Enfermera lidia con estragos del ébola y planea demanda

Dallas (Agencias) 2/03/15.- Los fármacos experimentales y la atención médica especial ayudaron a Nina Pham a librarse del ébola; pero hoy teme que tal vez nunca logre escapar de la mortal enfermedad.
La enfermera de 26 años dice que sufre pesadillas, dolores en el cuerpo e insomnio a consecuencia de haber contraído la enfermedad de un paciente al que atendió en el otoño pasado en el Texas Health Presbyterian Hospital Dallas.
Pham dice que el hospital y su compañía matriz, Texas Health Resources, les fallaron a ella y a otros colegas que atendieron a Thomas Eric Duncan, la primera persona a la que se diagnosticó ébola en Estados Unidos.
«Yo quería creer que me iban a respaldar y a hacerse cargo de mí, pero no han estado a la altura de la situación», declaró Pham a The Dallas Morning News la semana pasada en una entrevista exclusiva.
Pham dijo que fincará una demanda en el condado de Dallas en contra de Texas Health Resources alegando que aunque ella se convirtió en el rostro estadounidense de la lucha contra la enfermedad, la falta de capacitación y equipamiento adecuado del hospital y violaciones a su privacidad la volvieron «símbolo de negligencia empresarial, una baja producto de un sistema hospitalario que no se preparó para una crisis médica conocida e inminente».

Negligencia
Afirma que Texas Health Resources incurrió en negligencia por no haber elaborado una normativa ni capacitado a su personal para dar tratamiento a pacientes con ébola.
Dice que Texas Health Resources no contaba con equipo de protección adecuado para las personas que cuidaron a Duncan.
Texas Health Resources respondió el viernes con una declaración a través de su vocero Wendell Watson.
«Nina Pahm trabajó valerosamente para Texas Health Dallas en los momentos más difíciles. Continuamos apoyándola y deseándole lo mejor, y seguimos confiando en que mediante un diálogo constructivo podremos resolver este asunto».
Watson rehusó referirse a las acusaciones concretas de Pham.
Pham pide una indemnización no especificada por padecimiento físico y angustia mental, gastos médicos y pérdida de futuros ingresos.
Pero dijo que sobre todo quiere «hacer a los hospitales y grandes empresas percatarse que las enfermeras y trabajadores de salud, especialmente los que laboran en el frente, son importantes, y no queremos que las enfermeras empiecen a convertirse en pacientes».
En su entrevista de 90 minutos Pham describió cómo trabajó en un ambiente caótico en el hospital con enfermeras mal preparadas que recibieron escasa instrucción de cómo manejarse ante el ébola y protegerse a sí mismas.
Habló de su vida desde que fue diagnosticada y su recuperación, así como de su ansiedad respecto al futuro.
Pham ocasionalmente le daba vueltas a un anillo que traía en un dedo, deslizaba un dedo por debajo del puño de su blusa y tocaba nerviosa su muñeca.
Mantuvo la compostura salvo cuando recordó que las enfermeras se habían vuelto «como una familia» para ella cuando estuvieron atendiendo a Duncan y que posteriormente arriesgaron su vida para curarla a ella y a Amber Vinson, otra enfermera del hospital que contrajo el ébola de Duncan.

El paciente es primero
«Yo estaba orgullosa de nosotros. Luchamos en las trincheras juntos, los trabajadores del frente. De eso se trata la enfermería: poner a los pacientes primero. Hicimos lo que teníamos que hacer», dijo Pham.
Recuerda haber pasado horas sola con Duncan, limpiando sus fluidos corporales, vigilando sus signos vitales y diciéndole que todo estaría bien.
Pham dice que Duncan estaba sufriendo mucho y estaba asustado, pero que siempre fue cortés con ella.
Le dijo que «se sentía muy aislado». Lo tomó de la mano y le dijo que oraría por él.
Pero cuando Duncan dio positivo al ébola, el pánico y el miedo se apoderaron del Presbyterian y del país. Pham también tenía miedo.
«Yo fui la última persona, aparte del Sr. Duncan, en enterarme de que había dado positivo», dijo.
«Uno pensaría que la enfermera primaria sería la primera en enterarse… me derrumbé y lloré; no por que pensara que tenía (la enfermedad) sino de darme cuenta de que en realidad estaba pasando».
Duncan había contraído la enfermedad en su natal Liberia. Murió el 8 de octubre. Pocos días después, Pham dio positivo a la enfermedad.
Inicialmente recibió tratamiento en el Presbyterian y después en los Institutos Nacionales de Salud en Maryland, con una serie de fármacos experimentales y de plasma donado por el Dr. Kent Brantly, sobreviviente del ébola.
Sostiene que Texas Health Resources violó su privacidad cuando era paciente en el Presbyterian ignorando su petición de que no se diera «ninguna información» acerca de ella.

