avasallador el triunfo del pasado uno de julio por parte de Regeneración Nacional, ahora no tienen candidatos que les puedan representar votos seguros al no contar con el efecto López Obrador, así que, tendrán que echar mano de figuras de otros partidos políticos.

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