Sin su permiso
Señaló que un doctor grabó un video de ella en su cuarto de hospital y lo difundió sin su permiso.
Charla Aldous, la abogada de Pham, lo puso en términos más simples: Texas Health Resources «usó a Nina como peón de relaciones públicas».
Pham dijo que llegó a pensar en no regresar a cuidar a Duncan después de que se le diagnosticó el ébola.
Sus colegas dicen que no la hubieran culpado por no regresar a su trabajo donde los turnos normales de 12 horas se habían extendido a 14 o 15. Incluso su madre dijo que no le importaba si Pham perdía su empleo.
Pham dice que aunque no se ofreció para atender a Duncan, sintió que no podía decir no.
«Mi deber era atenderlo», dijo. «Negarme no es parte de mi naturaleza».

Guías en papel
Afirma que toda su capacitación sobre cómo lidiar con el ébola consistió en guías que su supervisor había encontrado en Internet y se las entregó impresas.
«Lo único que sabía del ébola era lo que había aprendido en la escuela de enfermería» seis años antes, dijo.
El Dr. Daniel Varga, director clínico de Texas Health Resources, testificó en una audiencia en el Congreso en octubre que la compañía transmitió a su personal las recomendaciones sobre el ébola que recibió de Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) antes de que Duncan llegara y que el equipo del Presbyterian estaba capacitado para tratar el ébola.
«Mucho se ha dicho de lo que pudo o no haber ocurrido para que la Señorita Pham contrajera el ébola. Ella es conocida por ser una enfermera extremadamente habilidosa, y estaba aplicando todas los requisitos de protección según los protocolos de los CDC, por lo que todavía no sabemos cómo o cuando se infectó exactamente», dijo Varga en un testimonio escrito.
«Pero está claro que en algún momento quedó expuesta. Estamos examinando documentos y observaciones y haciendo todo lo posible por encontrar una respuesta».
Varga también admitió que la comunicación no fue suficiente y que Texas Health Resources necesitaba «un adiestramiento más proactivo, intensivo y concentrado para los trabajadores de primera línea».

Dijo también que el hospital siguió las directrices de los CDC y del estado.
Aldous dice que Varga dio una idea tergiversada de la información que el sistema de hospitales entregó a sus empleados sobre el ébola y del equipo de protección que usaron Pham y otros.

El día en que Dunca fue internado en la unidad de cuidado intensivo, dice Pham, ella y la enfermera a cargo se pusieron guantes dobles pegados con cinta adhesiva a dos batas empalmadas, dos juegos de botines y un escudo para la cara.
El hospital no tenía trajes del tipo que se usan para manejo de sustancias peligrosas, y Pham dice que siempre tuvo el cuello expuesto.
«Conozco enfermeras que han trabajado en otros estados y que usaron trajes para sustancias peligrosas cuando lo de la influenza y el H1N1», refirió Pham. «¿Por qué no nos dieron trajes de ese tipo para el ébola?»
Después de días de pedirlos, dijo, las enfermeras recibieron esos trajes especiales, y todas las decisiones para elevar el nivel de precauciones y equipo de protección fueron tomadas por las mismas enfermeras «al momento».
Mientras tanto, las enfermeras improvisaron su propia área de desechos peligrosos. En un cuarto adyacente al de Duncan, las enfermeras designaron un lugar para quitarse su equipo de protección y bañarse después de cuidarlo. En otro cuarto cercano, guardaron bolsas con ropa de cama, toallas y otros artículos sucios.
Las enfermeras y terapeutas respiratorios echaban cloro en cada bolsa, las sellaban y las ponían en contenedores de cartón. Pham calcula que los desechos llenaron la mitad de un cuarto para pacientes.
Nadie recogía los desechos ni limpiaba, según Pham. En cierto momento el sanitario que usaban dejó de funcionar y nadie fue a arreglarlo.
«Limpiábamos el suelo con cloro, hacíamos trabajo de conserje y manejábamos desechos peligrosos, letales», dijo Pham. «Era muy extenuante física y emocionalmente».
Debido a los largos turnos que trabajaban, Pham se tomó cuatro días libres. Cuando regresó, dice, Duncan estaba «muy enfermo».
Para entonces se habían asignado cuatro enfermeras para cada turno, según Pham: dos adentro del cuarto de Duncan y dos afuera. Se cambiaban de lugar cada dos horas.
Pham estaba afuera observando los monitores de Duncan cuando el ritmo cardiaco de Duncan se desplomó.
«Todo acabó en minutos», dijo Pham. «Fue muy, muy duro y devastador para todos haber tenido que pasar por todo eso, arriesgar nuestra vida y luego perder al paciente».
Texas Health Resources llegó a un arreglo en noviembre con la familia de Duncan.
La compañía se disculpó por no haber diagnosticado debidamente el ébola en Duncan hasta que volvió al hospital por segunda vez. La compañía pagó una suma no revelada a los padres y cuatro hijos de Duncan.

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